Capítulo 37

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Estábamos recostados sobre la alfombra de su sala con la mesita de centro detrás de nosotros, en esta había una botella de un buen vino Español, dos copas servidas y un plato de papas fritas ya a la mitad.

-Dime ¿Cómo estuvo la cena? -preguntó Bruno mirándome con atención.

-Estuvo bien...-contesté distraída viendo la película mientras agarraba una papa y la metía en mi boca.

-¿Cómo estuvieron las cosas entre Ele y el profesor Robert? -cuestionó un poco interesado.

En ese momento perdí la concentración en la película y lo miré.

-¿Cómo? Estuvo bien, se llevan bien, era hora de que mamá comenzara a salir con amigos -agarre la copa y tomé un pequeño sorbo de vino.

-¿Y se gustaron?

Eso bastó para que escupidera el líquido en su cara, él cerró los ojos al instante y arrugó el rostro.

-Vale, eso no me dice mucho, pero supongo que sí.

-Bruno, el profesor Downey es mucho menor que mi madre, además, ya se lo insinúe a mamá y me dió con un zapato en la cabeza -señalé la zona dónde tenía un pequeño chichón. -y todavía duele.

Bruno se rió y colocó su mano en la zona que señalaba.

-Eso sí que es un buen chichón -se burló.

Yo lo golpee en el pecho y reí. Bruno se puso de pie, caminó hasta la cocina para abrir la heladera y sacar de ella unos hielos, los colocó dentro de una bolsita y se acercó nuevamente a mí, pero en lugar de tomar asiento en el suelo otra vez, extendió su mano ayudando a colocarme de pie.

-Ven.

Me guió hasta una de las sillas del mesón de la cocina y me sentó allí.

-Esto no hace falta... -comencé, entonces colocó la bolsita sobre el chichón de mi cabeza. -Carajo, Bruno, que está muy fría -me quejé pero él colocó uno de sus dedos sobre mis labios.

-Esa boquita, Mack, esa boquita, palabras muy sucias para una señorita tan linda -susurró acercando su rostro al mío, yo lo miré a los ojos.

Desde la sala se comenzó a oír una suave melodía, "You'll Never Know" cantada por Alice Faye llenaba el ambiente.

-¿Me permite, bella dama? -preguntó Bruno haciendo una reverencia.

Yo sonreí y tomé su mano. -Por supuesto.

Entonces me atrajo hacia él y comenzamos a bailar con pasos suaves al bello ritmo de la música de los años 40's.

Sus manos estaban puestas en mi cintura y mis brazos rodeaban su cuello, nos dejamos llevar por la música. Momentos así eran los que siempre soñaba en compartir con un caballero y Bruno lo sabía, por eso cuando se presentaba la oportunidad me regalaba estos pequeños detalles. Por un instante apoyé mi mejilla en su pecho, él me abrazó con un poco más de fuerza y depositó un beso en mi cabeza, pero tan solo unos segundos después él me tomó de la barbilla y levantó mi rostro para verme directamente, sus ojos brillaban.

-¿Bruno? -pregunté tratando de deducir qué pasaba por su mente.

Él, soltando un suspiro nervioso, se fue acercando poco a poco hasta depositar un beso en mi mejilla derecha, luego en la izquierda y entonces, me besó, unió nuestros labios en un beso tierno y suave. Cerré mis ojos e inevitablemente me dejé llevar por unos segundos, entonces, comencé a sentir que eran los labios de Robert los que me besaban; su labios se movían con ternura pero poco a poco la intensidad fue subiendo hasta sentir como me levantaba y me sentaba en la encimera de la cocina, yo aferré mis manos a su cabello enredandolo entre mis dedos y tirando de él ligeramente.

Tentemos A La Suerte |#1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora