Capítulo 23.

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Tony no sabía hacer las cosas a medias. Si hacía algo debía ser a lo grande, ya que para bien o para mal él quería que todos se enteraran de como marchaba su vida. Por eso, cuando Steve se mudó a la Torre Stark, se aseguró que toda la ciudad lo supiera.

Steve recibió feliz a su novio y a su hijo en el departamento, y les ofreció un desayuno suculento que no tenía nada que envidiarle a la comida de restaurante. Después de lavar los platos los tres juntos en familia, se abocaron a la tarea de ir empacando todas sus cosas. Comenzaron por su habitación, y luego siguieron por su estudio: mientras él y Tony llenaban cajas y más cajas con todos sus libros y materiales de estudio, Peter abría las valijas sobre la cama y las llenaba con su ropa, de forma prolija y entusiasta.

-Papá Tony me enseñó a doblar bien mi ropa- contó con orgullo.- Así que no te preocupes, papá Steve, dejaré todo muy bien guardado para no arrugar tus camisas.

-Cariño, no importa si alguna prenda queda arrugada- contestó revolviéndole el cabello cariñosamente.- Con solo verte aquí ayudándome ya soy feliz.

Llenaron dos valijas grandes y al menos siete cajas, y por supuesto les faltaron muchas cosas más. Tony, que no quería esperar, movilizó al servicio de mudanzas para que llevaran lo que ya tenían, y los hizo regresar al día siguiente para que recogieran lo que faltaba. Steve sabía que aquello era un derroche, y que podrían haber esperado a tener todo listo para mudarse. Pero, por otra parte, compartía el apuro de Tony por pasar cuanto antes la noche en la Torre Stark, y le agradeció con una salva de besos el que se hubiera tomado tantas molestias para ayudarlo. Tony, sonrojado, lo abrazó con pasión.

-No son molestias. Yo... he estado tan ansioso los últimos días, Steve, que hubiera hecho cualquier cosa que te traiga aquí más rápido. No podía esperar más.

-Te entiendo. Bueno, de todas formas es una mudanza más sencilla, ya que no tengo que preocuparme por los muebles, o la renta, o el dinero del depósito.- Rió brevemente y le besó el pelo, divertido.- Solo debo preocuparme de cuidar a mi lindo novio y a nuestro hijo.

-Lindo... tienes una forma tan cursi de decir las cosas- comentó Tony, internamente complacido y sentándose a un costado de la cama, invitando a Steve a que se acostara a su lado. El rubio lo hizo y ambos volvieron a abrazarse, y a compartir una mirada profunda que contenía todos sus deseos.

-Peter debe haberse dormido ya... fue un día muy agitado para él.

-Lo sé.

-Entonces... ¿Qué dices?- Tony lo tocó con un dedo.- ¿Quieres un poco de cariño extra?

Steve asintió despacio y lo acostó con cuidado y delicadeza, besándolo y tocándolo muy de a poco. En el pasado, sus juegos íntimos habían tenido siempre una pátina de frustración, pues él insistía en no ir muy lejos hasta que fueran una pareja oficial. Ahora que por fin lo eran, cada roce y cada dulce aliento era un gozo infinito, ya que no tenían más restricciones. Tony era muy complaciente y se dejaba morder entre risitas, a la vez que acariciaba su espalda y sus brazos. Era evidente que estaba tan feliz como él de al fin poder retozar con libertad, y le dio suficientes mimos como para que gimiera con alivio dos veces.

-Steve... lo haces tan bien, querido...

-Es que tú me excitas mucho- confesó.- Siempre lo hiciste, pero ahora que somos novios más. Al fin puedo sentirte mío...

Tony se retorció con agrado y reprimió algunas palabras por ser demasiado cursis, pero si hubiera querido decirlas hubiera podido. "Fui tuyo desde que te vi por primera vez, Steve" pensó mientras las manos del rubio encendían sus muslos y lo llevaban al éxtasis. "Te amo. Te amo tanto, Steve Rogers".

OHANAWhere stories live. Discover now