Capítulo 24.

187 11 0
                                    


Steve no estaba acostumbrado a faltar al trabajo. Él era y siempre había sido muy responsable con sus obligaciones, y además quería mucho a sus niños, le dolía estar lejos de ellos. Sin embargo, aquella era una ocasión especial y feliz, por lo que no sufrió como otras veces ni se sintió incómodo por quedarse en casa. Su nueva casa, la Torre Stark, donde él, Tony y Peter vivirían de a partir de ahora.

Tony lo dejó dormir un poco más de lo usual, consciente que el día anterior había quedado agotado por la mudanza; para cuando despertó lo hizo acompañado por una serie de besos en el rostro, y una voz sensual diciéndole que ya estaba listo el desayuno. Sonrió instintivamente, y devolvió los besos al mismo tiempo que se erguía.

-Es una hermosa forma de despertar, Tony. Gracias...

-Puedes agradecerme comiendo bien- sugirió divertido.- Peter se levantó incluso antes que yo e insistió en que debíamos recibirte con una gran comida, así que ha estado toda la mañana en la cocina. ¿Vamos?

-¿No debería cambiarme primero? Estoy en pijama, ¿qué pensará el niño?

-Que estás a tono con él, ¿o qué crees? ¿Que un niño de once se viste temprano cuando no hay necesidad?- respondió Tony riendo, haciendo referencia al hecho de que Peter iba a faltar a clases aquel día. En efecto, el joven estaba sentado a la mesa con su pijama del Hombre Araña, el cabello revuelto y una sonrisa tan grande que Steve se sintió conmovido.

-¡Buen día, papá Steve! Mira, te preparamos café y pan tostado...

-Buen día, cariño... ¡Qué bien, todo huele delicioso!

-Son libres de servirse lo que quieran, pero recuerden- terció Tony- que después vamos a terminar de organizar las cosas de Steve, así que no los quiero remolones. En cuanto vaciemos una caja la quiero apilada para la basura, ¿bien? No me gusta ver cajas de cartón desparramadas por todas partes. Peter, ¿puedes con eso?

-¡Claro! Ustedes guardan las cosas de papá Steve y yo me ocupo de las cajas. ¡Será divertido, como cuando yo me mudé aquí!

-Me hubiera encantado verte entonces, estoy seguro que fue un momento muy importante para ti- comentó Steve con cariño.- ¿Recuerdas mucho ese día?

-Uf, ¡recuerdo todo! Papá Tony me mostró mi cuarto y yo lo vi enorme, era como un sueño. También guardamos mi ropa, mis juguetes, saltamos en la cama. ¿Tú lo recuerdas, papá?

-Cómo olvidarlo, tesoro. También fue el día más feliz para mí- asintió Tony bebiendo su café con nostalgia.- El día en que me convertí en padre.

-Y ahora nos convertimos en una familia todavía más grande- expresó Steve radiante.- ¡No podría sentirme mejor!

-No creo que esto de acomodar tus cosas nos lleve tanto, de todas formas- opinó Tony.- Después podríamos salir a almorzar y a pasear para relajarnos, y si te falta algo, comprarlo.

-Bueno, voy a necesitar una silla de escritorio nueva, y una caja organizadora o dos. Tengo muchos papeles del curso que necesito a mano. Ya que estoy podría comprar más artículos de papelería, te aseguro que nunca son suficientes cuando eres maestro de grado.

-Sin problema, pasaremos por una librería y repondremos tus materiales y los de Peter, que ya vi que se está quedando sin lápices de colores. Nuestro hijo dibuja hasta en la oscuridad, para que lo sepas.

Tony apreció mucho la cálida escena doméstica, así como apreció pasar la mañana guardando la ropa de Steve en los cajones y viéndolo reír y hacerse bromas con Peter. Era increíble como habían congeniado tan rápido, como si siempre hubieran sabido que terminarían siendo padre e hijo. Cuando el niño se fue a bañar para salir a almorzar con sus padres, Tony se acercó y se lo dijo rebosante de orgullo, aprovechando para plantarle uno o dos besos más.

OHANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora