🔸️Capítulo 3 - De primeras veces

2.1K 161 23
                                    

−¿De dónde conocés a Franco?

−Lo conoce mi amiga -Lali se cruzó de piernas sobre la banqueta, un brazo lo apoyó en la barra y con la otra mano sostenía el segundo vaso de cerveza.

−¿Y por qué te dejó plantada? -Peter también tuvo que sentarse y la miraba por encima del borde de su vaso medio vacío.

−Ansiedad social.

−Entonces no tendría que haber aceptado venir.

−A veces intenta luchar contra sí misma, por eso me pidió que la acompañe.

−¿No tendrías que haber ido a buscarla para saber cómo está?

−Te puedo asegurar que debe estar muy cómoda en su cama mirando alguna película y tomando un té -y él esbozó una sonrisa pequeña- ahora que lo pienso, un poco la envidio... −y bebió un poco más.

−Hay que tener agallas para meterse en una fiesta en la que ni siquiera conocés al que la organiza -pensó en voz alta, pero Lali se detuvo a mirarlo- ¿Qué?

−"Agallas" dice mi mamá. ¿Cuántos años tenés? -y lo hizo reír un montón.

−Voy a elegir no responder.

−Entonces doy por hecho que no solo sos mayor que yo, sino que también podés estar cumpliendo tus bodas de plata.

−Tal vez sea mayor que vos, pero estoy lejos de todo lo que sea bodas -aclaró. Ella sonrió, aunque no supo por qué. O sí.

-Yo también -por eso- ¿Y vos de dónde conocés a Franco?

−Amigos en común.

−¿De la facultad? -asintió- ¿Estudias en Sociales?

−Sí. ¿Vos?

−No -mintió, y tampoco supo por qué. Bueno, en realidad siempre sabe por qué miente y por eso toma otro trago largo de cerveza- igual ahora no pienso hablar de la facultad.

−Estoy de acuerdo. ¿De qué preferís hablar?

−De por qué seguís acá sentado -pero él se rió.

−Ya te dije, me diste curiosidad.

−La curiosidad terminó cuando me preguntaste por qué estaba sola y eso fue hace cuarenta minutos cuando me invitaste tu cerveza.

−¿Me estás echando?

−Solo creo que tenés mucha gente conocida con la que podés conversar y divertirte, en vez de con alguien que no conocés.

−¿Quién dijo que no me puedo divertir con una desconocida? -retrucó, y esa sonrisa chiquita que se escapó por su comisura a ella le encantó- me quedo acá porque quiero... a no ser que vos no quieras. Si no querés, me voy.

−No me molesta, solo quería saber -subió un hombro y otro trago más- ¿Tenés pareja? -le consultó sin mirarlo, enfocada en los inadaptados que jugaban al vóley en la piscina.

−No. ¿Vos?

−Tampoco -y al mismo tiempo giraron las cabezas para mirarse. Como si pudieran decirse con los ojos lo que no podían proponer con las palabras.

-Es cuando uno más disfruta, ¿no?

−Depende. Si tenés una pareja castradora es muy probable que no sepas disfrutar nada, y además te aconsejaría que salgas de ahí -respondió y del bolsillo de su campera de jean sacó una caja de cigarrillos. Le ofreció, pero Peter negó- después hay parejas que saben divertirse y otras que son mucho más abiertas. Me gustan las abiertas -encendió el cigarro con el encendedor y exhaló un poco de humo- ¿Qué opinas?

CUANDO EL AMOR ES DE ENGAÑOWhere stories live. Discover now