🔸️Capítulo 7 - Otro tipo de amor

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−La idea sería solo pintar ésta pared... aunque también me gustaría pintar la de la cocina -Peter está parado en el medio del dos ambientes con pincel en mano, remera vieja y bermudas.

−Si vas a pintar la de la cocina entonces pinta la pared opuesta -Lali está sentada en una banqueta terminando de comer un chupetín, con el pelo atado en una colita, un top amarillo y un jardinero de jean.

−¿Vos decís? -él se da vuelta para mirarla y corroborar. Ella asiente moviendo los pies descalzos; es que los dos lo están porque apilaron los muebles en un rincón y cubrieron el suelo con hojas de diario- me bajé esa aplicación de la pinturería que te ayuda a ver las paredes con distintos colores, pero es una farsa.

−¿Hacía falta que la descargaras para darte cuenta que lo era? Sos sociólogo.

−¿Qué tiene que ver?

−Investigas los factores que dominan las mentes, ya tendrías que saberlo -concluye y se levanta para tirar el palito en el cesto de basura- bueno, ¿podemos empezar?

−Si vas a ponerle esa onda entonces volvete a tu casa -le recrimina con humor. Levanta un balde de pintura y lo corre a un costado.

−Pero tenía ganas de estar acá. Que vos hayas aprovechado mi presencia para hacerme laburar es otra cosa -Lali todo lo discute y por eso Peter sonríe- ¿Nadie podía venir a ayudarte?

−Mi hermana está en Cardales -le pasa un rodillo- mis amigos están ocupados y Malena labura todo el día.

−Así que fui tu última opción.

−Fuiste mi mejor opción entre todas las opciones -aclara y ella le sonríe un poco.

-Impresionante cómo el nivel de chamuyo aumenta con los días.

-Dale, vos arrancá por esa pared que yo pinto ésta -señala.

−Okey... −y empapa con pintura roja el rodillo- que raro que el dueño te haya dejado pintar. La mayoría de las veces a los inquilinos no los dejan.

−Por suerte no me hizo mucho problema.

−¿Con qué lo sobornaste? -lo mira durante unos segundos.

−Con un vino -responde rápido y ella asiente esbozando una risa porque lo dedujo- de una forma u otra tenía que lograrlo. Mil disculpas.

−Me parece perfecto. Una vez soborné a un profesor del colegio con ropa que le compré especialmente por el día de su santo -cuenta mientras pasa el rodillo por la pared- necesitaba que me apruebe un exámen porque si no me la llevaba.

−¿Te aprobó?

−No -y él se ríe sin abandonar su trabajo- ¿Sabes qué fue lo peor? Que después del exámen me la devolvió y me dijo que le quedaba chica. Me clavó un cinco en la prueba para la que había estudiado un montón, así que no solo le dije que vaya a cambiarla él, sino que también le dije que no tenía la culpa de que su poca vida sexual se vea reflejada en su peso.

−Un filtro no te vendría mal -pero ella sube un hombro y con un brazo se corre el mechón de pelo que se le desprende de la colita y le cae en la frente− ¿Ahora está pasando lo mismo? -consulta después.

−¿Qué cosa?

−Lo mismo que pasó con tu profesor -dice. Lali se detiene y voltea un poco el cuerpo para poder mirarlo- ¿Estar acá es como el regalo de la camisa? ¿Tenés sexo conmigo porque querés aprobar la materia, Espósito? -y cuando descubre el tono burlón, le sacude el rodillo para salpicarlo con pintura. Él carcajea, pero se la devuelve rápido pasándole el pincel por un costado de la cara.

CUANDO EL AMOR ES DE ENGAÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora