🔹️Capítulo (1)1 - Relación abierta

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Es la tercera vez que Lali chequea la hora en el celular. Ya pasaron veinte minutos de la hora pautada y el pie se mueve inquieto debajo de la mesa para dos. Las uñas las choca contra la madera e intenta adivinar cuál de todos los conductores que bajan de los autos que estacionan frente al restaurante será quién la deleite. Pero eso no pasa, refunfuña, vuelve a mirar la hora, resopla y levanta una mano para llamar al mozo. Le indica que le traiga un fernet y algo rico para engañar el estómago. No distingue si está enojada porque el susodicho viene con casi media hora de retraso o porque hace veinte minutos tendría que haber empezado a cenar.

Lo contrario sucede en otro extremo de la ciudad, pero a pocos barrios de distancia, en donde Peter está sentado en una barra alta de madera ubicada en la vereda de la entrada de la cervecería, mojando papas en un cubo con queso cheddar y escuchando atentamente a la jóven veinteañera que lo secunda. La mira con una sonrisa pequeña mientras mastica, aunque cada vez que toma un sorbo de cerveza quiere ahogarse. Habla mucho. Y eso que a él le gusta hablar, pero ya es demasiado. Hace una hora están sentados y ella todavía no le dio un mordisco a la hamburguesa. Eso es en lo único que está pensando él: ¿cómo todavía no tiene hambre? ¿Qué pasa si le pide, en forma graciosa, que coma? Tampoco comió las papas. ¿Está mal si le roba una? Habla tanto que capaz ni se da cuenta, pero si quería escuchar un monólogo iba al teatro o se quedaba en casa escuchando la radio. Pero se detiene en lo positivo, en que es una chica linda, que parece entretenida, que se ríe de ella misma y que seguramente esté nerviosa por ésta cita que surgió en una semana. La pantalla del celular se enciende y Peter desvía apenas la vista porque no quiere ser maleducado. Lee el nombre de Lali por encima del mensaje escrito del cual debe presionar los labios para no reírse.

Cuando Lali termina de escribir el mensaje, ve llegar al muchacho con el que estuvo hablando durante quince días y con quien coincidieron a través de una aplicación. Se da cuenta que es él porque llega en monopatín y es obvio que si hay alguien que espera al hombre más ridículo es ella. Se llama Luciano y en su barba tupida figuran los treinta y cinco años. Casi que trota desde la puerta del restaurante hasta la mesa, le pide disculpas, ella le miente diciéndole que no hubo problema, después se sienta y empieza una charla bastante amena como para estar tan enojada y tener tanta hambre. Profundizan en temas que ya habían conversado en el chat, hacen chistes con el accidente doméstico que sufrió la tía de él -la cual ya fue dada de alta, por suerte- y congenian perfectamente en el ritmo de la conversación hasta que empieza el tema de las relaciones, los vínculos, las separaciones y las uniones.

-¿Qué pensás de las relaciones abiertas? -Lali pregunta sin muchas vueltas porque ya perdió suficiente tiempo esperándolo.

-Es interesante -Luciano pincha tres ñoquis en su tenedor.

-¿Las avalás? -pero él mueve la cabeza de un lado al otro, como dudando, mientras mastica- porque quiero que sepas que yo estoy a favor y es lo que predico. Si nosotros vamos a avanzar en una pseudo-relación, te anticipo que tengo un amigo con el cual mantengo un vínculo sexual que no pienso cortar por ningún tipo de noviazgo -y los tres ñoquis de Luciano quedan trabados en la garganta. Ella hunde la cuchara en su guiso de lentejas manejando la situación con una naturalidad que a él lo asusta un poco.

-¿Tenés un amigo con el que tenés sexo?

-Sí.

-¿Aunque estén en pareja?

-Sí.

-¿Siempre?

-Solo cuando tenemos ganas -sube un hombro y bebe un sorbo de su agua tónica- ¿Por qué? ¿Te asusta?

-No -y Luciano esboza una risa demasiado sobreactuada, pero claro que lo asustó porque diez minutos después pidió ir al baño y Lali lo vio huir despavorido en su monopatín.

CUANDO EL AMOR ES DE ENGAÑOWhere stories live. Discover now