2: Joe

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Capítulo corregido, si hay errores son los que se me pasaron por alto. 


—Hombre —El moreno suelta una risa—. Parece que vas a perder la cabeza —Ethan, mi mejor amigo sigue la misma dirección en la cual mis ojos estaban enfocados—. ¿Qué viste?

—Nada —Respondo con prisa, golpeando la espalda de mi amigo, atrayendo su atención—. ¿Dejaste la caja dentro?

—Si —Sus ojos se enfocan en mí—. Debes revisar los planos para que el general de el permiso que necesitamos —Desvió mis ojos un momento hacía la izquierda, recibiendo un golpe en la espalda—. Cuidado te rompes el cuello, amigo.

No alcanzo a responder, ya que Ethan hace el camino hacia su auto con rapidez. Mi ceño se frunce cuando noto una mirada sobre mí, y mi cabeza gira casi por obra de magia hacia la derecha, deteniéndose justamente sobre la ventana de la casa vecina. Mis ojos se conectan con los de ellas, y rápidamente quita la mirada, enfocándose en el césped que cubre su jardín. Un minuto después, cierra la cortina con rapidez.

Wow.

Para parecer una adolescente, tenía un gran trasero. Tratando de alejar aquel pensamiento, enfoco mis ojos en el can con pelo dorado. Zeus ladra con fuerza, recordándome que era hora de su comida. Sin darme tiempo a ocuparme de otra cosa, repaso la calle frente a mí.

Independencia, aquí vamos.

Rascando la cabeza del labrador, entro a casa, cerrando la puerta detrás de mí. Las cajas bloqueando mi camino me hacen soltar un bufido. Pagar el doble no servía de mucho a la hora de las mudanzas.

—Hora de desempacar, Zeus —El can levantar las orejas en mi dirección, pero huye tan rápido como las palabras abandonan mis labios. No puedo evitar reír—. Cobarde.

Sin perder el tiempo, y tomando una respiración, me pongo manos a la obra, despejando las cajas una a una, logrando hacer un camino por el cual circular sin problema alguno.

La morena de la ventana regresa a mi mente, haciendo que acomode mi pantalón sin discreción alguna. Parecía bastante joven -demasiado-, como para ser mayor de edad.

Con un gruñido, logro sacar la vajilla, dejándola con cuidado sobre la barra de la cocina.

¿Por qué las chicas lindas y bien dotadas eran las más jóvenes? Las mujeres que siempre estaban a mí alrededor, no sabían más que hablar y quejarse sobre su peso, algo realmente irritante. ¿Piensan que uno necesita piel y pellejo para aferrarse en las noches? Desde mi punto de vista, no era así. Yo no quería algo así en mi cama. No en lo que me resta de vida.

—Parezco marica. —Me burlo de mi mismo. Antes disfrutabas de aquellas rubias delgadas hasta más no poder. ¿En qué momento llego a aburrirme tanto?

Yo no quería una esposa que preparara ensaladas. Ni tampoco una obsesionada con su peso. Realmente era algo a lo cual no quería someterme. Cuando tomo una de mis maletas, observo a Zeus saliendo del baño principal. Los ojos del mismo se dirigen a los míos, y ladra en mi dirección.

—Espero no encontrar ninguna de tus sorpresas, Zeus. —Lo regaño, aun cuando no sé qué diablos hacía en el baño. Subo las escaleras, dejando atrás al canino adolescente y me detengo a observar todo a mi paso.

El segundo piso contaba con un baño, y dos habitaciones; la principal contaba con baño privado, y la segunda con un armario más grande. Cosa que no necesitaba ahora.

Dejo la maleta en el suelo cuando ingreso en la habitación más grande. Una gran ventana entra en mi campo de visión, y la vista detrás de esta me deja algo confundido.

INTRINSIC © |EDITANDO|Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum