6: Joe

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Capítulo corregido<3

Espero que les guste y lamento la tardanza :)

¡Disfruten su lectura! 

~*~

Un gruñido se libera de mi parte cuando golpeo con más fuerza el saco frente a mí. El dueño del gimnasio me da una mala mirada, pero lo ignoro, tal y como lo había hecho desde que entre al lugar.

¿Ella tenía que traer a aquel teñido al mismo lugar que yo?

Tenía bien en claro que venía los días de semana, pero, desde la aparición del rubio, todo había cambiado. No llegaba a casa a la hora que siempre lo hacía, salía con él apenas su madre se iba a trabajar.

Respiro con lentitud.

Me estaba sacando de quicio.

Saskia no se había percatado de mi presencia en el gimnasio que quedaba a unas cuantas cuadras de nuestras respectivas casas, un día cualquiera, sin desearlo, terminé detrás de ella y me encontré con el lugar.

—Los sacos no son gratis —El dueño del gimnasio dice, luego de acercarse a mí y observarme con un gran ceño fruncido. Tomo otra respiración, observando con seriedad al hombre frente a mí para luego alejarme y hacer mi camino al área de las caminadoras, pero me detengo de golpe cuando diviso la figura de Saskia y el rubio.

El culo de la morena se mueve con cada paso que da al correr. Trago duro. Mis bóxers parecían ser más una prisión que una prenda de vestir. El calor invadiendo mi cuerpo solo aumenta la excitación que me aborda. Realmente necesitaba a Saskia en mi cama.

Y lo había pensado con cuidado. Tres semanas habían sido suficientes.

Dos pares de ojos caen sobre mí, pero las ignoro. La música está demasiada alta en mis oídos con algún cantante que no logro reconocer y eso de desorienta un poco.

Al menos eso mantendría mis pensamientos lejos de la morena.

Unos diez minutos en la caminadora bastan para que el rubio se separe de Saskia, la música ya se ha detenido para ese entonces y logro escuchar las disculpas que él le dirige.

—Pon ese trasero en forma para mí —Mi mandíbula se aprieta ante sus palabras y siento mis uñas clavándose en las palmas de mis manos cuando cierro estas en puño. Las mejillas de la morena se tiñen de rosa, y eso solo me hace enojar aun más.

Tenía ganas de partir el rostro del rubio.

Saskia nota mi presencia, y la incomodidad parece adueñarse de su cuerpo cuando me dirijo hacía ella. Empezaría a ganar terreno y el rubio saldría del juego.

Tan rápido que no sabrá qué lo golpeó.

Remuevo los audífonos de mis oídos y observo a la morena, quien está completamente nerviosa cuando detiene su caminadora. Sus ojos café están sobre mí y la veo tragar duro.

—Y-yo... hola —Es lo único que logro murmurar y, ciertamente, me siento como un imbécil. ¡Tenía veintiséis años! ¿Qué tan patético sonó eso? Las mejillas de la morena se tiñen de un rojo furioso y la detengo antes de que logre decir algo—: Me preguntaba si aun estás disponible para cuidar a Zeus.

Sus cejas se elevan con sorpresa, pero luego el enojo se adueña de sus facciones. Ella piensa que soy un idiota. Me ve como a un completo idiota, y sé que no tenía opción a quejarme. Yo mismo me había ganado eso cuando cerré la puerta en su cara hace una semana cuando volvió para preguntar si el puesto de niñera estaba disponible.

INTRINSIC © |EDITANDO|Where stories live. Discover now