Capítulo 32: Saskia

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El cansancio en mis pies se hace más evidente ante cada paso que mis pies dan, odiaba el hecho de que las terapias de Joe eran en el último piso del hospital y como la tonta que soy; había optado por las escaleras en lugar del ascensor.

—¿Saskia? — La recepcionista del piso de terapia me ve algo divertida, soy capaz de relajarme por completo y descansar en la silla frente de su escritorio cuando cruzo el último tramo de escaleras—. ¿Por qué no usaste el ascensor?

—No he ido al gimnasio en más de dos meses. — Musito, tratando de atraer aire a mis pulmones—. Lo necesitaba.

—No debes forzarte, no cuando has estado sintiéndote mal del estomago, ¿tomaste lo que te receto el médico para la deshidratación? —Asiento, sacando de la bolsa con golosinas aquella bebida roja que había sustituido el agua—. ¿Sigues sintiéndote mal?

—Sí, debería dejar de probar los experimentos de mamá, ella no sabe preparar sushi. —Lo morena se rie, logrando que yo suelte una risa cansada—. ¿Aun sigue adentro?

Ella asiente y libero un suspiro, volviéndome a colocar de pie. Murmuro un pequeño "Gracias" y hago mi camino a través del pasillo. Aun era menos de medio día y tenía tiempo para estar con Joe, antes de que el medio cumpliera con la fecha del traslado a Valencia.

Había pasado más de seis semanas desde que Joe estaba internado, tiempo suficiente en el cual sus huesos se habían solidificado y podía permanecer sentado en una silla de ruedas; aunque el dolor no disminuía.

Tres golpes son colocados contra la puerta ya conocida por mí y un par de minutos pasan hasta que Christopher abre la puerta, el castaño me recibe con una sonrisa algo fingida y sé que Joe tiene algo que ver con ello.

—¿Qué ocurre? —Pregunto, observando al castaño de ojos azules sobre la camilla, él cual mantiene una mueca en sus labios, mis ojos no se quedan ahí, terminan en sus piernas, las cuales se encontraban conectadas a la maquina que enviaba las descargas a sus terminaciones nerviosas.

—Joe movió los dedos de su pierna izquierda. —Observo nuevamente a mi novio, pero el simplemente mantiene sus ojos fijos en cualquier lugar menos sobre mí, algo confundida, regreso la vista a Christopher.

—¿Y esas caras?, ¿No es una buena noticia?

—Lo es. —Suelta un suspiro—. Pero no se puede forzar más y no quiere entrar en razón.

—¿Puedes dejarnos solos, Christopher? —La voz de Joe interrumpe al terapista, quien se limita a asentir con la cabeza. Observo en silencio como deja sus papeles sobre aquella maquina y se dispone a salir, cerrando la puerta detrás de él.

Guardo silencio, esperando a que Joe empiece, pero el simplemente se queda en silencio, observando un punto fijo sin decir nada.

—¿Y bien? —Pregunto, llamando la atención de Joe, él simplemente suelta un suspiro, para luego, posar sus ojos azules sobre mí.

—¿No tienes algo que decirme? —Miro a Joe, en busca de más información, pero el simplemente se queda callado.

—¿De qué hablas? ¿Qué debo decirte? —Me acerco a él, apoyando mi cuerpo contra la camilla y observando los ojos que tanto me gustaban. Joe, simplemente rodea mi cintura con su brazo, acercándome más a él.

—¿Por qué te has estado sintiendo mal y vomitando?

—Comí sushi... o más bien mamá me obligo a hacerlo. —Su ceño se frunce un poco mientras me observa y una de sus manos sube a mis pechos, apretando uno sin descaro—. ¿Qué diablos? —Me rió, retirando su mano de mi pecho, Joe niega un poco con la cabeza, para luego observarme.

INTRINSIC © |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora