Capítulo 39: Joe

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—Necesito que vayas por unas cervezas que hay en casa, Joe. —La voz de Erín entra en mis oídos y suelto un suspiro, las botan rojas son nuevamente colocadas en el suelo y me dirijo hacia la cocina.

La vista de Saskia, Erín y mi madre me hace reír, la primera, sentada en el puf morado mientras devoraba un tazón de cereal, el gran vientre cada vez más notable, haciéndonos saber que simplemente quedaba menos de mes para recibir a los mellizos.

Desde que Saskia se había mudado conmigo, todo parecía estar mejor que nunca, las revisiones de los mellizos indicaban que todo marchaba al pie de la letra y que Saskia se encontraba perfectamente para dar a luz de manera normal, dejando de lado la cesárea.

El juego de llaves es tendido en mi dirección y las tomo, observando a Erín.

—Las cervezas están junto a los vegetales. —La morena que ahora era mi suegra, se gira, volviendo la atención a lo que dice mi madre—. Llévate a Saskia contigo, Joe.

—Yo no voy a levantarme, mamá. —No puedo evitar reír ante el gruñido de Saskia.

—Yo puedo hacerlo, Erín. —Recibo una mirada enojada de parte de la morena, pero no me retracto, no quería que Saskia se moviera, los últimos días había estado el doble de cansada y necesitaba descansar.

—Ve antes de que el dragón se libere. —Niego algo divertido y robo un poco del cereal de Saskia antes de abandonar la casa, tener una cena en casa no era algo que hubiera imaginado cuando me mude.

Tampoco imagine que un año después estuviera a punto de tener dos hijos y tener una gran familia, todo estaba mejor de lo que podía imaginar.

Cuando Jack se entero del embarazo de Saskia, casi sufre un infarto, pero luego de que su nueva esposa hablara con él, termino por aceptarlo, aunque se mantenía al margen de todo.

Algo con lo que no estaba de acuerdo.

Puede que él no estuvo durante mucho tiempo en su vida, pero todo el mundo, siempre necesitaba a su padre y sabía muy bien que Saskia no era la excepción.

Cuando logro abrir la puerta de la casa de Erín, ingreso, haciendo mi camino con rapidez hacia la cocina. Tal y como ella había indicado, tres cervezas se encontraban junto a los vegetales, sin detenerme a pensar tanto, tomo las botellas, para luego abandonar la casa con rapidez.

Cierro la puerta nuevamente con llave y cruzo a largas zancadas la distancia entre ambas casas.

La puerta se encuentra entre abierta y cuando ingreso, puedo observar al general tomando caramelos de las medias que estaba preparando.

—General, esas no son las tuyas. —Mi papá clava sus ojos azules en mí, para luego soltar un gruñido y subir las escaleras murmurando en voz baja "Ya no tienen respeto por las personas mayores". Niego divertido y cierro la puerta detrás de mí.

—¿Trajiste las tres? —Erín me mira y sonríe cuando ve las tres botellas que son colocadas sobre la barra de desayuno—. El pavo quedara delicioso.

—Joe. —Giro hacia Saskia, quien mantiene una arruga en su frente—. ¿Puedes ayudar a levantarme? —Asiento con tranquilidad y me acerco a ella, sus manos se extienden en mi dirección pero no las tomo, ignorando el pequeño tirón en mi cadera, la sujeto con cuidado de la cintura y la levanto, ganándome un golpe de su parte—. No puedes hacer eso, puede hacerte daño.

—Estoy bien. —Digo, riendo un poco, Saskia rueda los ojos y se aleja de mí, dejando el tazón de cereal sobre la barra de desayuno, para luego disculparse diciendo que iría al baño.

No respondo, simplemente me limito a observar a la pequeña morena abandonar la cocina.

—¿Puede abrir los pepinillos, Joe?

INTRINSIC © |EDITANDO|Où les histoires vivent. Découvrez maintenant