Capítulo 37: Joe

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—¡General, la salsa de tomate! —La voz de Saskia me hace reír y maniobrar con las muletas. Abro la refrigeradora justo cuando papá cruza la puerta de la cocina.

—¿No necesitas descansar un poco? Creo que estas abusando, Wyrick. —Niego con la cabeza, alcanzando la salsa de tomate y entregándosela.

—Estoy bien. —Él asiente, encogiéndose de hombros para luego volver al patio trasero. Suelto un suspiro.

Era el cuarto mes de embarazado de Saskia y yo al fin podía mantenerme de pie usando muletas, era un gran avance, y era algo de lo que estaba orgulloso. Soltando un suspiro, maniobro nuevamente, obligando a las muletas a guiar mi camino.

Mi camino hacia el patio trasero es rápido y sin problemas, una sonrisa tira de mis labios cuando observo a Saskia acostada en el puf morado que ella mismo había escogido, su mano posada en su vientre mientras observaba correr a Zeus detrás de Derek.

La morena sobre el puf inclina su cabeza y me sonríe en cuanto entro en su campo de visión, su mano se sacude un poco y empiezo a caminar en su dirección cuando me llama.

Mackenzie se acerca de un momento a otro y deja una silla junto al lugar de Saskia, para luego decirle algo a la morena y correr con dirección al rubio. Sujetándome de las muletas me siento, soltando un suspiro cuando la presión en mis pies desaparece.

—¿Estás bien? —Saskia pregunta, observándome algo preocupada—. No debes forzarte, Joe. —No puedo evitar rodar los ojos.

—Estoy bien, mujer, solo un poco cansado. —Saskia me fulmina, para luego volver la vista en dirección a la pareja que jugaba con nuestro perro—. Saskia se levanta con cuidado y se detiene sobre mí, una sonrisa tira de mis labios cuando su –ahora abultado-, vientre, queda frente a mis ojos.

—Me duele la espalda. —Ella murmura, para luego estirarse un poco, mi mano termina en el dobladillo de su blusa, tirando hacia abajo cuando la piel se ve un poco descubierta—. ¿Sofía? —Pregunta, para luego apartar mi mano de su estomago.

—Creo que subió a dormir a Thomas. —Ella niega un poco divertida para luego inclinarse hacia mí y presionar un beso contra mis labios, un "Iré al baño" es susurrado con rapidez y observo como la morena hace su camino hacia el interior de la casa.

Cuando una mano se posiciona sobre mi hombro, debo girar, papá me entrega una cerveza, la cual acepto con gusto y una risa es liberada de mi parte en cuanto veo el delantal que cubre su ropa "El general es el mejor".

Regalo exclusivo de Saskia en cuanto supo de nuestro cumpleaños.

¿Cuántas veces vez a un padre y sus hijos cumplir el mismo día?

—¿Dónde está la morenita? —Pregunta, claramente refiriéndose a Saskia.

—Fue al baño, ¿Por qué? —Digo, luego de dejar la cerveza en mi mano.

—Necesito una foto con esos mellizos, son los siguientes en la línea de ataque. —Pongo los ojos en blanco.

Había pasado tres semanas desde que nos enteramos del sexo de los mellizos y papá no paraba de saltar de alegría cuando le dijimos que eran dos varones, él ya había separado lugares para la escuela militar.

Cosa a la que me negaba completamente.

—Mis hijos no irán a la escuela militar, General. —La voz de Saskia suena a nuestras espaldas y papá suelta un gruñido por lo bajo.

—Concuerdo con Saskia, papá. —Digo, golpeando su mano con suavidad—. No nacen y ya estas guiando sus vidas, debes dejarlos escoger por ellos mismos.

INTRINSIC © |EDITANDO|Where stories live. Discover now