Capítulo 35: Joe

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—No te fuerces, si no puedes hacerlo podemos dejarlo para la próxima semana. —Suelto un gruñido, negando nuevamente con la cabeza. Quería levantarme y no iba a descansar hasta lograr eso.

—No, puedo hacerlo. —Alejo las manos de mi terapista, uno de los mejores que habían en Valencia, este, suelta un gruñido algo cansado pero no dice nada.

Sin su ayuda, me sujeto de los barandales especiales para la terapia, siento el calambre familiar en mis piernas, pero lo paso por alto cuando el tirón en mi cadera se hace presente.

Tratando de alejar el dolor en mi cadera, me impulso con ayuda de mis brazos, la emoción en mi pecho me hace soltar una corta risa y la sonrisa en el rostro de mi terapista no pasa por alto.

Este, se acerca a mí y se coloca delante de mí, claramente esperando a que tropezara, pero me negaba a hacerlo, obligando a mí cerebro enviar las órdenes correctas a mi sistema nervioso para que mis piernas se muevan, rezando y cruzando los dedos al mismo tiempo.

—Joe. —La voz suave y emocionada de Saskia entra en mi campo auditivo y levanto la cabeza con rapidez, ella llevaba un vestido verde suelto que dejaba ver como el embaraza había hecho aumentar de tamaño sus pechos.

Esos pechos que tanto amaba, pero ahora debía compartir.

Un par de brazos me ayudan a regresar a la silla aunque me niego, Rex opone resistencia, sentándome con rapidez en la silla de ruedas, lo miro mal, logrando que el ruede los ojos.

—Tienes media hora de descanso, Wyrick. —Dice, para luego inclinar la cabeza hacia Saskia a modo de saludo y marcharse. La morena parada a unos cuantos metros de mi, se acerca, sujetando en su mano lo que parecía ser una bolsa de gomitas.

Extraño antojo, pero no las había dejado de comer desde que Erín se había enterado del bebe, exactamente tres semanas.

—¿Erín te trajo? —Ella niega con la cabeza, para luego presionar un beso en mis labios—. ¿Cómo llegaste?

—Derek. —Suelta un suspiro—. Salí con Mackenzie y casi termina haciendo una escena en el restaurante, luego me abrazo y me dijo que sería la madrina del bebe. —Tiro de la mano de Saskia, obligándola a sentarse sobre mis piernas, esta hace una mueca algo divertida al ver mis brazos llenos de sudor—. Necesitas una ducha.

—Cuando estemos en casa puedes ayudarme. —Saskia rie, sacando un par de gomitas de la bolsa y metiéndolas en su boca, sin siquiera pensarlo, mi mano termina en la parte posterior de su cuello para poder besar sus labios, Saskia suelta un jadeo cuando su labio inferior es mordisqueado por mis dientes—. Cereza.

—Idiota. —Ríe, alejando mi mano de su cuello—. Lo estuve pensando. —Su mirada se torna algo seria y suelta un suspiro—. Me quedare en la escuela, ¿Qué es lo peor que puede pasar?

—Nada. —Respondo con rapidez—. No dejare que les pase nada, morenita. —Como dándole más valor a mi palabra, poso mi mano en su vientre, el cual solo mostraba haber crecido un poco—. Ustedes son mi prioridad.

La sonrisa que Saskia me regala, me hace olvidar por completo el dolor en mi cadera, por lo que simplemente nos quedamos ahí, recibiendo un par de miradas curiosas y divertidas, pero todo eso no importaba, lo único que importaba era saber que Saskia estaba bien y feliz.

—¡La pizza acaba de llegar! —El grito de mamá me hace soltar un gruñido por lo bajo, tratando de no moverme de mi lugar. Todos mis músculos se oponen a dejarme levantar, por lo que no lucho demasiado, simplemente me quedo en el sillón, abrazando a la morena que se había quedado junto a mi durante la tarde.

La mata de cabello negro de mamá entra en mi campo de visión y sonrió en su dirección, sus brazos se posicionan en jarras y dice: —Por más que me gustaría dejarlos dormir, Saskia debe comer algo, Joe.

INTRINSIC © |EDITANDO|Where stories live. Discover now