🔥 Capítulo 15

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La cuerda que nuestra captora había atado en mis muñecas estaba empezando a despellejármelas, era imposible liberarme. Usó el material de las redes en las que caímos para limitar nuestros movimientos, los pies también los teníamos atados y avanzábamos muy despacio.

Mahína y Calaham iban delante de mí, Rem detrás y la muchacha encabezaba la fila, sujetando con fuerza los extremos sobrantes de las cuerdas para marcar el ritmo que debíamos seguir. A veces pegaba tirones que nos hacían tropezar, la mujer Katpanu ya se había caído al suelo en un par de ocasiones y a mí me faltaba poco para acabar igual.

Seguía hiperventilando y bastante nerviosa porque aún ninguno había hecho nada para sacarnos del lío. No sabía si se debía a que no podían o a que tenían algo mejor planeado. Me gustaba pensar que era la segunda opción para mantener la calma, no obstante, tan rápido como la recuperaba, se iba.

Estábamos rodeados por esos lobos voraces y gigantescos, los cuales se encontraban a nuestro lado y actuaban como si fuéramos un rebaño de ovejas. En el momento en el que nos salíamos un poco de la fila, nos enseñaban su terrorífica dentadura, gruñían y nos obligaban a volver a la posición que consideraban idónea.

Me daba miedo ver como se les resbalaba la babilla cada vez que se acercaban a olerme.

«Siento que soy un chuletón con patas».

Miré hacia atrás, queriendo buscar la mirada de Rem con la esperanza de que me hiciera saber que todo estaría bien, aunque solo me enseñó la neutralidad de su rostro. No sabía cómo tomarme eso. ¿Estaría tan asustado como yo? ¿Tendría alguna idea para huir? ¿O, simplemente, estaría aceptando su destino? No me agradaba que se estuviera planteando rendirse; no lo veía propio de él y su tranquilidad me decía que se traía algo entre manos.

«No me falles, monstruito».

Cuando regresé la vista al frente, me percaté de que Cal no tenía muy buena pinta. Se tambaleaba hacia los lados y parecía que se fuera a caer en cualquier momento; algo le sucedía. Hice el ademán de acercarme, pero la cuerda que me unía al mestizo y al resto de mis compañeros me lo impedía; estaba demasiado tensa y apenas podía moverme.

En apenas unos segundos, el mago cayó al suelo de rodillas, provocando que Mahína y la mujer lobo se viesen obligadas a retroceder. Aprovechando que Rem corrió hacia su padre, destensando así la cuerda de nuestra fracción, le imité. Me arrodillé para poder estar a su misma altura y le observé con detenimiento; tenía el rostro pálido y los goterones de sudor le recorrían la frente.

—¿Qué te ocurre? —le preguntó su hijo, preocupado.

Mahína caminó hacia nosotros y prestó atención a lo que sucedía.

—He gastado toda mi energía en intentar que esa licántropo obedeciese mis órdenes —jadeó—. Pero no funciona.

La mujer se rio y, a continuación, se dirigió con pasos decisivos hacia donde nos encontrábamos. Tras acuclillarse para poder verle mejor la cara al Vator, sonrió con malicia.

—Vuestra magia no tendrá ningún efecto en mí —aseguró y se sacó una especie de colgante del interior de su top—. ¿Sabes qué es esto?

Se trataba de un redondel de madera de tamaño mediano, con el dibujo de las cinco fases de la luna en vertical y los puntos cardinales de una brújula marcados por estrellas y varias circunferencias. En el cordel que lo unía a su cuello, había colmillos afilados de distintos tamaños y tres plumas que parecían ser de cuervo.

—Un Tótem lunar —respondió con dificultad—. ¿De dónde lo has sacado?

—Eso es lo de menos —dijo—. Me da inmunidad a muchos tipos magia. Así que no malgastes tu energía en vano, te matarás. Y, para serte sincera, quiero reservarme ese derecho a mí. Por todo lo que los Vatores me habéis arrebatado. —Miró a Rem—. Tú te libras porque eres el mestizo que todos buscan y te quieren vivo.

Corazón vagabundo: enjauladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora