🔥 Capítulo 23

212 39 76
                                    

—No interfiráis.

Lana, con una sonrisa de oreja a oreja que predecía lo que iba a suceder, se incorporó y se encaminó con cautela hacia aquel cazador que se mantenía de espaldas a nosotros colocando a aquellos animales muertos. La loba se aproximaba con una lentitud aplastante, agachada, a cuatro patas y sin hacer ni un solo ruido, era digno de admiración, era como ver a una leona en pleno acto de caza.

El hombre, cuando hubo terminado, cogió una lona de tela y la pasó por encima de los cadáveres para cubrirlos. En cuanto la chica estuvo lo suficientemente cerca de él, se fue incorporando poco a poco a la vez que cogía su hacha, cosa que me asustó y me puso nerviosa. ¡Lo iba a matar!

Rem pareció notar mis intenciones, por lo que me apresó la mano y me mantuvo a su vera para que no interfiriese. No podía quedarme allí mientras presenciaba un asesinato, aquel hombre no nos había hecho nada, era inocente, no podían matarle. No quería verlo, tenía que pararlo y lo único que pude hacer fue suplicarle al mestizo con la mirada que parase aquella barbarie. Él solo me observó sin soltarme con neutralidad y advertencia.

—¡Cuidado, detrás de ti! —chilló Mahína.

Calaham le tapó la boca con las manos demasiado tarde. El cazador se dio la vuelta y sorprendió a Lana con un puñetazo que impactó de lleno en su nariz, tirándola de espaldas al suelo. Antes de que ella pudiese moverse, él le arrancó de cuajo el tótem que llevaba colgado del cuello, le mostró la palma de su mano libre y la inmovilizó contra la tierra; era un mago. Con una rapidez sorprendente, cogió su ballesta y apuntó a Lana a la cabeza con la flecha que ya tenía recargada.

Todo había ocurrido tan deprisa que tardamos en reaccionar. Me levanté de inmediato del suelo, pero Rem tiró de mí hasta que logró devolverme a mi posición. El mestizo salió corriendo hacia nuestra acompañante haciendo uso de su súper velocidad y, en el momento en el que aquel hombre disparó la flecha, la mano de Rem se entrometió y la agarró por el mango antes de que la parte puntiaguda se le clavase a la chica en uno de sus preciosos ojos.

Cal me pasó la cuerda de Mahína y salió a ayudar. Apenas le dio tiempo a avanzar un paso, pues su hijo ya había terminado con el trabajo. Él había pegado un salto, se había puesto detrás de su atacante y había pasado su antebrazo por el cuello del hombre mientras le bloqueaba la cabeza con su mano libre, ahogándolo. No cesó la maniobra hasta que aquel Vator cerró los ojos y quedó inconsciente o muerto, no lo sabía.

El mestizo dejó al mago en el suelo con cuidado a la vez que Calaham se disponía a levantar a Lana. Yo salí de mi escondrijo y tiré suavemente de Mahína para que me acompañase hasta a ellos. Una vez que llegué, pude notar la angustia de la loba; seguro que había visto pasar su vida ante sus ojos.

—¿Estás bien? —le preguntó Rem con la respiración agitada.

—No necesitaba ayuda, podía yo sola —dijo ella con rudeza.

—Ah, ¿si? Esta flecha ha estado a punto de matarte.

—Os dije que no interfirierais. Era mi plan.

—Te he salvado la vida —aclaró él con molestia.

—¡No lo necesitaba!

—¿Es que no puedes decir gracias y ya?

—¡Vete al cuerno, joder! —vociferó Lana propinándole un empujón en el pecho.

—¿¡Pero a ti qué coño te pasa!?

—¡Basta! —intervino Calaham—. Estaros quietos.

—Siento interrumpir. —Carraspeé con la garganta—. ¿Está... está muerto?

Corazón vagabundo: enjauladoWhere stories live. Discover now