Descansa pequeño monstruo

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Samantha

Entro al gran baño soltando un suspiro, me echo un vistazo en el espejo, mi maquillaje está intacto más mis mejillas están rojas por el reciente enfrentamiento, me lavo las manos y refresco mi rostro buscando que se me pase el enojo imprudente.

Al salir me encuentro con los ojos grises ya más calmados, es un alivio no tener que lidiar con un iceberg.

-¿Caminamos? -pregunta con tranquilidad, ¿acaso a éste le di pena?.

-Vale -acepto, después de todo no quiero volver a ver a las falsas que tienen mi misma sangre.

Vamos al patio trasero, a lo lejos veo un jardín de rosas, la oscuridad no me deja admirar el final de la larga muralla más con las luces logro admirar las abundantes rosas amarillas, mis favoritas.

-Debo decir gracias -suelta Ryan sacandome del embelesamiento por el jardín, mis desconcierto lo hace rodar los ojos- si tu no hubieses hecho todo ese drama le tiraría el postre por el cual estabas babeando a mi padre. -explica, me fue imposible no reír, él realmente está loco.

-Estas loco chico ego.

Tomamos asiento en unos sofás con vista al jardín, si por mi fuera sería feliz viviendo solo en su jardín.

-Estaban por burlarse de mi madre, fue una niña enamoradiza y tonta, aún así no se merece que se burlen de ella... -baja la cabeza al decir aquello con tristeza, estoy aún más perdida que antes, la mujer que vi en la fotografía se veía fría y muy fuerte, capaz de matarte de una sola mirada si eso quisiese, no me la imagino como una tonta enamorada a lo Grace.

-Creo que no están consientes de sus propias palabras -intento aliviar llevándome una mirada desconcertada de él.

-Tan solo bastó que tu madre hable mal de aquél hombre que ni siquiera tiene tu sangre para que tu te hayas enojado, no me digas que no son conscientes, ya están grandes como para ser unos hijos de puta. -vuelvo a reír desviando la mirada a la oscura noche, las estrellas no son tan visibles a pesar de que el frío no esté presente.

-Tienes razón, aún así quiero encontrar alguna justificación para su inmadurez, no quiero aceptar que sean idiotas por que se les da la gana...

Lo miro por unos segundos encontrándome con que está admirando la noche pensativo, como si algo no cuadrase en su pequeño cerebro, lo veo abrir sus labios dispuesto a comentar o refutar mas una voz cálida lo interrumpe.

-Supuse que no pudieron siquiera probar el postre... así que les traje un poco, si gustan -nos ofrece la ama de llaves extendiendo los platillos, no dudo en agarrarlo sonriendole a ella, me ha salvado la noche, esta claro que la adoro. Ryan me mira con la cara de: ¿En serio?, pero no se niega a la hora de recibir el pequeño platillo con el postre sobre el.

-Muchas gracias Ryes, pequeño mounstro estaba por suicidarse por las ganas de probar tu mejor platillo -él ríe mientras yo quedo con la boca abierta de la sorpresa, la señorita Ryes suelta una pequeña risa.

-Cada que venga es bienvenida a mi cocina.

-Es muy amable. -digo avergonzada lista para probar el primer bocado del postre, esta mejor que la cena, si está permitido me gustaría casarme con este postre en este mismo instante.

-¿Te gusta? -pregunta con una sonrisa divertida en su perfecto rostro.

-¿Es necesario preguntar? -ambos reimos mientras seguimos comiendo.

Ryes sonríe una última vez antes de despedirse y seguir con sus deberes. No creo que la noche haya sido como la planee, es más creo que lo que planee ni siquiera hubiese sido posible... mis ojos vuelven a viajar al chico de a lado, esta terminando con su postre, sus ojos se encuentran con los míos y me esfuerzo por no escapar de ellos como una curiosa cobarde.

Prohibido Creer en Historias de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora