Capítulo 4: Sonrisa

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Para mi sorpresa, Eisherz no me apartó

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Para mi sorpresa, Eisherz no me apartó.

Solo se mantuvo en la misma posición: con los ojos extra abiertos, las mejillas rojas y mis labios sobre los de él, en un beso tierno que me había dejado desorientada por unos segundos.

No me juzguen por haber elegido esa excusa tan típica y problemática para justificar su presencia en mi casa. Él iba a hablar y, tengan en cuenta además, que estaba medio desnudo en mi salón. ¿Qué se suponía que dijera? Esta era la opción más creíble.

Puse mis manos en sus hombros, y me alejé con lentitud sin apartar la mirada de sus ojos hipnóticos.

—No sabía que... tenías pareja. —comentó Landon, haciéndome reaccionar.

—Es algo reciente. —añadí, luego de mojar mis labios inconscientemente y mover mi vista hacia él— Nadie lo sabe.

—Pues que honor ser el primero que lo sepa. —sonrió, forzado.

—Ja, sí.

¡Momento incómodo! — gritó mi conciencia, y por esta vez, tenía razón. Ninguno de los tres sabía que más decir (bueno, excepto Eisherz, que parecía aún perdido en su cabeza)

—Yo... tengo que irme. —anunció Landon, señalando a la puerta— Si necesitas algo, o si aquel intruso vuelve a aparecer, no dudes en llamarme.

—Si, claro. No te preocupes...

—Por cierto —me pasó por al lado y caminó hasta el chico sentado en el sofá— Yo soy Landon. Mucho gusto en conocerte... —dejó la expresión en el aire, esperando a que él le dijera su nombre. Pero Eisherz ni siquiera lo miraba, y era obvio que no iba a responder.

—Es algo cerrado, Landon. —sonreí.

—¿Ni siquiera me dirá su nombre? —insistió— ¿Acaso es mudo?

—Landon. —hablé severa.— Adiós.

Asintió con pesadez, entendiendo mi indirecta: quería quedarme a solas con "mi novio".

No perdió otro segundo más, y desapareció por la puerta principal sin mirar atrás. Sé que prácticamente lo eché de mi casa, pero es Landon... él me entiende y sabe cómo soy. Si hubiese sido su hermano Logan quién estuviese aquí, pues habría terminado confesando quién era el chico de hielo con lujo de detalles. Digamos que puede ser algo insistente y metiche conmigo.

En cuanto cerré la puerta, mi corazón volvió a latir descontrolado al saber que ahora me tocaba la confrontación con mi primer amor, a quién había besado sin consentimiento y que no entendía ni una pizca de lo que decía.

—Venga, Madison. —mascullé para mí misma, acercándome a él— Es solo una persona X. No es nadie especial. ¿Un beso? Eso no es nada especial en este siglo. O sea, él no es la primera persona que besas.

EisherzWhere stories live. Discover now