Capítulo 10: Temperatura

3.9K 850 698
                                    

En este capítulo se confirmará algo que ya muchas sospechaban pero, anjá, debo confirmarlo al fin porque es algo emocionante, por lo menos para mí

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

En este capítulo se confirmará algo que ya muchas sospechaban pero, anjá, debo confirmarlo al fin porque es algo emocionante, por lo menos para mí.

Bueno, no les quiero demorar mucho. Solo les recuerdo de comentar y comentar mucho, vuestras palabras y reacciones, me impulsan para seguir escribiendo esta historia tan nueva para mí.

Sin más, ¡A leer!

En cuanto su cuerpo alcanzó los 33 grados centígrados, el pulso de Eisherz volvió a repiquetear a través de la pantalla en la que monitoreaba sus signos vitales.

Subí un poco la temperatura de la máquina para evitar el proceso de congelado. Solo necesitaba enfriar su cuerpo lo antes posible, no volverlo a congelar. No me despegué de su lado en toda la noche, ni siquiera dormí vigilando que su pulso no desapareciera.

A la una de la mañana, con la temperatura de su cuerpo a 31,5 grados centígrados, Eisherz abrió los ojos dentro de la máquina.

—¡Eisherz! —presioné el botón que abría las compuertas con rapidez, mientras él me miraba desde adentro.

—¿Qué pas-? —no lo dejé terminar. En el momento en que ya nada impedía que nos tocáramos, lo tomé del hombro y lo impulsé hacia mí, hasta envolverlo en mis brazos.

El frío de su piel, me puso los pelos de punta. Parecía como estar abrazando a una paleta humana.

—¡No te imaginas el susto que me has dado! —las lágrimas salían de mis ojos como si tuvieran vida propia.— Pensé que-

—Mad...

—No hables. Solo... —sentía el nudo en mi garganta que no desaparecía— abrázame.

Y eso hizo. No dudó ni un segundo en estrecharme entre sus brazos. Mis ojos picaban mientras más lloraba como si mi vida dependiera de ello. Estaba sacando toda la frustración que tenía dentro.

En ese momento, él con medio cuerpo dentro de la máquina de criogenia y yo sentada al otro lado completamente desaliñada, supe que no podría vivir en un mundo en el que Eisherz no estuviera.

Lo necesitaba tanto como el oxígeno para respirar.

—Vamos. —mascullé al separarnos.

Le tendí mi mano para ayudarlo a abandonar la máquina. Salimos juntos del sótano, y yo me aseguré de volver a activar el mecanismo del mismo. Con los dedos entrelazados, lo guie hacia nuestra habitación. No quería soltarlo.

Él no protestó cuando le dije que se sentara en la tapa del retrete mientras me duchaba. No me importaba que solo hubiera una cortina separando mi cuerpo desnudo de sus ojos. Yo podía ver su silueta, y aunque estaba segura de que él también podía ver la mía, eso bastaba para seguir tranquila.

EisherzWhere stories live. Discover now