Capítulo 22: Límites

1.2K 175 79
                                    

Por todo lo que acababa de pasar con Eisherz y con Betsy, había obviado lo más importante de todo esto: Elias Beckham era el culpable de la muerte de mis padres

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Por todo lo que acababa de pasar con Eisherz y con Betsy, había obviado lo más importante de todo esto: Elias Beckham era el culpable de la muerte de mis padres. Él había estado la noche de ambas muertes, yo lo había sentido. Betsy nos había dicho que él asesinó a nuestra tía y que la había apuntado a ella con una pistola. Él mismo me había dicho que mi padre le había arrebatado al chico del dibujo, es decir, a Eisherz.

Él debía morir.

—No puedo hacer eso. —respondió Aren ante mi orden.

—¿Por qué no? —pregunté con el ceño fruncido.

—Porque él tiene una fuerza protectora que no me deja acercarme.

—¿Y tú cómo sabes eso? —algo no me olía bien.

—Porque ya lo intenté antes y no pude...

Aren detuvo sus palabras al ver mi cara.

—¿Qué pasa?

—Tú ya lo sabías. —murmuré al darme cuenta del significado de sus palabras— Tú sabías que Elias era el culpable de todo esto. Sabías que había asesinado a mis padres.

Se encogió de hombros e hizo una mueca desinteresada con sus labios. Eisherz se puso rápidamente a mi lado.

—¿Desde cuándo lo sabías? —había comenzado a respirar más rápido de lo normal. Sentía algo en mi pecho creciendo.

—Desde hace mucho tiempo.

—¿Hace cuánto exactamente?

—Años, terroncito. —exclamó— ¿Crees que guardo en mi memoria una calculadora para saber el tiempo exacto?

—¿Viste cómo los mataron? —me había acercado a Aren y lo estaba sosteniendo por los hombros.

—No estuve ahí esa noche, si a eso te refieres.

—Entonces, ¿cómo lo sabías?

—Soy un Cambiante. Nosotros somos buenos rastreando. —y sonrió. El muy hijo de puta me sonrió de medio lado. Como si estuviera orgulloso de ello.

—Te odio muchísimo. —escupí, intentando controlar las ganas de gritarle y golpearle. Lo solté de inmediato

—¿Y ahora por qué me odias, terroncito?

—No me llames más así. Me mentiste y yo confié en ti.

—No te mentí. —se encogió de hombros— Tú nunca me preguntaste, en cambio.

—¡Eran mis padres! —no pude evitar que esas palabras me salieran con un grito ahogado. Ahora intentaba contener el nudo en la garganta que me avisaba que iba a llorar en nada— Y tú sabías lo importante que eran para mí.

—Eisherz era más importante. —su comentario me golpeó— Ambos sabemos que no estabas pensando en tus padres cuando buscabas la forma de despertarlo.

EisherzWhere stories live. Discover now