Capítulo 8: Secuestradora

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Y yo también

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Y yo también.

No sé de dónde saqué la fuerza necesaria para agarrar el mando de la televisión y presionar el botón que la apagaba.

—¿Sabes si quiera lo que significa esa frase? —pregunté, caminando hacia la ventana y cerrando las cortinas. Me mantuve de espaldas a él, esperando a que mis mejillas se enfriaran y mi corazón dejara de latir.

—Significa que tengamos relaciones sexuales para que me perdones. —inquirió.

Bufé. Me giré hacia su dirección con el ceño fruncido. Su bulto en la entrepierna seguía remarcado, por lo que hice lo posible para no bajar la vista.

—¿De dónde sacaste eso?

—La mujer en la televisión estaba discutiendo con uno de los hombres al principio. —explicó, moviendo sus manos como si estuviera exponiendo un proyecto— Él le dijo "I want to fuck with you". Ambos comenzaron a desnudarse, tuvieron relaciones y la mujer se veía muy feliz en el proceso. Por lo que ya no estaba molesta.

Entrecerró sus ojos y elevó la mirada, pensativo.

—Aunque no entiendo por qué el pizzero se unió luego a ellos.

—Eisherz. —llevé la mano a mi frente, negando con la cabeza— No puedes creer todo lo que vez en la televisión y menos en una película pornográfica.

—¿Por qué? Parecía tener sentido. Además, tú estás molesta conmigo por haber salido cuando me dijiste que no lo hiciera, y yo quiero que me perdones. —formó un puchero con los labios— No quiero que estés enojada conmigo. Me pone triste.

Yo que tú, acepto el sexo de reconciliación. Solo digo.

No puedo hacer eso. Me estaría aprovechando de su inocencia.

Venga ya. ¿Inocente con ese tamaño allí abajo?

Cállate, que no estás ayudando.

—No estoy molesta contigo. —declaré, sentándome en el borde de la cama.

—Mentira. Solo lo dices porque no quieres tener relaciones conmigo.

Claro. Y el hielo no se derrite bajo el sol, no te jode.

—No es eso. —ignoré a mi conciencia— De verdad que ya se me pasó el enfado. Además, si querías que te perdonara, me hubieras pedido disculpas en vez de ofrecerme sexo.

—¿Eso habría bastado? No creo que fuera suficiente.

—Cuando uno pide perdón, a veces no es la cantidad o el esfuerzo, sino la sinceridad.

—Entonces... ¿estamos bien? —se puso de rodillas en la cama, acercándose a mí, en espera de una respuesta.

—Sí. Estamos bien. —sonreí. El semblante de Eisherz tomó color y expresó su felicidad, dando una vuela en el aire con una enorme sonrisa de oreja a oreja— Pero para la próxima vez que me desobedezcas, no solo me voy a enfadar, te voy a dejar fuera de casa.

EisherzWhere stories live. Discover now