Capítulo 25: Traición

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Desperté lentamente, sintiendo una extraña sensación de aturdimiento y confusión

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Desperté lentamente, sintiendo una extraña sensación de aturdimiento y confusión. Mis ojos se abrieron con pesadez mientras intentaba enfocar mi mirada en el entorno que me rodeaba. La luz tenue y los sonidos metálicos de la sala me hicieron darme cuenta que no estaba en un lugar familiar. La habitación era fría y opresiva.

Intenté moverme, pero rápidamente me di cuenta de que estaba atada a una camilla de acero. La sensación del metal apretando mis muñecas me hizo entrar en pánico. Miré a mi alrededor, tratando de entender lo que estaba pasando.

Fue entonces cuando mis ojos se posaron en la figura de Eisherz, inmóvil en una camilla cercana. Mi mirada se posó en su pecho desnudo, donde unas marcas pintadas rodeaban el lugar dónde estaba su corazón, y mi propio corazón se hundió. Había hecho todo lo posible para protegerlo del mundo exterior, de estas personas que querían hacerle daño y, aún así, no había servido de nada.

Cuando aquellas personas irrumpieron en mi casa, no pude hacer nada. Era débil en comparación, y no hacía más que sentirme impotente por aquello.

Entonces un grupo de científicos entraron en la sala y rodearon a Eisherz con una mezcla de curiosidad y expectación. Intenté gritar, pedir ayuda, pero no podía hacerlo. Mi cuerpo estaba tan débil, que lo más probable era que me hubieran sedado.

Observé con impotencia cómo se acercaban a Eisherz, examinando su cuerpo y conectando cables y electrodos a su alrededor. Los monitores y las máquinas a su lado comenzaron a mostrar lecturas y gráficos que representaban su actividad cardíaca cerebral. La excitación en la sala era palpable, mientras los científicos intercambiaban miradas de asombro y murmuraban entre ellos.

Mi mente se llenó de preguntas y preocupaciones, temiendo por su seguridad y por la revelación de su verdadera naturaleza sobrenatural.

A medida que los científicos continuaban sus experimentos, noté que sus expresiones cambiaban gradualmente. El asombro dio paso a la confusión y al desconcierto. Los monitores mostraban patrones inusuales en la actividad cerebral de Eisherz y su temperatura desafiaba toda lógica médica.

La sala se llenó de un silencio tenso y yo... yo perdí el conocimiento.

(...)

Un estruendo fuerte me hizo recobrar la conciencia. No sabía cuánto tiempo había pasado con exactitud, pero aun seguía en la misma posición de antes. Abrí los ojos y vislumbré la silueta borrosa de una persona que acababa de entrar en el lugar dónde nos encontrábamos con pasos fuertes y decididos.

—¿Qué le has hecho? —exclamó aquella persona.

Conocía esa voz. Claro que lo hacía. Necesitaba pedir ayuda, pero aun me costaba hablar.

—Cálmate. —respondió una voz femenina a mi lado. Levanté la vista y una mujer se encontraba junto a la camilla de Eisherz— Ella está bien.

—Yo no la veo bien. —me señaló— Está drogada y la tienen amarrada.

EisherzWhere stories live. Discover now