Capítulo 9: Cavernícola

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—¿Cómo me dijiste, niñata?

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—¿Cómo me dijiste, niñata?

—Maldito cavernícola. —gruñí— ¿Quieres que te lo repita?

Vislumbré como su mandíbula cuadrada y cubierta por una leve barba, se tensaba mientras nos sosteníamos la mirada como dos depredadores en un duelo de muerte. Sus ojos eran de un color café claro, la luz que entraba por la puerta a mis espaldas los hacían aún más brillantes. Tenía el cabello relativamente corto y oscuro.

—¿Acaso sabes a quién le acabas de decir ese improperio? —escrutó, tratando de intimidarme con su altura mientras daba un paso más cerca de mí.

Yo parecía una hormiga diminuta a su lado y eso era notable a la vista. Éramos como la Bella y la Bestia. Pero a pesar de eso, no me dejé amedrentar y di otro paso al frente, poniéndome de puntillas y levantando la barbilla con orgullo.

—A una persona que acaba de faltarle el respeto a la memoria de mi padre.

—¡Señorita Smith! —exclamó alguien, agarrándome del brazo y atrayéndome hacia ella.— Usted es la nueva, ¿cierto?

La chica que me hablaba, era la misma que minutos antes estaba detrás del mostrador con los ojos cerrados. Seguía mascando chicle, pero esta vez unía su entrecejo y me sonreía de forma incómoda.

—Sí, lo soy. —mi tono se escuchó más grueso de lo normal.

—Buenos días Señor Beckham. —exclamó, moviéndose frente a mí e inclinándose hacia delante en señal de respeto.

El hombre me fulminaba con la mirada desde su posición, haciendo caso omiso al saludo de la joven.

—Un café en mi oficina en 10 minutos. —y sin más, se giró hacia el pasillo a sus espaldas con pisadas lentas pero seguras.

Mientras se alejaba, me tomé un segundo para detallar la forma en que su camisa negra se ajustaba a sus brazos musculosos y cómo el pantalón de mezclilla provocaba que se remarcara su espalda baja.

<No está nada mal a la vista.>

¿Qué dices, loca? Ese hombre acaba de insultar a nuestro padre. ¿Cómo se te ocurre verlo atractivo?

<Yo soy tu conciencia y digo todo lo que tú quiere decir y no te atreves. Así que sí, está que te cagas.>

No fue hasta ese entonces que noté que llevaba una bata blanca en su mano.

—¿Quién era ese? —le pregunté a la chica luego de seguirla hacia el área de descanso, dónde ella estaba preparando un café.

—Ese es Elías Beckham. —declaró— El director.

—Oh. —creo que me estoy replanteando lo de trabajar aquí.

—Sí. Acabas de llamarle cavernícola a tu jefe. —masculló como si acabara de cometer un pecado capital.

EisherzWhere stories live. Discover now