Capítulo 24: Pensamientos

821 137 147
                                    

(Si comentan mucho, prometo actualizar el próximo martes sin falta)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(Si comentan mucho, prometo actualizar el próximo martes sin falta)

—Venga —dijo Eisherz mientras agarraba otra toalla y comenzaba a secarse. Mientras tanto, yo me quedé allí de pie, envuelta en mi toalla sin moverme. Mi chico se dio cuenta de mi inmovilidad y me instó a no quedarme parada para evitar resfriarme.

Sin embargo, no me moví. Estaba concentrada en él, en sus pensamientos. Quería volver a escuchar su voz interior, pero no oía nada. ¿Me estaba volviendo loca? No, había escuchado con claridad su voz. Era su voz, pero... no era el tono de voz que solía usar conmigo.

De repente, Eisherz se acercó para secarme.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté, desconcertada.

—Evitar que te enfermes por mi culpa —respondió mientras me secaba el cabello.

—No es tu culpa.

—Ya lo sé —sonrió y detuvo sus movimientos—. ¿Y quién fue el que te arrastró a la ducha con el aire acondicionado al mínimo?

Me sonrojé ante su comentario.

—De acuerdo —le quité la toalla evitando su mirada—. Puedo secarme sola.

La verdad era que estaba muriéndome de frío. Durante... esa situación, no lo había sentido debido a razones obvias. Pero ahora que todo había vuelto a la normalidad, temblaba. Ni siquiera me había dado cuenta hasta ese momento.

Terminamos de secarnos y nos vestimos con ropa limpia y seca, regresando a la habitación. La borrachera se había disipado desde el momento en que Eisherz me había abordado al llegar a casa. Recordé mi conversación con Landon, habíamos resuelto las cosas y eso me sacó una sonrisa. Había estado preocupada por él desde aquel día, pero, por fortuna, pudimos solucionarlo.

Me lancé en la cama deseando no despertar durante una semana. Me sentía físicamente agotada. Esperaba que Eisherz se acurrucara a mi lado, pero no lo hizo.

—¿Qué haces ahí parado? —pregunté al verlo al pie de la cama, con expresión indecisa.

—Bueno... —comenzó a jugar con sus dedos—. Aren no está y... tengo hambre.

En ese momento me di cuenta de que yo no tenía hambre porque había picado algo con Logan mientras bebíamos y no me había acordado de Eisherz. Estaba acostumbrada a tener a Aren ahí para encargarse de la comida de Eisherz cuando yo no estaba disponible, evitando que él se acercara a la cocina.

Pero Aren se había ido... al otro mundo.

Decidí levantarme de la cama y mi chico me siguió de camino hacia la cocina. Eisherz se sentó en un taburete mientras yo improvisaba unos espaguetis. No escatimé en las porciones, sabiendo que Eisherz era capaz de comerse toda la olla completa. Terminé de hacer la salsa y, mientras esperaba a que el agua hirviera para añadir los espaguetis, me giré hacia él.

EisherzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora