Tuitania

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Betty tardó un poco más en recuperarse de la cesárea del niño, que del parto de Camila y estuvo en el hospital cinco días. Tiempo en el que las visitas de familia, amigos, conocidos y clientes eran constantes, lo mismo que los centros de flores que iban llegando para la mamá, siempre con un detalle para el pequeño. Tantas eran las flores al tercer día, que Betty pidió a Armando que las mandase a la iglesia dónde se casaron, allí al menos adornarían los altares y serían más las personas que disfrutarían de ellas. Así que Freddy se apareció por el hospital acompañado de uno de los mozos del almacén y se llevaron los centros en una furgoneta.

Armando estaba radiante, vivía uno de los mejores momentos de su vida. Su relación con Betty era inmejorable, lo mismo con sus padres y en la empresa las cosas, iban muy bien, mejor que nunca. Camila crecía y maduraba por días y aparentemente no tenía celos del pequeño, a excepción de cuando lo veía en brazos de mamá o aún peor de papá, entonces llamaba a Lina y le decía :

Camila.- Lina, �cadga al hedmanito�, papi �tá muy cansado del tabajo�

Armando se partía de la risa con estas cosas, porque una vez que Lina se llevaba al pequeño, ella mimosita se le sentaba en la piernas y reclamaba toda su atención. En Camila se cumplía a la perfección, ese dicho popular de que �las hijas son de los padres�, y también en la pequeña María, que aún cuando su mamá la llamaba la �pequeña ingrata�, no podía menos que derretirse al ver al doctor Calderón con ella en brazos y la nena dedicándole sus primeras sonrisas y gracias.

Se acercaba la Navidad y en Ecomoda se notaba el trajín propio, del aumento de ventas de aquellas fechas, además ahora que no estaba Betty, el trabajo de ella había que repartirlo y Armando andaba un poco estresado, aún así, procuraba volver a casa a la hora de siempre, aunque le costase tener que almorzar en la oficina. Para Camila era la primera Navidad, de la que tenía conciencia, y estaba auténticamente fascinada con todos los preparativos que las fiestas conllevaban.

Cada día al regresar del colegio, esperaba nerviosa a que papi llegara para explicarle con todo detalle, las cosas maravillosas que había hecho durante el día : un abeto con bolitas de papel, una estrella de papel de oro, una pintura del Niño Jesús, la Virgen y San José.... Lo mismo le cantaba, con bastante afinación, para lo pequeña que era el villancico que le estaban enseñando y que a Armando le hacía mucha gracia, por los gestos que lo acompañaban, y que su hijita repetía con fidelidad.

Armando.- A ver mi amor, cántale a papi esa canción del Niño Jesús.

Camila.- Dice la �teño� que se llama villancico.

Armando.- Tienes razón mosntrica, todas las canciones de Navidad se llaman villancicos, a ver cántale a papi.

Camila .- El Niño �Jetús� se hizo un chichón, la �Vidgen Madía� le puso algodón, que �lloda, que �lloda�, que �lloda� y no �pada�, la �Vidgen Madía� está �peocupada�...
Al decir esto, ella apoyaba la carita en la mano y ponía expresión de disgusto, y ahí Armando es cuando no podía y se la comía a besos, y la levantaba por el aire y la abrazaba, y ella se desternillaba de la risa.

Según su suegra, era igual de �cómica� que Betty cuando niña, claro que Camila era mucho menos tímida, en eso según doña Margarita salía al papá, que desde chiquitico hablaba hasta con las farolas del parque y de tímido nada de nada.

En los primero días de diciembre, Camila asistió absolutamente maravillada, a la instalación de un precioso abeto en el salón de su casa, y pasó toda la tarde ayudando con muchísimo cuidado a su papá a colgar los adornos y las guirnaldas en las ramas del mismo. Cuando por fin estuvo terminado y lo vio encendido, palmoteaba feliz y daba saltitos de alegría.

Ecomoda parte 2:)Where stories live. Discover now