Ecomoda parte 2:)

Feliz Navidad

Betty y Armando, miraban juntos el vídeo de la función de Navidad de Camila, y no podían menos que sentirse orgullosos, de su pequeña. La chiquilla fue la admiración de todos los asistentes, cuando su papá, que la había sacado del carro, envuelta en un chal de lana, para evitar que se enfriase, la depositó en el suelo del vestíbulo de la escuela.

Hugo había hecho una exquisita creación en tul y seda blanca, que delicadamente se ceñía al cuerpecillo de la nena, dándole apariencia, lo mismo de delicado angelito, como de traviesa hadita de los bosques. En la espalda, bien sujetas, por cintas, que se ocultaban bajo el vestido, las dos alitas blancas, confeccionadas en plumas naturales, que pareciesen, fuesen a levantarla volando, por la gracia con la que se movían al caminar la niña. Las piernecillas enfundadas en unas finas medias de color blanco y en los pies zapatillas de bailarina, anudadas con cintas a los tobillos, también de color blanco y en raso.

Betty la llevó aquella misma tarde al Salón de Belleza, dónde ella se estuvo muy quietecita, mientras el estilista de mamá, bajo la atenta mirada de ésta y de la abuela Margarita, le recortaba el pelito, dando forma a la corta melena, de modo que el rizo natural, heredado de su mamá, saliese en todo su esplendor. Luego en la casa, una vez vestida, le colocaron aquella pequeña corona de diminutas rositas blancas, como colofón a su precioso atuendo.

La familia Mendoza-Pinzón acudió al completo, ninguno quería faltar al estreno de la pequeña. Los cuatro abuelos, el papá y la mamá, el tío Mario, que se empeñó por ir cogiendo experiencia, para cuando le tocase a María y hasta Hugo, que no se pudo resistir cuando Camila, muy juiciosita le llevó personalmente una invitación. La única que se quedó con las ganas fue Lina, pero le pidieron que se quedara con el bebé, no fuese a ser que molestase, por ponerse a llorar en medio de la representación.

Cuando se hizo oscuro y se abrieron las cortinas del escenario escolar, todos los presentes suspiraron, ante los tiernos decorados de palmeras, montes de papel arrugado, portal y posada de cartón y cielo de intenso azul, cuajado de estrellas de papel de plata. Se veía en todo, la mano de los niños, que guiados por sus maestras, llevaban semanas pintando y recortando, lo necesario para armar su Belén.

La primera en salir fue Camila, que no solo hacía de ángel del Belén, sino que narraba parte de la historia. Toda la familia contuvo la respiración cuando ella muy formal, se colocó frente al micrófono que había a un lado del escenario y abriendo los bracitos, comenzó a recitar de memoria :

Camila.- �En una oscuda noche, en la que solo billaban las estellas, Madía y José, llegan muy cansados, hasta el pueblo de Belén...�

Cuando la chiquilla terminó su parrafada, de cinco largas líneas, se apartó a un lado del escenario, para dejar paso a San José, a la Virgen y al posadero, y de nuevo volver a salir, para anuncia a los pastores, que se sentaron en torno a una fogata de papel de celofán rojo, el nacimiento de Jesús:

Camila.- �¡Glodia a Dios en la adtudas y en la tiedda paz a los hombes menos!... Coded pastodes a Belén que en el podtal, ha nacido el Niño Jesús... Mamos coded, que teneis que llevadle degalos�

Y de ahí, a colocarse sobre un silla, cubierta de cartón y algodones, como si fuese una nube, para estar allí quietecita, todo el tiempo que duró la función. Al final junto a sus compañeros, cantó el villancico del �Niño Jesús se hizo un chichón�, que tanta gracia le hacía a Armando y luego el estribillo del �Jingle bells� en inglés. Todo fue un éxito y los adultos, estaban más felices si se podía que los niños.

A esa misma hora que Armando y Betty, veían juntos el vídeo de Camila, en la terraza de su apartamento de Miami, Marcela bebía un whiskie con hielo mientras miraba el mar. Acababa de terminar la maleta, y a la mañana siguiente, tomaba un vuelo muy temprano que vía París, la llevaría a Austria, dónde iba a estar hasta primeros de año, con su hermana María Beatriz.