Capítulo Doble.

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Capitulo 7

La mañana llegó demasiado pronto para Armando. Lo despertó recién amanecido la necesidad inminente de ir al baño. Su hijo, que al final había dormido toda la noche sobre él, le oprimía sin compasión la zona de la vejiga con una de sus rodillas, y la necesidad habitual de usar el baño después de toda la noche, hoy se le había adelantado. Con cuidado retiró al niño de encima de él y salió sin hacer ruido de la cama.
- ¿Qué pasa?... ¿Dónde vas? – le preguntó Betty somnolienta.
- Al baño mi amor, pero sigue durmiendo, apenas son las seis, aún te queda una horita, antes de levantarte, ya mismo vuelvo...
Cuando salió del baño, observó como la pantalla de su teléfono celular se encendía y justo después comenzaba a sonar, corrió hacia él y consiguió descolgar antes de la segunda pitada. Así y todo Betty se removió en la cama y con voz pastosa por el sueño le preguntó.
- ¿El celular?... ¿Quién es?... ¿mis papás?... ¿los tuyos?... ¿se enfermó alguien?...
- No mi vida, tranquila, no pasó nada, es de la fábrica – le mintió nervioso Armando.
Realmente era Inesita, Chela tenía contracciones y ella había pedido un taxi para llevarla a la clínica, el parto parecía inminente. Después de hablar con la buena mujer, entró de nuevo al baño para asearse someramente y procurando hacer el menor ruido posible, sacó ropa del armario y se fue al salón a vestirse. Escribió una nota para su esposa y se marchó con dirección a la clínica.
Cuando Betty despertó una hora después, solo fue consciente que Armando ya no estaba en la cama y pensó que sencillamente se había levantado un poco antes y que estaría en la cocina preparando el desayuno. Entró a la ducha y cuando ya aseada, despertaba a los niños empezó a recordar todo lo que Camila le había contado la tarde anterior. Definitivamente tenía que hablar con Armando, la niña había visto algo, pero “¿qué?”...
Betty estaba convencida que era un error de la niña, Armando hubiese presentado síntomas si hubiese estado engañándola con otra mujer... pero por Dios si pasaban todo el día juntos en la oficina y luego en la casa, bueno últimamente ella no iba por las tardes, pero ni modo, Armando siempre estaba en la oficina y justificaba sus ausencias con toda normalidad, no la estaba engañando y menos de tanto tiempo como para dejar embarazada a una mujer... claro que si fue algo de una noche, un revolcón que había tenido consecuencias...
”No se torture más Betty, espere y hable con su esposo, que hablando se entiende la gente...”
Entrar a la cocina con los niños y no verlo allí preparando el desayuno la sorprendió, pero la nota que había sobre la mesa, justificaba su salida tan temprano, con un lacónico ”Betty hubo un problema en la fábrica. Armando”
Desayunó con los hijos y los llevó a casa de los abuelos Pinzón, ya estaban de vacaciones y don Hermes les había prometido una visita a las tiendas de la calle 53, especializadas en adornos de Navidad.
Camila no había dicho nada al respecto, así que ella tampoco se lo recordó. Lo único, que cuando se despidió de ella antes de entrar a la casa, le susurró al oído: ”Mamá, te quiero muchísimo y siempre estaré contigo”... Después de esta sorprendente muestra de madurez de parte de la chiquilla, Betty no pudo menos que contener las lágrimas emocionadas que pugnaban por salir de sus ojos.
Cuando llegó a Ecomoda, pasaban de las diez de la mañana, Armando debería llevar allí más de dos horas y ella pensaba sentarlo en presidencia y enfrentarlo. Estaba convencida de que Camila estaba equivocada, seguro, pero de todos modos, Armando debería explicar a su hijita que estaba en un error, la niña había sufrido demasiado para lo pequeña que era y por un asunto tan sórdido.
- Buenos días muchachas. Sandra, ¿preguntaron por mí?... estoy esperando unas llamadas del Banco Atlántico y del Banco Montreal, a primeras horas de hoy. Tuve que pasar por la cámara de comercio y de regreso me sorprendió un desvío a causa de unas obras de alcantarillado, he tenido que dar un rodeo tremendo.
- Si señora, la llamaron de ambos bancos y yo les expliqué, me pidieron que se comunicara con ellos lo antes posible, la estuve llamando al celular, pero ni modo, siempre salta el buzón de voz... ¿es que se le quedó sin batería?...
- ¿Sin batería?... ¡no!, espere que mire... ¡aysss, discúlpeme Sandra!,es que no lo prendí... lo apagué por un instante, por... ya lo enciendo... paso a mi oficina, ¿me hace el favor de llamar al Banco Atlántico?, gracias...
Por espacio de una hora larga a Betty le fue imposible separarse de los teléfonos. Como era habitual por aquellas fechas a ella le tocaba adelantar trabajo, los niños estarían de vacaciones en dos días y en año nuevo se iría con ellos a la playa como cada año, con suerte Armando les podría acompañar.
Ella hubiese preferido ir a Estados Unidos y visitar una estación de esquí, para que los hijos disfrutasen de la nieve, fenómeno ajeno a la realidad tropical de su país, a excepción claro está, de las cumbres de los famosos “Nevados” que mantenían nieves perpetuas a causa de su altura. Armando le había contado que de muchacho había hecho una excursión de montañismo con su colegio al Parque Nacional de los Nevados, pero eso con los niños tan chicos y con ella misma, que tropezaba en asfalto, era poco menos que imposible. Claro que este año deberían olvidarse de la nieve y dejarlo para las vacaciones de julio, cuando fuese el invierno austral, y podrían bajar a Argentina o a Chile, ya verían, de momento unos días en Cartagena o en Santa Marta, aún no lo sabía, en Enero y no más.
Cercano ya el mediodía, decidió ir a hablar con Armando, a ver que problema habían tenido en producción y le obligó a salir tan temprano. Además de quedar con él para almorzar y conversar sobre la preocupación de Camila, sobre la mujer que supuestamente estaba embarazada e iba con él.
Cuando pasó por delante de la mesa de Aura María, no la vio sentada allí, tampoco estaba ninguna de las muchachas, seguro que tenían un 911 en el baño... ”¿Un 911 y no me han avisado?... ¡que raro!... bueno Betty, la charla con su esposo es más importante”
- Mi amor, ¿estás muy ocu...?... ¿Armando?... ¿Armando?... – preguntó en voz alta en la oficina de presidencia, al ver que su esposo no estaba detrás de su escritorio, mientras miraba en el baño y el archivo, que fue su antigua oficina.
Extrañada porque su marido no estaba allí como ella pensaba, descolgó el teléfono y marcó el número de la fábrica, lo mismo había debido de bajar a producción.
- ¿Aló?... ¿Quién habla?, ¡ah, buenos días Francisco, soy la doctora Pinzón!, ¿está mi esposo por ahí?... ¿me lo puede pasar?...
- Buenos días doña Beatriz... ¿don Armando?, no señora, no está, hace varios días que no baja a la fábrica, ya comenzamos la producción en serie y gracias a Dios, todo ha ido de maravilla...
- Pero... ¿no es que tuvieron Vds. problemas esta mañana y a mi esposo le tocó venir a primerísima hora?...
- ¿Problemas acá?... no señora, para nada...
- Disculpe Francisco, debí oír mal a mi esposo y he confundido lo que me dijo, muchas gracias.
Verdaderamente confusa y sin querer desconfiar de Armando, sale de la oficina de presidencia y en vista de que las secretarias seguían sin estar en sus escritorios se dirige al baño de señoras. Entra al mismo, avisando su llegada desde fuera, no quiere sorprenderlas, solo preguntarle a Aura María si ella tenía alguna razón de su marido.
- ¡Hola muchachas!
- ¡BETTYYYYY...! –exclamaron las cinco mujeres, sorprendidas- nos asustó...
- ¿Interrumpí algo?, cómo no me avisaron para el 911 supongo que es algo que a mi no me concierne, así que les ruego que me disculpen, pero ¿saben dónde está Armando?, no lo encuentro...
- ¡Sabe Dios! – responde irónica Berta, mirando de reojo a Sofía, que asiente con cara de circunstancias.
- Yo no sé, Betty, no sé – le respondió nerviosa Aura María- hoy no le he visto, no ha venido a la oficina y tampoco ha llamado.
- ¿Qué no ha llamado ni ha venido? – se extrañó Betty- es muy raro, salió muy temprano de la casa y tiene el celular apagado.
- ¡Ay amiguita!, no se haga mala sangre – medió Mariana- que seguro que no es nada, no desconfíe.
- ¿Desconfiar?... yo no desconfío de Armando, nunca lo he hecho...
- Pues eso mija, Vd tranquila que seguro no tiene nada con ella... –le suelta sin pudor Berta.
- ¡Bertaaaa... !- exclamaron la otras secretarias
- ¿Qué fue lo que dijo Berta? –preguntó Betty intentando guardar la calma.
- ¡Nada!, yo no dije nada.
- Si Berta, si dijo... ¿me lo puede repetir por favor?...
- ¡Pues mire que sí, Berta le dijo que don Armando no tiene nada con ella!, pero sí que tiene que yo le vi anoche en el Santuario, bien arrunchadito con una tipa preñada, muy preñada, mija – escupió Aura María rabiosa- vea Betty, que me dieron ganas de irme para ella y sacarle los ojos, ¡vagabunda!... que puede ser su hija...
Betty intenta mantener el tipo y no descomponerse, a pesar de que siente que el suelo empieza a moverse y el estómago amenaza con dársele vuelta. Tragando saliva, le dice a sus amigas.
- No sé que es lo que vio Vd. Aura María, pero les aseguro que tiene una explicación. Ahora les pido que regresen a sus puestos, no podemos tener el trabajo abandonado.
- Claro Betty, como Vd. diga – le respondieron las muchachas con cara de circunstancias, y una a una salieron del baño y se regresaron a sus escritorios.
Betty se fue a su oficina y se sentó en la mesa, estaba mareadísima y necesitaba relajarse antes de intentar averiguar más sobre lo que había descubierto. Sandra, que desde el nacimiento de su hija María, era su mejor amiga, tocó suavemente a la puerta de la oficina y pidió permiso para entrar.
- ¿Se puede Betty?...
- Siga Sandra, siga...
- Vea, le traigo una valeriana, había agua caliente en la jarra eléctrica del cuartelillo (*)
- Gracias Sandra, de verdad que la necesitaba...
- Vea Betty, yo no quería que Vd. se enterase así, pero ya sabe lo bocazas que es Berta...
- Gracias Sandra, pero me duele mucho que mi vida matrimonial sea el objeto de los chismes del Cuartel, yo creía que eso había pasado ya, pero ahora me encuentro que no, que siguen haciéndolo.
- No es así Betty, se lo juro, solo es que Aura María salió anoche con Freddy a celebrar no sé que cosa de ellos y fueron al Santuario, ¿se acuerda de ese local?, allí celebramos cuando a Vd. la nombraron presidenta de Ecomoda recién llegada de Cartagena...
- Sí, lo recuerdo... ¿y?...
- Pues que estando allí, llegó don Armando acompañando a una mujer, muy joven y muy embarazada, bastante embarazada, dice Aura María que ella cree que está por cumplir, por lo grande de la panza...
- ¿Y?...
- Vea que don Armando la llevaba de la mano, y estuvo muy atento con ella todo el rato y hasta bailaron varias veces y... bueno, pues eso y su esposo estaba muy cariñoso con ella...
- Ya... gracias Sandra...
- Betty, yo lo siento, de verdad...
- Esto tiene una explicación razonable Sandra y Armando me la dará cuando lo estime conveniente. Mi esposo no me es infiel, no lo es... se lo puede decir a las muchachas, y también que les agradecería que no especulasen más con mi matrimonio.
- Claro Betty, lo que Vd. diga...
- Además Sandra, para mantener una larga relación con una mujer hay que tener tiempo, y ¿cuándo?, mi esposo está siempre con nosotros, cuando sale de acá se va para la casa, los fines de semana los pasa con nosotros, lo que anoche vio Aura María es algo ocasional, yo confío en Armando, a estas alturas de nuestra vida, no lo va a tirar todo por la borda...
- Claro Betty...
- Bien Sandra, muchas gracias...
Sandra asintió con la cabeza y se levantó para salir de la oficina de Betty, cuando ya estaba abriendo la puerta, Betty la interrumpe.
- Sandra...
- ¿Sí Betty?...
- En los últimos tiempos ha habido mucho trabajo y Armando se ha estado quedando en la tardes, después de las seis ¿verdad?...
- Vea Betty yo... yo no soy su secretaria y sabe que algunas tardes salgo antes por atender a mi hija...
- Dígame la verdad Sandra, Armando se ha estado quedando acá en los últimos tiempos...
- ¡Ays Betty, que yo no quiero molestarla!, pero no mija, el doctor se va todas las tardes a su hora y muchas veces antes de la hora, desde hace bastante tiempo...
- ¡Ya!... gracias Sandra, siga, hay mucho trabajo...
Cuando Sandra la dejó sola en la oficina, sintió que se moría, el nudo que se le instaló en la garganta la ahogaba y tuvo que hacer ejercicios respiratorios porque por unos minutos pensó que iba a hiperventilar.
”Armando tiene una amante, es más, la embarazó... no es algo temporal, no es un desliz de una noche, lleva meses con ella, meses... la va a ver cada tarde, los viernes la lleva de rumba, por eso lo vio Camila y lo vio Aura María, por eso los viernes... te está engañando Betty, te está engañando...”
Estaba ensimismada en sus cavilaciones cuando el celular comenzó a sonar. Era su marido, quien la llamaba.
- ¿Aló? – respondió lo más fríamente que fue capaz.
- ¿Mi amor?, soy yo... discúlpame que no te haya llamado antes monstris...
- No pasa nada, habrás estado ocupado, yo entiendo.
- Beatriz ¿pasa algo?, te escucho muy rara... algún problema en la oficina, en la casa... ¿los niños está bien...?
- Si, estamos bien todos, ¿algo más?, tengo mucho trabajo, ya sabes que debo terminar estos informes antes que acabe la semana.
- No, bueno sí, te preguntarás que dónde he estado...
- Lo sé Armando, dejaste una nota, tuviste que venir muy temprano a producción, pues había problemas...
- Sí claro eso, pero luego...
- Ya me explicó Francisco, le pregunté por ti cuando llegué, y me explicó...
- ¿Francisco?...
- Si hombre el capataz general, ya me dijo que debías ir al polígono industrial en busca de unas piezas que hacían falta para una de las nuevas cortadoras...
- Si eso, y lo cierto es que se nos está yendo el día acá, mi amor...
- Bien, entonces nos vemos luego en la casa.
- Te quiero monstris...
- Ciao Armando...
Armando escuchó perplejo como su mujer le colgaba el teléfono. Evidentemente estaba muy enfadada, ¿o no?... Tendría que agradecer a Francisco que le cubriese las espaldas con aquella mentira, seguro que el buen hombre recordó otros tiempos, muchos años atrás, cuando más de una vez le sirvió de coartada a los celos de Marcela Valencia.
Regresó al interior de la clínica dónde había tenido que acudir aquella mañana muy temprano pues a “Chela” se le había presentado el parto. Llevaba todo el día allí, acompañado de Inesita, dos de las religiosas del Hogar “Niña María”, y desde hacía media hora de su amigo Lalo.
El parto se había adelantado y los médicos después de examinar a la mamá, decidieron permitir que el trabajo de parto continuase, pues aunque aún faltaban tres semanas para que saliese de cuentas, el bebé ya estaba maduro.
Ahora antes de telefonear a su mujer, le acababan de comunicar que se llevaban a Chela al quirófano para hacerle la cesárea, las contracciones se habían detenido y era necesario sacar al niño.
En la sala de espera Inesita y las dos monjas, rezaban en voz baja el rosario mientras su amigo Lalo, hablaba por el celular. Él suspiró nervioso y fue hasta la máquina que había junto a la pared y sacó un tinto.
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Betty estaba segura de que Armando tenía un lío extramatrimonial y no pensaba admitirlo. Cuando llegó a su casa después de almorzar con sus papás y recoger a los niños, se sentía muy cansada y cada vez más convencida de la infidelidad de su esposo. Apenas faltaban unos días para la Navidad, aguantaría hasta que pasasen las fiestas y luego aprovechando las vacaciones en la playa le pediría a Armando que abandonase la casa.
Debería dejar su empleo en Ecomoda, no se sentía capaz de verlo cada día. Con la pensión de los niños y lo que le correspondía de los beneficios como accionista de la empresa tendría de sobra. Se tomaría un largo periodo de vacaciones, lo mismo debería pensar en irse un año a EEUU, Camila y Armando estaban en una edad perfecta para aprender inglés, de hecho se defendían muy bien gracias a que su colegio era bilingüe.
Se acostó muy temprano y lo hizo con Camila, la niña tenía una cama nido que sacaban cuando María Calderón se quedaba a dormir con ellos. Cuando su hija la vio allí con ella no preguntó, pero le dio la mano a su mamá, y se acurrucó contra ella.
Betty había comprado en la farmacia, antes de subir los somníferos que su mamá tomaba desde hacía años para poder conciliar el sueño. Siguiendo el consejo de la boticaria se tomó dos con un vaso de leche tibia y se acostó. El agotamiento, la pena, y las pastillas la vencieron rápido y se quedó profundamente dormida.
Armando llegó a su casa agotado pero feliz, todo había salido a la perfección. Chela y el bebé estaban bien, y Lalo le había confirmado que en cuanto les diesen el alta, se lo podría llevar a casa, pues el juez de menores había confirmado la preadopción.
Al entrar a su cuarto le sorprendió ver la cama vacía, por un instante se le heló la sangre en las venas. Corrió al cuarto de los niños y vio a Armandito durmiendo tranquilamente, se acercó a él, le dio un beso y lo arropó. Pasó al cuarto de Camila y entonces respiró tranquilo, allí estaban sus dos mujercitas, dormidas y tomadas de la mano.
”¡Dios mío monstris, que susto me has dado!... sé que está brava conmigo, pero solo tenemos que aguantar tres o cuatro días más y te traeré nuestro precioso regalo de navidad, si vieras mi amor que belleza, que ganas de vivir, nació con poquito peso, pero bien fuerte, agarrándose a la vida que la loquita de su mamá por poco le quita en más de una ocasión... está en la incubadora, pero ya es nuestro en cuanto le tengamos acá, solo quedará que tu firmes los papeles que no pude colarte a escondidas... duerme cielo mío y sueña con los ángeles”...

Ecomoda parte 2:)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt