La llegada de la pequeña Belén tuvo a la familia Mendoza Pinzón conmocionada por un buen rato. Primero porque todos querían verla, cargarla y acariciarla, bueno todos no, porque el pequeño Armandito, hasta ahora el rey de la casa, al ver a aquella intrusa diminuta a quien todos festejaban de aquella manera, frunció el ceño, recogió sus juguetes y se marchó en silencio a su cuarto.
Doña Julia corrió a preparar un tetero para la nena, con lo que Armando le entregaba mientras Betty le cambiaba el pañal que venía mojado. El papá mientras tanto llevo al dormitorio principal la caja con la cuna que acababa de subir el portero y se dispuso a montarla.
Camila, estaba feliz, miraba con adoración a su nueva hermanita y suspirando, le dijo a su mamá.
- ¡Ay mami!, es bella ¿verdad?, y mira tiene los pelitos de color naranja... y es muy blanquita... la quiero mucho mami, yo soy su hermana mayor y debo cuidarla ¿cierto?, te tengo que ayudar para que sea una muchachita muy linda y buena.
Betty, mira sonriente a Camila, sabe que la llegada de la pequeña a la casa, ha despejado todas sus dudas y ha alejado todos sus miedos. El papá no se iba, al contrario, traía a una nena a formar parte de la familia, la familia crecía con ella y se asentaba.
- Claro mi amor, tú debes ser y serás una persona muy importante en la vida de nuestra pequeña, me alegra tanto que estés feliz... ¡ea, ya está sequita!... ¿quieres darle el tetero?...
- Sí, por favor...
- Vea, se sienta en la butaca y se pone el cojín para estar bien derechita, eso, muy bien, agarre a la nena que le traigo el tetero y una toallita para que no la manche.
Cuando Armando accedió a la sala comunicando que la cuna ya estaba montada, se emocionó al ver la escena. Betty le vio y le dijo.
- Armando, en cuanto Camila termine de darle el tetero a la nena, tú y yo debemos hablar, ¿no te parece?...
- Claro mi amor, cuando tú quieras, pero me parece que Camila también debe saber, que la mujer con la que me viste, no era mi novia, era la mamá de nuestra pequeña...
- ¿Su mamá? –preguntó confundida Camila- ¿Cómo su mamá?...
- Verás mi amor, tú ya sabes que los bebés están en las barriguitas de sus mamás, y la nena no estaba en la tripa de mami, estaba en la tripa de otra mujer, es lo que se llama la “mamá biológica”... –explicó Armando.
- Yo soy tu mamá biológica y de Armandito, porque los dos estabais en mi tripa... verás, los papás y las mamás, cuando duermen juntos, pues se abrazan y el papá pone una semilla en la barriga de la mamá, allí se junta con otra que la mamá tiene y se va formando un bebé. Cuando el bebé ya está grandote y para eso hacen falta nueve meses, se va al hospital y el médico ayuda a sacar al bebé...
- Pero mami, si la nena tiene su mamá y su papá, ¿por qué es nuestra ahora?...
- Verás mi amor, a veces los papás, bueno, pues es muy raro, pero no desean al hijito que viene, no le quieren y entonces lo entregan para que otra familia, que sí lo desea mucho, cuide de él y lo ame, como propio...
- ¿A Belén no la quería su mamá?... ¡pobrecita!, no se puede enterar mami, se pondría muy triste...
- Por supuesto mi vida, Belén solo sabrá que su mamá era una jovencita muy, muy loquita, que ni sabía, ni quería, ni podía hacerse cargo de ella, y que fue tan generosa que nos la entregó a nosotros para que ella tuviese una mamá y un papá, y unos hermanitos que la amen muchísimo – explicó Armando.
- ¿Jovencita?... ¿Cómo de jovencita, Armando?...-inquirió Betty.
- Diecisiete años... es una niña de la calle, vivía en el parque del sur... la encontré por pura casualidad y luego supe que estaba esperando, la acompañé hasta una residencia de monjitas...
- ¿Una residencia?... ¿Cómo sabías?...
- Lo cierto es que antes la llevé a la clínica, ella se desvaneció y desde allí telefoneé a Lalo, ya sabes mi compañero del colegio, el que trabaja para el ICBF, él vino enseguida y ya se hizo cargo. Cuando supe que estaba esperando, yo quise quedarme con el bebé, sabiendo lo mucho que tú, que todos deseábamos aumentar la familia...
- Papi – les interrumpió Camila que está embelesada con la hermanita- ¿Cómo que Belén tiene el pelito naranja?, es muy gracioso...
- Su papá biológico era gringo, de los Estados Unidos, y era pelirrojo, al menos eso me dijo la Chela...
- ¿Chela?...
- Si, monstris, la mamá biológica de Belén.
- ¿Qué nombre es Chela?...
- Marcela ...
- ¡Vaya por Dios!, si que es casualidad...
- Lo mismo pensé yo... ¿me dejas mi amor, que cargue a la nena?, hay que sacarle los gases, ya se terminó el tetero...
- Yo quiero papi, dime como...
- A ver...
Y mientras Armando enseña a Camila como colocar al bebé y como hacer para que eructe, Betty se dirige al cuarto con intención de ordenar las ropitas y las cosas de bebé que Armando ha traído.
”Dios mío Betty, su marido ha sido capaz de montar todo este embrollo, solo por complacerla a Vd, y regalarle lo que más sabía que deseaba... un nuevo hijo. Pero cabezoncito, tú si que eres bien bruto, ¿por qué no me contaste nada?... lo peor es el disgusto que se ha llevado Camila, vamos que creo que está tan deslumbrada con la pequeña, porque la tranquiliza saber que solo era eso, que ella venía y que su adorado papá, no está con ninguna tipa ni nos va a abandonar... ¡ay mi amor!, le voy a tener que castigar un tiempito, a ver si aprende a no ocultarme las cosas...”
Doña Julia entra al cuarto de Betty, limpiándose las manos en el delantal deseosa de hablar con su hija.
- Mija ¿Cómo que Vds. van a recoger a esa beba?... no me contó nada Betty.
- ¡Ays mamá!, es que ni yo sabía, todo ha sido cosa de Armando, por sorprenderme.
- Mi amor, se la sorprende a una con unas flores, o con unos chocolates, a lo más con alguna alhaja, pero ¿con una bebita recién nacida?...
- Dizque le surgió la posibilidad de la adopción, y quiso evitarme todo el largo proceso de papeleo...
- Pero ¿Cómo hizo para que Vd. firmase papeles?, porque digo yo que la adopción es de los dos, del matrimonio, y Vd. tan ajena...
- Se los fui colando con documentos de la empresa doña Julia. Vea necesito hablar con Betty, pero Camila está sola con la pequeña, no sea que se le caiga y si esperamos, aparece don Hermes y ya ni modo de hablar.
- Descuide mijo, ya me estoy yo al tanto de los niños, las cosas de la cena están listas, así que muy bien me puedo quedar tranquila en la sala... ¿y Armandito?, hace rato que no lo veo...
- Está en su cuarto jugando con sus carros, yo me asomé a verlo antes de venir para acá – le responde Armando, a la suegra.
Doña Julia abandona el cuarto, mientras Armando cierra la puerta con seguro. Betty se sienta a los pies de la cama, le enfrenta con la mirada y le dice.
- ¿Sabe Vd doctor Mendoza, que he estado a muy poco, a muy poco de ponerle demanda de divorcio por infidelidad?...
- ¿Es que no confías en mi monstris?... ¿de verdad estabas convencida de que yo te estaba siendo infiel?.
- No es eso Armando, sí confío en ti, por eso hemos llegado a lo que hemos llegado, porque confío, pero las evidencias eran tales y tan claras. Todo te acusaba y lo peor, no eran los chismes de Aura María, era que tu hija Camila, te vio, y no una, sino dos veces... ¿por qué no me contaste?... ¿por qué no me dijiste?... Armando por Dios, si esa jovencita te iba a entregar su bebé a ti, como así ha sido, lo que yo temía, el largo proceso burocrático, las esperas, las decepciones, ya no existirían, esto lo hubiésemos pasado juntos, los seis o siete meses que ha durado, yo lo hubiese compartido contigo sin ningún temor...
- Yo no tenía la certeza de que Belén llegase a nacer, no había ninguna garantía de que el embarazo llegase a buen término...
- ¿Un embarazo muy difícil?...
- Mucho...
- Pero, ¿tú sacabas a la mamá de rumba los viernes?...
- A comer a un burguer o a una pizzería y al cine, no más...
- ¿No tenía que hacer reposo?...
- ¿Reposo?... ¿por qué razón?...
- Armando por Dios, me estás diciendo que el embarazo ha sido muy difícil, pues por eso, cuando hay riesgo de aborto o de parto prematuro, lo normal es que la mamá deba guardar reposo...
- La persona que atentaba contra la frágil vida de Belén, era su propia mamá... Chela no quería tener a la nena, quería abortar sobre todas las cosas, además en manos de una carnicera, de esas ilegales que no sabemos que golfillo amigo suyo le recomendó... por más de una vez nos tocó ir a buscarla a Lalo, a mí, incluso a la policía y a la madre superiora de la residencia dónde la teníamos, pues se escapaba de allí...
- ¡Armando!...
- Si monstris, Belén es una superviviente, desde el primer momento, como entenderás no quiero que ni ella, ni Camila, ni Armando, sepan esto jamás, jamás, mi amor, solo se lo podemos explicar a nuestros papás, pero siempre que nos juren que nos guardarán el secreto. Nuestra pequeña no puede, no debe crecer con el karma de saber, que la mujer que la concibió y la gestó, hizo lo imposible por matarla antes de nacer.
- Claro mi amor, ella... ellos no sabrán nunca, nunca...
- Yo no sabía si el bebé iba a sobrevivir a las locuras de su mamá, no podía ilusionarte con él, para que luego lo perdiésemos... no quería que tuvieses que pasar por eso.
- ¿Inesita sabía mi amor?...
- Sí, la Chela ha estado viviendo con Inesita los últimos meses, ella la cuidaba.
- ¿Cómo así?... ¿no es que estaba con unas monjas?...
- Al principio, pero un día que fui a verla y a llevarle a las monjitas unos stocks de Ecomoda, para las muchachas, supe que se había escapado y andaban buscándola todos, inclusive la policía... de casualidad, cuando paré a repostar, la encontré, yo venía del baño y ella estaba semi-inconsciente detrás de unas cajas de basura, llevaba un pantalón blanco, claramente se le veía que estaba sangrando. La cargué en brazos y la llevé a la clínica de mi primo, allí me confirmaron que era un principio de aborto, y que además la mamá estaba al borde del coma etílico, cosa que yo ya había notado, apestaba como una destilería barata.
- ¡Qué horror monstris!... ¿la nena está sanita?... ¡me da igual si no!, la quiero lo mismo, pero como su mamá la cuidó tan poco cuando ella estaba en su vientre, lo mismo la dañó a causa del alcohol, o sabe Dios que otras barbaridades...
- Lo sé mi amor, sé que ya la amas como si la hubieses parido tú. Mira, nació con poquito peso y chiquita, nada que ver con nuestro Armandito, que era como un cachorrillo hermoso y regordete, más bien como Camila, con algo de menos peso, pero los pediatras que la han estado examinando exhaustivamente me han confirmado que está sanita, no presenta ninguna lesión, ni ninguna secuela, al menos de momento.
- No me terminaste de explicar como acabó en lo de Inesita.
- Es que yo tenía miedo de que consiguiese hacer daño al bebé y de rebote a ella misma, y como la tenía en la clínica de mi primo, las monjas la acompañaban, pero tampoco podían las veinticuatro horas, bueno pues le pedí el favor a Inesita. Claro que le expliqué, cuando la Chela tuvo el alta, se negaba a regresar a la residencia con las monjas, así que le preparamos un cuarto en casa de Inés y ella la ha estado cuidando, vamos que quiero que sea la madrina de Belén, si a ti no te importa y Lalo, el padrino.
- Claro mi amor, por supuesto... pero ¿por qué la sacabas los viernes?...
- Por lo mismo que le he comprado un DVD, televisión, reproductor de mp3, ordenador portátil, etc, etc, etc... para tenerla contenta y que medio se cuidase. Para que comiese sano, no tomase alcohol, no fumase o al menos que lo hiciese poco, consintiese en asistir a las revisiones ginecológicas sin formar un escándalo, y porque no, también para que aceptase que yo me quedase con su bebé, ya que ella no lo quería.
- Tienes que explicarle a Camila, que tu la llevabas los viernes a dar un paseito y al cine, porque es muy joven y le provocaba salir después de toda la semana encerrada en la casa. Y que, tu la consentías, porque estaba muy delicada y la vida de ella y del bebé corrían peligro. Ella ha sufrido mucho monstris, lo ha pasado muy mal y es muy chica.
- Lo sé mi amor, si yo lo hubiese sospechado os lo hubiese contado a las dos, pero no tenía idea, solo estos últimos días, cuando he estado con la gripa y tú estabas tan extraña conmigo y la nena también, me quería morir, sino llega a ser por mi muchachito, seguro que me muero... Betty sé que lo he hecho mal, tengo la pajolera virtud de embarrarla siempre contigo, ni modo que me corrija, al final siempre acabo dañándote, desde el primer día de nuestra relación. Mi única excusa era el miedo a que Belén no llegase a nacer y tú debieses pasar por el sufrimiento de su muerte prematura y de la desilusión de ver que este, que esta hija tan deseada no era posible... vida mía, yo solo deseo que tú seas feliz. Si es cierto que deseaba haber tenido algún hijo más, pero solo porque tú lo deseabas. Camila y Armando, colman con plenitud toda mi vocación como padre. Pero sé, me consta que has sufrido mucho, sufres, cuando has sabido que a causa de aquél embarazo ectópico no podemos tener más chinos, y eso me hace sufrir a mí...
Betty olvida toda la rabia y el deseo de “castigar” a su marido por ocultarle “información”, como le ha pasado en otras ocasiones, simplemente se levanta y se abraza a él con fuerza. Armando se relaja, por poco le cuesta un disgusto serio todo aquello. Cuando tiene a su esposa entre sus brazos, besa sus labios y la besa con verdadero desespero.
- Monstris, no podemos, mi papá está por llegar y prometí a los niños salir a ver pesebres antes de la cena de nochebuena, al menos alguno de acá cerca – masculla Betty, contra los labios de su marido.
Este la arrastra hasta el cuarto de baño, se encierra con ella y pone la radio que hay allí, bien fuerte.
- Uno rapidito mi amor, que llevo en ayunas muchos días y la bombonera está a rebosar...
EPÍLOGO :
Tal y como había previsto Betty, Camila cayó absolutamente rendida de amor hacia la bebé que había llegado a su casa, aquella Navidad en que ella estaba tan confundida y tan triste pensando que su adorado papá la iba a abandonar. Inconscientemente la chiquilla le agradecía a la pequeña, que ella hubiese sido todo el “problema” y no la supuesta “novia”, y se dedicó a cuidarla y protegerla desde el primer instante en que se la colocaron en los brazos y le dio aquél tetero, la misma tarde del día de Nochebuena en que Belén llegó a la familia Mendoza Pinzón.
El caso de Armandito fue totalmente distinto, él sencillamente la detestaba, es más la ignoraba siempre que le era posible y no entendía de ningún modo que aquella cosilla pálida y frágil, de cabellos color zanahoria, trajese a todos de cabeza, desde sus papás hasta la maestra de colegio que se deshacía en fiestas con la dichosa enana aquella, cada vez que mamá le iba a recoger y claro, la llevaba en el carrito.
- Mamá...
- Si mi amor...
- ¿Esa se va a quedar siempre acá...?
- ¿Quién es esa hijo?...
- Pues esa, la niña que trajo papá...
- Claro mi amor, esta es su familia, nosotros somos sus papás y tú eres su hermanito mayor, lo mismo que Camila es su hermana mayor.
- ¿Y no la podemos descambiar y que nos den otra que esté mejor?... o bueno ¿qué nos den un chico?....
- ¿Descambiarla Armando?, pero hijo ¿cómo dices eso?, Belén es una nena, y a las nenas no se las descambia como si fuesen un juguete estropeado...
- Es que no vale para nada mami, solo hace comer y dormir, ¡ah y llorar como las locas!... y además se sale toda mami, toda entera se sale...
- ¿Cómo que se sale toda?...
- Que sí mami, que se sale... se le sale el pipi, se le sale la caca, se le sale la leche a cada poco, se le salen los mocos, se le salen las lágrimas, se sale toda, yo creo que deberíamos cambiarla por otro bebé mejor, que no esté estropeado como este...
Betty intenta ocultar su sonrisa, pues se da cuenta de los celillos, que su hijo está teniendo de la pequeña. Claro el síndrome del “príncipe destronado” que se diría.
- A ver mi amor, venga Vd acá con su mamá, que le voy a explicar. Vea, Belén no está defectuosa, ni estropeada, es solo un bebé y todos los bebés se ensucian encima, porque aún no saben hablar y no pueden pedirlo, y lo mismo le pasa con los moquitos, si está constipada, o con la leche, si tiene cólico. Cuando Vd era un bebé, también “se salía todo” y no le descambiamos, al contrario estábamos felices de tener un hijito tan precioso y tan hermoso. Porque Vd ha sido el bebé más bonito que haya habido nunca en todo Bogotá, que digo Bogotá, en todo Colombia. Y ahora, que ya es un hombrecito, pues lo mismo, no hay chico más guapo en toda la república mi amor, eso puede Vd firmarlo.
El chiquillo sonriendo feliz, se acurruca contra su mamá y se deja mimar.
- Papá es el chico más guapo de todo el país, mami, mi papá es el más guapo.
- Pero Vd mi amor, se parece muchísimo a su papá, y estamos de acuerdo su papá es el hombre adulto más bello de todo el país, pero Vd es el niño más bello de Colombia y eso no se discute.
- Mami, de verdad que sigo creyendo que debemos cambiar a esa beba por otra, siempre está malita y tú te tienes que ir a la clínica con ella, no me gusta nada.
- Armando, tesoro, Belén es tu hermanita pequeña y tu debes cuidarla y quererla como papá quiere a la tía Camila. Mi amor, la nena tiene una salud muy delicada, todo el mundo no tiene la suerte de nacer fuerte y saludable como Vd, ella es más frágil, por eso a veces se nos enferma y debemos estar en la clínica hasta que se ponga buena.
El problema de celos del pequeño comenzó a ser solventado por el papá, que cuando supo, decidió que ya era momento de que él y su adorado hijo, comenzasen a hacer “cosas de hombres” juntos, para de ese modo sacarlo de las faldas de la mamá y alejarlo de las hermanas.
Betty se echó a temblar cuando oyó a su esposo y a Mario Calderón, decir que iban a llevar al pequeño a hacer cosas de hombres, y rápidamente le hizo a su marido una larga lista de recomendaciones, sobre lo que no iba a consentir que hiciesen con el niño.
Pero el papá tenía muy claro en que iba a consistir esas cosas. Comenzó a llevarlo al club de campo tres tardes en semana, y él mismo se dedicó a darle clases de equitación, cosa que mantenía al chiquillo emocionadísimo, pues le compraron todo un equipo de montar y su papá le prometió que en cuanto hubiese oportunidad le iba a regalar una bonita jaca española.
También comenzaron a asistir a algunas competiciones deportivas, algún que otro partido de fútbol de la selección colombiana, a los de baloncesto del equipo en el que jugaba Armando de joven, y otras de ese estilo.
Eso ayudó mucho a Armandito que se sintió verdaderamente importante en el seno de su familia. Ya no era el hijito menor, sino el compañero, el socio de su papá, y por eso le ayudaba a lavar el carro, sostenía la manguera cuando repostaba la gasolina, e incluso, le permitía llevar el volante, sentado en sus rodillas, cuando conducía por la urbanización dónde estaba la casa de los abuelos Mendoza.
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Lo cierto es que Armandito no estaba exento de razón cuando se quejaba de lo enfermiza que era la nena. Belén era de salud muy delicada, probablemente consecuencia del maltrato que recibió durante el período de embarazo, o quizás por pura casualidad, nunca lo sabrían.
Al par de semanas de estar en la casa se les resfrió y anduvo muy malita por varios días, como consecuencia comía mal y perdió peso. Cuando se recuperó al fin de ese trastorno, tuvo el culito muy lastimado a causa de las balsas y los mocos que echaba por la caca. Luego pasaron un tiempo más bueno, pero de pronto se dieron cuenta que la nena tenía una piel super delicada, y toda la ropita debía ser de fibras naturales, sin apenas o nada de sintético. Si la sacaban al parque, la debían embadurnar de protección solar pantalla total, era tan blanquita que corría el peligro de quemarse.
Le costó mucho coger peso, y cuando hacia los seis meses empezó a mejorar de todo, y parecía que se hubiesen olvidado definitivamente de las otitis y resfriados, que hasta ahora la habían mortificado, comenzó otro problema, los cólicos y el insomnio hasta que se dieron cuenta que presentaba una intolerancia a la lactosa, así que hubo que cambiar de leche y comenzar a alimentarla con leche de soja, y así todo.
Antes de los siete años, la pequeña Belén había padecido casi todas las enfermedades infantiles conocidas y tipificadas. Claro que eso no era impedimento para que la chica de la casa, se hubiese convertido en la alegría de todos. Belén era feliz y hacía felices a todos los que la rodeaban. Era simpática, extrovertida, juguetona, llena de vitalidad, y estaba absolutamente enamorada de cada uno de los miembros de su familia. Especialmente de su hermano mayor Armando, que había pasado de detestarla en los primeros meses, a sencillamente ignorarla, lo cual era realmente difícil, pues Belén no era para nada una niña corriente, sino todo lo contrario, muy, muy especial.
Claro que todo ese problema quedó superado uno de los primeros días de escuela de Belén, cuando sus hermanos pasaron a recogerla por la zona dónde estaban las clases de los preescolares, y la vieron llorando a lágrima viva, mientras otro pequeño, un par de años mayor que ella, la acorralaba contra la pared y se metía con ella llamándola “pelo de zanahoria”. Armandito sintió tanta rabia al ver a aquél mequetrefe avasallando a su hermana que le sorprendió por la espalda, y lo agarró de los brazos levantándolo hasta su altura, y diciéndole con mirada asesina.
- Mire Vd mocoso descarado y abusador, como vuelva a molestar a mi hermanita, como vuelva siquiera a acercarse a ella, se va a enterar Vd quien es Armando Mendoza Pinzón ¿oyó?... porque es que le arreglo a bofetadas la cara de tonto que tiene... ¡fuera!, lejos de acá...
Y lo puso en el suelo, el chiquillo que había comenzado a llorar del susto, hizo ademán de echar a correr, cuando fue Camila, ya una adolescente, quien le paró en seco.
- Y vea otra cosa chino, ni una palabra de esto a ningún adulto, porque como mi hermano tenga problemas por culpa de Vd, le puedo asegurar que Vd va a tener muchos problemas por culpa mía... ¿entendió?...
El niño, ya deshecho en lágrimas, asintió con la cabeza y se escabulló en cuanto pudo. Armando y Betty que habían venido a recogerlos juntos, pues era viernes y les esperaban para almorzar en dónde los abuelos Mendoza, vieron sorprendidos como la pequeña Belén venía radiante, a hombros de su hermano Armando, mientras que un poco más atrás, Camila y María Calderón, cargaban con las mochilas de ambos.
- ¿Cómo así mi amor?... ¿le pasó algo a la nena?...
- Nada mamá, no pasó nada – respondió Camila
- Armandito agarró al asqueroso de Ricardo y le dijo que no se metiese más conmigo, y que no me llamase “pelo de zanahoria” – explicó feliz Belén, que a sus tres años y medio era bastante “lorito”.
- ¿Qué pasó hijo?... ¿Quién es ese Ricardo?, trae acá a Belén que la coloque en su sillita – dijo Armando
- ¡Ay papá!, es un muchacho más grande que Belén que la tenía acobardada contra la pared y se estaba metiendo con ella, yo solo, pues le dije que la dejara en paz.
- ¡Si papi!, Armandito le dijo que le iba a dar muchas bofetadas si no me dejaba...
- Armando hijo, ¿y esa agresividad?, ya sabes de sobra que las cosas no se arreglan a los puños, y menos con un chico menor – le regañó Betty.
- No mami, a ese caballerito que por lo menos tiene cinco años sino más, le estuvo bien empleado el susto que le dio mi hermano. Como es más alto y más fuerte que los otros se la pasa molestando a los más chicos, claro que no se esperaba que llegase otro más grande aún que él y le pusiese en su lugar- defendió Camila.
- Diga que sí mija – corroboró María Calderón, y mirando con cara enamorada a Armandito, sentenció – eres un héroe Armando, ya verás cuando el lunes lo cuente en la clase, todas las niñas se van a morir de la envidia y de las ganas de ser tus amigas, no solo por lo guapo, sino por lo valiente.
- María, no digas esas cosas, que me da mucha pena – murmuró el chico sonrojado- prométeme que no cuentas nada en la clase ¿sí?... por favor.
Y es que la pequeña María Calderón, estaba absolutamente enamorada de Armandito y no tenía problemas por demostrárselo cada vez que podía, aunque solo tuviese once años. Así que, cuando muchos años después, los dos jóvenes comenzaron una relación que acabó en matrimonio, a nadie le extrañó.
Armando Mendoza Pinzón, había pasado tres largos años de estudios post universitarios en Estados Unidos, dejando en Colombia a su amiga de la infancia, que por su parte hizo un larguísimo viaje por Europa acompañada por su papá, como regalo de fin de carrera y luego se pasó todo un curso en Londres, mejorando su inglés. Cuando se volvieron a encontrar, Armando descubrió que su compañerita de la infancia, se había convertido en una mujer espectacular, que seguía amándolo como siempre y entonces él cambió su amistad y cariño infantil por un apasionado amor, que concluyó en matrimonio al cabo de un año.
Armandito se había recibido con honores como ingeniero industrial y casi desde el primer instante comenzó a trabajar para una multinacional norteamericana de automóviles, dónde había llegado a ostentar un importante puesto directivo en pocos años, convirtiéndose en el ejecutivo de ese nivel más joven de la compañía.
María, su esposa, era licenciada en administración de empresas y trabajaba en el puesto que había ocupado su papá, como vicepresidenta comercial de Ecomoda. Tenían unas hijas gemelas idénticas, y un nene de dos años.
Camila por su parte estudió economía y finanzas como su mamá y heredó el puesto de presidenta de Ecomoda, como siempre se supo que pasaría. El abuelo Roberto tuvo la alegría de verla entrar a trabajar a la empresa como asistente personal de su papá, y verla del mismo modo entrar de blanco radiante en la iglesia de la Candelaria, dónde se casó con un joven médico especializado en pediatría, a quién conoció trabajando como voluntaria de una campaña de recogida de donativos de Cruz Roja de Colombia. Tuvieron dos hijas y un chico pequeño.
Los Mendoza Pinzón abandonaron el apartamento del norte de la ciudad, la misma semana que Belén hizo tres añitos, y se mudaron a una preciosa casa del centro histórico, que habían rehabilitado. Allí supieron por boca de Lalo, la tarde del quinto cumpleaños de la niña, unos días antes de la Navidad, que la mamá biológica de ésta, la Chela, a quién habían mandado a una residencia fuera de Bogotá por alejarla de las malas influencias de los muchachos con los que vivía en la calle, había fallecido por causas desconocidas. Hacía ya dos años, que siendo mayor de edad había abandonado la residencia, y los servicios sociales la habían colocado en un apartamento tutelado y le buscaron un empleo. Pero aquella loquita se despareció y no se supo más de ella, hasta que la policía comunicó su fallecimiento a la gente del apartamento tutelado, pues ella llevaba encima la dirección y los teléfonos de ese lugar.
La vida fue transcurriendo, los abuelos se fueron marchando, primero el abuelo Roberto, y después de modo totalmente sorpresivo la abuela Julia. La tía Camila regresó a Colombia y vivió con la abuela Margarita, hasta que ella también se marchó, después de una larga enfermedad. El último, ya muy anciano, fue el abuelo Hermes, que nunca se recuperó de su viudez.
Los hijos crecieron, Belén siempre supo que era adoptada y en cuanto tuvo edad para entender, le explicaron su historia y la de su pobre mamá.
Y siempre cada año por Navidad, ella, la hija menor, colgaba del árbol familiar aquél pequeño angelote de trapo, que su papá le comprase en la tienda del surtidor de gasolina, la misma noche que ella llegó a la familia. Y siempre, después de aquél ritual tan particular, sus papás la abrazaban y besaban y le decían... “mi amor, cuando Vd llegó a nuestra familia, LLEGÓ UN ÁNGEL”.
FIN ❤Bueno como ya leyeron esta historia ha llegado a su fin, gracias por todo su apoyo cuídense, Los Tqm 💖
Otra cosa los invito a leer la nueva historia que estaré publicando, se llama Las cartas sobre la mesa:) Bueno eso es todo bye! ❤️
Guiomar61

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Ecomoda parte 2:)
FanfictionEn esta historia se muestra lo que pasó después de que Betty cambiará sus carpetas con las de Armando, a partir de ahí se narrar a que pasó después de que Armando descubriera lo que Betty hizo con las carpetas cambiadas. Hola como están espero que...