Capitulo 5

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Empezaron a subir la carretera empinada, la cual estaba más y más congestionada conforme avanzaban. Al llegar más arriba, los coches estaban demasiado juntos para que Alice los esquivara zigzagueando, ni siquiera asumiendo riesgos. Cada vez iban más despacio y terminaban progresando a paso de tortuga detrás de un pequeño Peugeot de color tabaco.

—Alice —Bella dijo con miedo. El reloj del salpicadero parecía ir cada vez más deprisa.

—No hay otro camino de acceso —Alice dijo con una nota de tensión en la voz— ¿no ves ningún lugar libre, Alek?

La chica revisó el lugar con rapidez, pero para su mala suerte no había nada. El camino por el que iban estaba lleno de coches, mientras que el otro era sentido contrario con cientos de personas caminando.

—No hay nada, Alice. —Aleksandra respondió asustada.

La fila de vehículos avanzaba poco a poco, cada vez que se movían sólo adelantaban el largo de un automóvil. Un sol deslumbrante incidía de lleno sobre ellas, y parecía hallarse ya encima de sus cabezas. Uno tras otro, los coches se arrastraron hasta la ciudad. Un poco más lejos de ellas  algunos vehículos aparcaban en la cuneta de la carretera, lo que las hacía  acercarse más. Los ocupantes se bajaban para recorrer a pie el resto del camino, así que después de eso ya estaba prohibido el paso de coches.

—Alice —susurró Bella de forma apremiante.

—Ya lo veo —contestó Alice. Su rostro parecía cincelado en hielo.

La gente que se apelotonaba en dirección a las puertas aferraba sus sombreros y se apartaba el pelo de la cara debido al fuerte viento. Sus ropas se hinchaban a su alrededor.

—Bella —Alice habló rápido, con un tono de voz bajo, feroz—. No logro anticipar cuál va a ser la reacción del guardia de la puerta; vas a tener que irte sola, y corriendo, si esto no funciona, porque ninguna de nosotras podemos pasar por los rayos del sol para acompañarte un poco más cerca. Lo único que debes hacer es preguntar por el Palazzo dei Priori y marchar a toda prisa en la dirección que te indiquen. Procura no perderte.

—Palazzo dei Priori, Palazzo dei Priori —Bella repitió el nombre una y otra vez, intentando memorizarlo.

—Si hablan inglés, pregunta por la torre del reloj —Aleksandra le dijo con rapidez para que no se le dificultara tanto encontrar el lugar.

—Yo daré una vuelta por ahí e intentaré encontrar un lugar aislado más allá de la ciudad por el que saltar la muralla —Alice le dijo. Bella solo asintió.

—Palazzo dei Priori.

—Edward tiene que estar bajo la torre del reloj, al norte de la plaza. Hay un
callejón estrecho a la derecha y él estará allí a cubierto. Debes llamar su atención antes de que se exponga al sol.

El Porsche estaba casi al comienzo de la fila. Un hombre con uniforme de color azul marino regulaba el flujo del tráfico y se encargaba de desviar los coches lejos del aparcamiento lleno. Estos daban una vuelta en forma de « u» y volvían en dirección contraria para estacionar a un lado de la carretera. Entonces, llegó el turno de Alice.

El hombre uniformado se movía perezosamente, sin prestar mucha atención. Alice aceleró para eludirlo y se dirigió hacia la puerta. El hombre les gritó algo, pero se mantuvo en su puesto, moviendo los brazos frenéticamente para impedir que el siguiente coche siguiera el mal ejemplo.

El hombre de la puerta llevaba un uniforme parecido. Conforme se aproximaban, las sobrepasaba la riada de turistas que atestaba las aceras, mirando con curiosidad el rutilante y agresivo deportivo.

Cuando el amor llegó ⟨••Caius Volturi••⟩ (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora