Capitulo 32

8.1K 525 21
                                    

Volterra era un lugar que aborrecía con toda su alma. Era precioso, sí, pero los vampiros que habitaban ahí eran quienes colmaban su paciencia desde siempre.

En cuanto había regresado no podía quitarse de encima a Athenodora. Por más que la corría o le decía cosas desagradables, ella lo seguía, aunque fuera aburrido. Había intentado hablar con Aro para ver si podía hacer algo al respecto, pero no le dio ninguna solución. Él no podía actuar por mano propia, pues era una de sus reglas. Los tres tenían que estar de acuerdo o se necesitaría una causa mayor para poder acabar con su pesadilla.

—¿Qué es lo que quieres ahora? —gruñó Caius sin siquiera apartar la mirada de su libro.

Athenodora tenía más de tres horas observándolo fijamente. Para molestarla había empezado a leer muy lentamente, tal como lo hacían los humanos, pero parecía que aquello ni siquiera la inmutaba. Arrugó la nariz y cerró su libro de golpe, dándose cuenta de que nada de lo que hiciera funcionaria.

—La verdad nada. Solo estoy pasando tiempo contigo —Athenodora sonrió con dientes, causando más molestia en el rubio.

—Puedes hacer nada en otra parte, realmente me molesta tu presencia —Caius estiró las piernas en su silla y se pasó los dedos por el cabello con frustración.

—Veo que jamás se te quitará lo gruñón —respondió un tanto molesta, pero no lo suficiente como para irse— desde que te conozco me hablas de la misma manera.

—Por algo será —Caius respondió groseramente— tengo años intentando escapar de ti y siempre me encuentras.

—Recuerda que sigues siendo mi esposo, quieras o no —sonrió triunfal al ver como Caius hacía una mueca.

—No es verdad, tengo cientos de años lejos de ti.

—Pero de todas formas no nos separamos de la manera que debemos hacerlo. De mi parte jamás te dejaré en paz —Athenodora cruzó los brazos y se hizo para el frente, apoyándose en la mesa— por tu culpa me perdí de muchas cosas, así que no te dejaré ser feliz.

Caius rodó los ojos. Había escuchado tantas veces aquello que ya ni siquiera se lo tomaba en serio. Sabía que era una manipuladora y jamás hacía nada porque a pesar de todo, él seguía teniendo mucho más poder y sería una tonta si hiciera algo en su contra.

—Déjate de juegos, ni siquiera para amenazarme sirves — intentó tranquilizarse, pero la verdad es que nunca había tenido paciencia con nadie.

—No es una amenaza, solo te estoy comentando.

—No puedes hacer nada contra mí, respeta las jerarquías. Aquí no aportas nada, solo sigues aquí por ese estúpido papel de matrimonio que ya se deshizo solo —Caius estaba a punto de levantarse de la mesa, de no ser porque Athenodora se levantó de golpe.

Era un movimiento que le resultaría gracioso, de no ser porque la mujer tomó sus labios entre los suyos. Aquello solo duró menos de un segundo, pero fue lo suficiente como para que Caius sintiera una repulsión excesiva. Puso una mano en la frente de Athenodora y la hizo para atrás con fuerza, sabiendo que era capaz de tocarlo más de lo que debía.

—¡Qué demonios!

La sonrisa victoriosa en el rostro de la mujer lo dijo todo. Entonces aquel era el motivo por el cual no lo había dejado en paz ni un segundo en los días que había estado en el castillo.

—No conseguí tu atención, pero si un beso —sonrió, limpiándose la boca dramáticamente.

—Eres asquerosa. Lo que te enoja es que nunca te quise —apretó los labios con furia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 09, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuando el amor llegó ⟨••Caius Volturi••⟩ (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora