Capitulo 2

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Las mudanzas eran de las cosas que Aleksandra más odiaba. Nunca fué buena interactuando por si sola con gente nueva, así que le era difícil ser el centro de atención a cada lugar nuevo al que llegaban. Decir que estaba molesta solo era poco, pero no tenía ninguna opción. Edward había decidido dejar a Bella y se había marchado, dejándolos con los Denali para buscar a Victoria por su propia cuenta.

Tenía que admitir que cuando Edward comenzó a salir con Bella estaba celosa, pero no era por la chica, si no porque al fin había encontrado a alguien con quien compartir su eternidad. Solían hacerse compañía por ser solteros, así que era bastante incómodo ser la única que no tenía a nadie.

Obviamente nunca admitiría en voz alta que se sentía sola, pero Jasper y Edward lo sabían y no lo disimulaban. Mientras viviera con ellos no habría privacidad, pero aún así se le hacía tedioso y difícil acostumbrarse, sobre todo porque Jasper sabía exactamente como se sentia a diario y Edward sabía lo que pensaba cada segundo. A veces le daba vergüenza cuando pensaba cosas no muy lindas o cuando tenía ciertas fantasías.

Habían estado viviendo en una casa que tenían en Alaska para no causar tantas molestias a la familia Denali, pero ellos insistían en tenerlos ahí, así que la mayor parte del día hacían actividades juntos. Para ella era bastante incómodo convivir con ellos, pues a pesar que llevaban años de conocerse y que eran buenas personas le parecía raro la forma en la que actuaban ante muchas situaciones.

Habían hecho todo lo posible por contactar con Edward, así que se después de algunos meses se enteraron de su paradero. Las visiones de Alice no eran muy buenas con respecto a el, pues parecía cambiar de opinión cada minuto que pasaba. Se encontraba en Sudamérica, específicamente en Río de Janeiro. Había seguido el rastro de Victoria, el cual perdió por completo después de un tiempo.

Aleksandra no estaba feliz con la vida que tenía, pero le molestaba a sobremanera que Edward pensara que era un monstruo, ninguno de ellos lo era. Por fin había encontrado a su alma gemela y la había dejado ir por un error. Ella estaba completamente segura de ello, por lo que no le dirigió ninguna palabra cuando volvió con la familia

—¡No! —gritó Alice desde el primer piso.

Inmediatamente todos los presentes se arremolinaron frente a la duendecilla. Los ojos de Alice parecían brillosos, pero al instante volvieron a enfocarse, llenos de terror. Sus manos soltaron la mesa de centro que se encontraba hecha pedazos por sus manos.

—¡Alice!... Alice, ¿Qué pasa, que viste? —le preguntó su marido Jasper, acercándose a ella e intentando
aflojar un poco su agarre sobre la madera triturada.

Alice tenía un ataque de pánico y aunque la respiración no era necesaria comenzó a hiperventilar. Jasper tomó su rostro entre sus manos, intentando que volviera completamente. Le susurraba palabras que solo ambos entendían, hasta que por fin pudo encontrar su voz nuevamente.

—Bella... —susurró Alice. Definitivamente hubiera sido inaudible para los oídos humanos.

—Alice, cariño...¿Qué fue exactamente lo que viste? —preguntó Esme preocupada.

—Bella... Ella... Yo... Edward... ¿Porqué? —sollozó Alice, con lágrimas de veneno que jamás caerían de sus ojos.

—¿Qué hay con Bella? ¿Y Edward?
¿Se volvieron a encontrar? —Aleksandra preguntó con rapidez. Alice negó varias veces con la cabeza—  ¿Entonces que es? —la tomó por los hombros, desesperada por una respuesta.

—Bella saltó de un acantilado y nunca volvió a subir —Alice dijo con dificultad— ya no puedo ver nada sobre su futuro.

Esme sollozó ruidosamente al instante. Todos estaban sin palabras, pues consideraban a Bella como un miembro más de la familia. Carlisle se había llevado a Edward a cazar, así que le agradecían internamente al médico. Ni siquiera querían imaginar la reacción que tendría el chico.

Cuando el amor llegó ⟨••Caius Volturi••⟩ (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora