Capítulo XXVI

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Por un momento, Caleb no se atrevió a respirar.

Una hija.

Había repetido aquella palabra en su mente una y mil veces, pero no podía terminar de creerla. Acostumbrarse a ella era como cambiar cada cosa que componía su vida.

Observó a Scarlette de pie, con su hija aferrada entre sus brazos.

La mirada de ella decía lo que se estaba guardando. La ferocidad y la ira se fraguaba a fuego tras sus ojos esmeraldas.

Caleb inspiro hondo y dio un paso tentativo hacia ella.

Había perdido mucho, él no perdería más tiempo.

Scarlette apretó sus labios rojos y también dio un paso hacia delante, intencionadamente corto. El mensaje era claro, si Caleb quería algo, él debía acercarse.

Siempre había sido así con ella. Caleb intentando adivinar que deseaba, intentando, adelantándose a sus pasos. La mayoría de las veces fallaba. Quizás siempre falló y por eso todo terminó mal.

Scarlette no cedía, ella jamás iba a cambiar de opinión. Si quería algo, lo iba a querer en ese preciso momento y no después.

Por eso, Caleb se sorprendió cuando ella alzó su barbilla y caminó hacia él con Sofia en brazos, con expresión decidida en su rostro.

—De esta forma. —dijo con la voz tensa. —Debes sostenerla de modo que la mantengas cerca de tu pecho y sostienes su cabeza de esta forma. No la sueltes. Jamás.

El corazón de Caleb se agitó.

Extendió sus dedos hacia el pequeño bulto de mantas. Sus dedos temblaron y Scarlette se quedó muy quieta de pronto, sin soltar a Sofia ni respirando. Quedo expectante a lo que él haría a continuación.

Caleb tragó saliva y retiró con cuidado la manta, apenas lo suficiente para ver el rostro de Sofia.

—Sofía. —susurró con la vehemencia de una plegaria.

Su hija.

Sofía, su hija.

Observó los pequeños mechones de cabello rojo y su nariz pequeña y respingada, una copia en miniatura de la nariz de su madre.

Sofía arrugo el rostro al verlo. Extendió una pequeña manito hacia él y gorgoteó, volteando a ver a Scarlette, como si preguntara algo.

—Sofi, sofi. —susurró Scarlette con dulzura. Cualquier sentimiento negativo desapareciendo de su rostro. Tarareó una suave nana y la meció ligeramente. —Va a llorar, es la cara que pone cuando va a llorar. Por favor, amor. No llores.

— ¿Está enferma? —preguntó preocupado Caleb.

—Claro que no. —le espetó Scarlette. —Y no digas esas palabras cerca de ella. No me gusta la energía que atrae. Sofí no le gusta los lugares ruidosos y siempre se pone de mal humor.

—Todo la pone de mal humor. —acotó Poppet desde la mesa.

—Bueno. —replicó Scarlette a la defensiva. —Ella es una bebé. Tiene el derecho.

Con su mano, Scarlette acarició la cabeza de Sofía con amor infinito. Un gesto tan natural que sorprendió a Caleb.

Lo había amenazado y golpeado, pero ahora el filo de su carácter se había apaciguado. Como si fuera otra persona, pero no era así.

En los buenos momentos, Caleb la recordaba así. Con su sonrisa adornando su rostro y sus rizos rebotando en su espalda. El brillo de mil estrellas reflejándose en su mirada. Una mirada dirigida a él, en aquel entonces.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Where stories live. Discover now