Capítulo II

1.5K 137 34
                                    

—Ahora como estas jugando a los soldaditos ya te has olvidado de todos tus amigos. ¿No es así? ¡Casi he muerto siete veces de preocupación y tu...!

Rogué a Dios por paciencia mientras lanzaba un gruñido de advertencia.

Podían pasar años y Scarlette siempre tendría algo por lo que reclamar.

Abrí la puerta de la oficina que me pertenecía por el momento.

El único que estaba dentro era Axel Blaze.

Otra vez los policías lo habían esposado a pesar de las ordenes que habia dado.

Deje una nota mental de encontrar al imbécil y cobarde que ocupaba esas malditas esposas con obsidiana y recordarle que mientras el caso siguiera en pie, era yo quien daba las órdenes.

Pero me alegró ver que estaba mejor. Las horas que descansó le habia ayudado más de lo que habia pensado.

Me reprendí mentalmente. Un retenido no podia estar bien. Nuestra ventaja estaba en su debilidad, y un retenido fuerte física y mentalmente complicaba nuestro trabajo en la unidad.

Pero si era inocente, ¿Qué más daba?

Por un escaso momento, me atreví a comparar la imagen del hombre sentado en esa silla con la del chico de mi memoria.

Más alto, más moreno.

Lo demás seguía todo en su lugar.

Sus oscuros ojos me observaron con precaución cuando me acerque a soltar esas malditas esposas. Sentí como mi aura gritaba de indignación por tocar esa obsidiana, pero la ignoré lo mejor que pude mientras lanzaba esas esposas lejos.

Scarlette exhaló cuando se detuvo frente a Alex Zabel.

—Maldita sea. —juró. — ¿Es Axel Blaze? Jesús, no me respondan. Alex, Axel. ¿Cómo demonios nadie se dio cuenta?

Axel la miró con lentitud.

Se recostó contra el respaldar de la silla que le habían dado como si se tratara de un trono. La soberbia de ese gesto casi me hizo reír.

Casi parecía como si él hubiera decidido sentarse ahí por voluntad propia.

Era como si yo fuera la intrusa en su habitación.

Fruncí el ceño planteándome seriamente que tan inmoral seria darle un golpe para borrar esa expresión de suficiencia del antiguo jugador de fuego.

El arqueó una ceja y me observó, como si hubiera leído mi mente.

Aparté la mirada, pero discretamente revisé las barreras mentales de mi aura. Solo sabia que Axel Blaze era inocente, pero no sabia que más podia hacer.

Iwan una vez me habia mentido sobre sus poderes. Tal vez no habia sido el único.

Scarlette golpeó el suelo con su tacón alto.

—Siempre supe que Blaze iba a terminar en la cárcel. —gruñó.

Como si hubiera recibido un halago en vez de un insulto, Axel le sonrió. Ella lo miró con desprecio.

Reprimí un suspiro, apoyando mi cadera contra el borde del escritorio y cruzando mis tobillos entre sí.

—Hay pruebas de que no es del todo culpable. —dije.

Ella levantó su rostro, atenta ante esa nueva información.

Llevaba un vestido azul rey, ajustado y simple. Su cuello y muñecas estaban adornados por joyas de oro que probablemente no volvería a usar.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora