Capítulo L

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Genoveva estaba sin palabras.

Miro a su hermana mayor, quien solo se limitó a levantar una ceja, de ese modo altivo que tenia acostumbrado. Con calma, su hermana cruzó una pierna sobra la otra. Había un anillo que brillaba en su mano y que Genoveva no quería preguntar de que trataba, pero tenia una fuerte sospecha de que iba todo eso.

— ¿Algo que decir? —preguntó su hermana.

— ¿No hay balones? —preguntó finalmente Gene, luciendo tan decepcionada como se sentía.

Pensó que su hermana se iba a burlar de ella, pero tan solo se limitó a sacudir su cabeza. Nehalennia, a los pies de su dueña dio un gran bostezo y dio un ladrido antes de extender sus patas delanteras y continuar durmiendo. Tessa jugueteó con un cronometro entre sus dedos.

—El balón es la última parte del entrenamiento. —le explicó. —Antes tienes que endurecer un poco tu cuerpo para prepararlo. Si entrenas con un balón ahora, solo tropezaras y caeras. Sé que te puede parecer muy fácil porque ves al equipo de Arion todos los días, pero créeme que para llegar a ese punto tuvieron que entrenar mucho tiempo antes.

Genoveva mordisqueó su labio y miró la cancha frente a ella. Aunque solo fuera su hermana su público obligado, de pronto se sentía como en el centro del ojo del mundo. Y la sensación era espeluznante. ¿Cómo sería cuando hubiese un público? ¿Miles de ojos dispuestos a presenciar tu triunfo o fracaso? ¿Cómo se sobrevivía a eso?

— Gene. —le llamó Tessa, como si presintiera que el miedo estaba trepando por la columna de Gene. —No pasa nada si te equivocas o si te toma tiempo. No es una competencia.

Gene tomo aire y se obligó a asentir.

Pero era difícil no sentir una gran presión en el pecho al pensarlo. Para su familia, aquel deporte era tan fácil como respirar. Y ahora que ella se había puesto a la cola de todo aquel circo...

—Si en algún momento no quieres seguir, esta bien. —continuó su hermana con suavidad. Aquella voz dulce y tranquila que Gene recordaba de tiempos mejores. —Esto significa todo lo que tu quieres que signifique.

Ese era el problema. Gene no sabia que quería.

El fútbol había sido el portador de alegrías y tristezas a su familia por partes iguales. Pero todos amaban aquello, sin que nada le importara. Toda su familia había recorrido aquel camino antes que Genoveva.

Y por esa misma razón, Gene había mirado hacia otro lugar. Había hecho su propio camino, sin expectativas sobre ella. Sus padres la habían cuidado y protegido. Sus hermanos la habían mimado siempre.

Pero ahora no podía ignorar aquel sentimiento de curiosidad que la estaba llamando. Como algo más fuerte incluso que sus prejuicios, miedos y rencor. Gene necesitaba llegar al final de eso. Quería saber porque todos parecían cambiar al entrar a una cancha, quería saber de donde venia aquella transformación.

—Quiero hacerlo. —afirmó Gene. —Comencemos.

Su hermana le sonrió.

Y Gene corrió directo al camino de obstáculos.

Tessa se quedo mirando a Gene, pero apenas pudo ocultar una mueca cuando la vio ir directo hacia el primer obstáculo que no era más que una pequeña barra que tenia que saltar. Lo logró esquivar, pero Gene era una artista que pasaba sus días leyendo o pintando bajo la tranquila sombra de un árbol cuando otros niños hacían competencias para lanzarse en una tabla por el costado de una colina. Su cuerpo era blando y delicado.

Era casi doloroso ver aquella falta de coordinación entre manos y pies. Tessa estuvo a punto a cerrar los ojos cuando la vio enredarse con el segundo obstáculo y caerse de espaldas.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Where stories live. Discover now