Capítulo XLVI

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Axel observa como Tessa corre de un lado hacia otro. Ha demorado en llegar al departamento y ahora el tiempo la persigue. Sus mejillas están arreboladas mientras maniobra con las fundas de armas de lo más curiosas e intenta atarlas alrededor de sus muslos, escondidas bajo el vestido dorado que llevaba aquella noche.

Sus dedos se vuelven torpes y Axel oculta una sonrisa.

—Permíteme. —se ofrece.

Ve la frustración en Tessa, pero le entrega las fundas. Axel se arrodilla en el suelo y ella extiende su pierna frente a él. Requiere un autocontrol gigante no hacer el proceso inverso y comenzar a desvestirla en ese momento.

Se conforma con entretenerse un poco más en la piel aterciopelada de sus muslos mientras termina de ajustar aquellas correas con fundas.

— ¿No vas a preguntar por que llevo armas a una fiesta de reconciliación de futbol?

—Cariño, he dejado de hacerme esa pregunta hace mucho tiempo en estas fiestas. —repuso Axel. Se permite abrir su chaqueta roja un poco y enseñarle un arma que ocultó en ese lugar antes de que Tessa llegara.

Los ojos de Tessa brillan. Axel sonríe.

¿Eran dementes o simplemente sabían a que atenerse con esas fiestas? Pero la idea de asistir a una fiesta de la AIF con Tessa ponía a Axel de los nervios al recordar como había salido la última vez.

¿Era necesaria su asistencia?

Antes de terminar con su trabajo, Axel rodeó su pierna con sus manos y dejó un camino de besos. El olor a jazmín del jabón de su cuarto de baño quedo impregnado en sus manos y Axel se pierde por un momento.

Tessa leyó sus intenciones de inmediato y se escabulle de él.

— ¡Vamos tarde! —grita mientras revuelve entre sus nuevas pertenencias y busca maquillaje. Encuentra un frasco que la hace sonreír. —Por esto, te amo infinitas veces. Ignoraba que había en Japón este labial.

Axel gruñó frustrado al ver el lugar vacío donde estaba Tessa antes entre sus manos.

—Podemos faltar. —opinó Axel, caminando hacia ella y el tocador que le había comprado. Recorre sus hombros desnudos con sus dedos, jugando con las tiras finísimas que sostenían aquel vestido dorado al estilo griego.

Tessa atrapó su mirada a través del espejo. Ese dorado cautivándolo por completo.

—No podemos. Edgard nos asesinaría. ¿Cómo has comprado todo esto? Parece bastante especifico. ¿Sabes siquiera como se llama esto?

Tessa levanta un frasco delgado y blanco y se lo enseña.

—Le he pedido ayuda a mi hermana. —admitió Axel, tomando el frasco y encogiéndose de hombros. —Nada mejor que una adolescente para saber como destruir una tarjeta de crédito. Te lo recomiendo con Genoveva.

Tessa le ofrece una sonrisa y continúa arreglándose. Axel busca en el bolsillo de su chaqueta aquella pequeña caja que guardo antes que Tessa cruzara la puerta de entrada como una tormenta hace un rato.

Los ojos de Tessa captan su movimiento y ella se queda muy quieta.

—Axel. —advierte, con la voz entrecortada. —Sabes que no es necesario todo esto. Ni ropa cara, ni perfumes exclusivos ni joyas. Te querré con todo y sin nada a cambio.

Axel retiró el collar de la caja y lo deslizó en el cuello pálido de Tessa, cayendo justo sobre sus clavículas.

—Dejaría el mundo a tus pies para ti, Tess. Todo esto es nada en comparación.

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