Capítulo XXXV

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Que difícil era ser valiente en una situación en calma.

Para Caleb era muy fácil ser valiente cuando medio estadio gritaba su nombre. Era una necesidad para el tomar la decisión más peligrosa y arriesgada cuando sabía que su rival no lo esperaba.

Ser valiente con adrenalina era sencillo.

Pero esto no estaba resultando sencillo. Revisó el paquete en sus manos, no por primera vez, y vigilo que los pasteles azucarados y coloridos siguieran en su sitio. Esas pequeñas cosas suaves y cargadas de azúcar que a Scarlette Lovalace volvían loca.

El miedo cosquilleó en la boca del estómago de Caleb.

Esperaba que le siguieran gustando.

Volvió a cerrar el paquete con sus dedos ligeramente temblorosos. Realmente no tenía un plan de respaldo por si no le gustaban. Jude si hubiera tenido un plan, pero no Caleb.

Él era impulsivo. Solo vio el letrero de la pastelería y al siguiente momento estaba aquí, frente a la puerta de hotel de Scarlette Lovalece.

Tomando unas pequeñas hilachas de valentía que todavía le quedaban, Caleb tocó el timbre.

Sin atreverse a moverse, esperó. Tenía un discurso medio ensayado para enfrentar a Scarlette. Estaba casi seguro de que sería suficiente para esa noche. Necesitaba ir creando el camino hacia ella, ir fortaleciendo aquel lazo que los unió alguna vez.

Se había prometido pelear por ella esta vez. Y por Sofia.

Así que no importaba si esta noche lo rechazaba, se dijo. Lo intentaría al día siguiente. Tantas veces como pudiera. Tenía que demostrarle que el sería un buen padre. Pero necesitaba que Scarlette confiara en él.

Entonces, escuchó ruidos desde el interior de algo al ser arrojado y estrellado. Gritos furiosos. Y silencio.

Caleb parpadeó, mirando con recelo el número en la puerta y asegurándose que era la puerta correcta. ¿Se habría equivocado? Poppet, esa pequeña criatura chillona, le había asegurado que Scarlette dormía temprano junto a Sofía y que Genoveva Whitelaw a veces quedaba pintando en la noche. Pero el silencio, le dijo a Caleb, volvía loca a Poppet y eso la hacía escapar del departamento a lugares más ruidosos.

Pero los ruidos siguieron escuchándose dentro. Y lo que lo congeló fue oír gritos. Esta vez estaba seguro de que era Scarlette.

Su corazón se encogió.

Caleb esta vez tocó el timbre con más insistencia, pero nadie vino. Miró las bisagras casi ocultas de la puerta, ¿Scarlette le gritaría que era un bruto cavernícola si derribaba la puerta? Era un riesgo que podía permitirse.

Estaba a punto a enfrentarse a los insultos de su exnovia, cuando la puerta se abrió. Una de las niñeras, se dio cuenta Caleb por el uniforme. Su cabello desordenado y su ropa desaliñada solo aumentó la inquietud de Caleb.

La voz de la mujer fue firme, aunque sus ojos eran cristalinos.

— ¿Necesita algo, señor Stonewall? Mi señora no está disponible en estos momentos ni la joven Sofía.

Una vez abierta la puerta, Caleb oyó con claridad dos tipos de llantos que estremecían hasta los pilares del hotel.

— ¿Dónde está Scarlette? —exigió saber, abriéndose paso a pesar de los vanos intentos de la niñera por impedirle el paso.

La mujer intento tirar de su ropa para evitar que pasara.

Y entonces ella sollozó.

—Por favor, señor. Ella no desea ver a nadie. Me despedirá si se entera...

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant