Capítulo III

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Sabia que no podia volver a esa oficina con Scarlette ahí.

Así que bajé a los pisos inferiores, buscando el policía japonés al mando de esa estación policial.

No hizo preguntas. Solo escuchó mis ordenes en silencio, y asintió. Tampoco miró dos veces el libro que llevaba bajo mi brazo, y discretamente lo agradecí. Hubiera sido molesto gastar tiempo en amenazarlo para que guardara silencio.

Sin despedidas, caminé lejos del policía.

Que Scarlette decidiera lo que decidiera. Si Axel Blaze era inocente, saldría de este edificio como un inocente.

Y como una cobarde, escapando de cualquier hilo que me uniera del pasado del cual intentaba olvidar, también salí de ese edificio policial con Nehalennia trotando a mi derecha.

Fuera, el día era cálido y brillante. Todo lo que podías esperar de un día de verano.

Parpadeé, acostumbrándome a la luz natural. Habia estado cuatro días encerrada en la estación, vigilando cualquier posible detalle que pudiera ir mal. Sin dormir, casi sin comer.

Respiré muy hondo, recibiendo la dulce brisa de verano en mi rostro.

Sin mirar atrás, caminé lejos de ahí.

El departamento que me habían asignado no estaba muy lejos, pero si llevaba una de las camionetas negras que habían dejado a mi disposición, debería volver a esa estación para devolver la camioneta antes de irme.

Y no quería volver a ese edificio.

Así que camine hasta el departamento, planificando mentalmente lo que haría a continuación durante todo el trayecto.

El edificio entero era propiedad de los sigilos, pero eso muy pocos lo sabían por la variedad de sus ocupantes. Pintores, familias y personas normales vivían en esos departamentos para despistar, pero su propósito era crear una casa de seguridad para las misiones de cualquier sigilo.

Sin saludar a la recepcionista, elegí las escaleras para llegar a mi piso.

El ascensor siempre estaba ocupado y no me agradaba encontrarme con otras personas. Además, me hacia bien ejercitar un poco.

Entré al pequeño departamento que me habia pertenecido. Estaba casi intacto porque no habia pasado más de una o dos horas aquí.

No deje de moverme.

Pero mientras mis manos se movían para empacar las pocas que habia traído conmigo, seguía pensando en las palabras de Scarlette.

¿De verdad Edgard corria peligro en la AIF si no entregaba al emperador?

Scarlette me habia acusado de abandonarlos.

Pero yo jamás pensé en eso.

Me quede quieta, con la mochila que estaba aún entre mis dedos. Solo faltaba cerrarla y me iría de Japón en el avión que ya habia preparado.

Edgard era inteligente, fuerte. Si me habia hecho a un lado de la AIF fue porque sabia que el podría controlar ese maldito nido de víboras.

¿Pero ese pensamiento habia sido mío desde un inicio o Iwan me habia hecho pensar así?

Mordí el interior de mi mejilla mientras pensaba.

Edgard era fuerte, sí, pero también demasiado bueno. Él nunca seria capaz de tomar las medidas necesarias para controlar a las hienas hambrientas que eran los socios de la AIF.

Exhalé profundamente.

Y supe que esta vez no podia hacerme a un lado.

Así que deje caer la mochila otra vez sobre la cama que no habia ocupado mientras un loco plan comenzaba a tomar forma en mi cabeza.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora