Capítulo XLIX

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Por más que quisiese que aquel momento durase para siempre no podía ser de esa forma. Debíamos volver a la realidad. Terminamos el desayuno y luego nos duchamos para vestirnos y arreglarnos para enfrentar los problemas en que nos metimos ayer por abandonar la fiesta en la mitad.

Todavía estaba buscando un par de zapatos cuando alguien tocó la puerta del departamento de Axel.

Axel gruñó.

—Te juro que si es el administrador...—comenzó a decir, pero lo interrumpí. Olvidé por completo los zapatos. Miré hacia la puerta con el corazón en un puño.

—Es un sigilo. —dije tensa. Tomé el primer par de zapatos y me calcé tan rápido como pude. —Voy yo, Axel. Quédate aquí.

—Estamos juntos en esto. —replico Axel, ajustando los puños de su camisa blanca en sus muñecas y mirando con el ceño fruncido la puerta, como si no le importara que fuera un sigilo el que tocara. Como si estuviera dispuesto a echar a patadas a cualquiera que se atreviera a interrumpir en su hogar.

Mordí mi labio. Quería ocultar a Axel en una caja y que jamás nadie pudiera hacerle daño. Pero sospechaba que el tenía un sentimiento muy parecido conmigo.

Él tenia razón. Estábamos juntos en esto.

Con el corazón en la mano, me obligué a caminar hacia la puerta. Preparé mi aura, dejándola lista para tomar cualquier forma que quisiera. Intercambie miradas con Axel por última vez, y me arme de valor.

Abrí la puerta y mi alma cayó a mis pies al ver al sigilo que esperaba fuera.

La mirada azul hielo de Jensen me atravesó desde el otro lado.

—Mi aprendiz. —dijo Jensen con frialdad. —Me estaba preguntando que estabas haciendo con tu tiempo libre hasta que anoche saltaron mis alarmas en la oficina. Había un nuevo recuerdo nuevo en mi mente. ¿Se te hace familiar, mocosa?

Me sentí inmovilizada por el peso de su mirada. Sin palabras y el medio me recorrió de golpe.

Axel abrió más la puerta, con la tranquilidad y osadía que lo caracterizaban, llenando el marco por completo. Enarcó una ceja con altanería y apoyó su mano con el anillo de mi familia en el marco.

— ¿Quieres tomar algo? —preguntó con tranquilidad.

Jensen gruñó y dio un paso adelante.

—Espero que tengas algún licor que valga la pena.

[...]

Jensen dobló una pierna sobre la otra. Su ropa negra parecía tragar cada luz de la casa. Cada arma que llevaba parecía más siniestra que la anterior. Los cuchillos de distintos tamaños, aquellas armas de tiros múltiples.

Su cabello rubio rapado casi al ras, al estilo más militar posible.

Sus ojos celestes se entrecerraron después de beber la copa de alcohol que le ofreció Axel.

Me senté en la punta del sofá opuesto al de Jensen. Axel se quedó de pie a mi derecha, apoyando casualmente su mano en mi hombro. Vi el destello del anillo de la familia Whitelaw en su mano. Como si leyera mis pensamientos, el entrelazó su mano con la mía y me dio un suave apretón. Todo su cuerpo gritaba que estaba dispuesto a enzarzarse en una pelea a puños con Jensen si llegara a ser necesario. Me conmovía, pero sabía que no llegaríamos a ese punto, ¿Verdad?

Miré a Jensen afligida. Los sofás grises de Axel parecía de juguete con Jensen sentado en ellos.

Había una conversación que tener.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Where stories live. Discover now