Capítulo XXXIV

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Axel se quedó quieto al ver una luz encendida en el viejo edificio que fue la sede de la AIF antes de la explosión.

Como cualquier emperador, incluso uno falso, Axel siempre tuvo informantes que le mantuvieron al tanto de todo lo que sucedía en la ciudad; sobre todo de aquellas cosas que estaban estrechamente vinculadas al mundo del fútbol. Y como una muy mala costumbre, Axel seguía manteniendo a aquellos informantes que le susurraban de aquellos secretos de los que nadie quería hablar.

Esa noche aquellos enredos de palabras y murmullos lo llevaron a ese lugar.

El edificio de la AIF se estaba reparando durante la noche. Nadie veía a nadie entrar o salir, pero cada mañana el edificio estaba en mejor estado que antes a niveles casi imposibles.

Dio un paso hacia la vieja entrada del edificio, que volvía a estar de pie y unida. Solo eso fue necesario para sentir un cosquilleo en la piel que se transformó en ardor en cuestión de segundos. Axel retrocedió el paso que dio y la sensación desapareció de inmediato.

¿Escudos áureos?, pensó incrédulo. Estaba atando rápidamente cabos cuando una cabeza se asomó por la ventana sobre él, la luz a su espalda oscurecía sus rasgos desde abajo, pero la voz era inconfundible.

— ¿Qué demonios estás haciendo aquí, Axel? —gritó Tessa desde arriba. —¿Estas solo?

Axel suspiró para sus adentros. Una pequeña parte de él había sospechado de Tessa o que Edgard estaban detrás de eso, pero nunca pensó encontrarla directamente aquí.

O quizás seguía siendo mentiroso y esa noche si esperaba encontrarla ahí. Quizás guardo la esperanza de verla. Claro que eso era algo que no admitiría ni siquiera así mismo, menos lo diría en voz alta.

—Si, estoy solo. —admitió Axel. — ¿Me dejas entrar?

—A veces sigues siendo un dolor de cabeza. —farfulló Tessa, desapareciendo otra vez al interior del edificio.

Sonrió ante sus palabras. Deslizó sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo de cuero marrón. Espero a que Tessa bajara.

Cuando la vio, otra vez sintió ese breve tartamudeo de su corazón.

Todos los días se encontraban frente a frente en las reuniones, pero era diferente. Ella se encontraba lejana a él, con sus viejas ropas que era el recuerdo de su vida anterior. Una vida en la que Axel nunca tuvo un lugar. Apenas hablaban, solo un momento robado entre conversaciones y discusiones de la gran mesa de reuniones. Palabras breves e insignificantes que probablemente significaban más para él que para ella.

Sin embargo, esta vez cuando bajó a recibirlo solo llevaba unos pantalones vaqueros y una remera de tirantes rosa, con una chaqueta de punto amarilla. Colores, se dio cuenta Axel. Colores en su tiempo libre.

Tessa se arremangó la chaqueta hasta los codos. Emitió un resoplido, como si hubiera corrido todo el camino hacia abajo y se hubiera cansado. Aparto su corto cabello que enmarcaba un rostro sonrojado y brillante.

Avanzó hacia Axel y sin mediar palabra, tomó su brazo y tiro de él hacia el interior del edificio. Una vez que cruzaron el umbral, Tessa se quedo mirando un rato un par de pilares. Luego, como si se sintiera satisfecha, asintió para si misma y sacudió sus manos.

—No llevo chaleco antibalas y tampoco traigo el uniforme. —explicó ella una vez dentro. —He roto el último en buen estado que me quedaba ayer entrenando con Vesta y cuando le he preguntado a Shawn si tenia de repuesto en la casa de seguridad, me ha dicho que solo había tallas de hombre ¡Imagínate! Así que solo estoy usando escudos áureos que me cuestan al menos una hora crear. Y después tengo que destruir mi perfecto esfuerzo y abrir una ventana para dejarte pasar. A ti.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Where stories live. Discover now