Capítulo XXXVII

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Tras casi toda una tarde perdiendo el tiempo con el anuncio comercial de Axel, era agradable haber rescatado las últimas horas de la tarde para disfrutar. La cafetería a la que lo había llevado era un local pequeño y acogedor. Las paredes color crema estaban adornadas con plantas en macetero y trepadoras que se enredaban y crecían en los pilares.

"Cada loco con su café" rezaba el letrero de entrada en letras cursivas y luminosas. Tenia un patio externo con mesas de madera y sillas en forma de huevos, pero habíamos escogido una mesa junto a la ventana que daba a la calle. Desde fuera, no se podía ver nada. Pero desde donde estábamos teníamos una amplia vista de la calle y tenia identificada unos dos o tres vías de escape si es que fuera necesario, claro.

La vista de Axel quitaba el aliento. La luz de los últimos rayos de sol caía en la mitad de su rostro, sacando reflejos castaños a sus ojos marrones, marcando su perfil atractivo. Y el fingía no darse cuenta, mirando hacia el exterior. Varias personas lo miraban a hurtadillas. Su cabello estaba entre liso y ondulado, producto de su cambio de peinado a manos del maquillador del set de grabación.

Llevaba camisa blanca, con jeans celestes y zapatillas blancas. Más relajado, menos emperador malvado.

Era increíble como aquel hombre me parecía tan hermoso. Justo ahí sentado, estaba tratando de memorizar la suave curva de sus ojos y la altura de sus pómulos. Un rostro elegante, sin imperfecciones, sin marcas de la edad aún.

Estaba actuando como estúpida. Una cría joven y enamorada, como si no hubiese aprendido nada en el pasado.

Pero era tan fácil enamorarse otra vez de Axel Blaze.

Él me atrapó mirándolo. Enarcó una ceja con aire altivo, que se le daba mucho mejor que a mí.

—Sigo pensando que me debes otra invitación. No puedes invitarme a tomar un café y tú elegir un té.

Llevé el vaso a mis labios, ignorándolo.

—Hacen un buen té. —repuse y era verdad. —Me gusta este té. ¿Qué ves?

—Se logra ver el Instituto desde aquí. —murmuró Axel, bebiendo de su café negro.

— ¿Crees que siguen entrenando?

— ¿Con Mark? Claro. —dijo Axel, cruzándose de brazos. —podríamos ir a dar un vistazo y saludar. Tal vez puedas limar asperezas con Nelly si estas de suerte.

Arrugué mi frente.

— ¿Me odia demasiado?

—Ha dejado de saludarme en la calle. —repuso Axel. —Así de tanto.

Hice una mueca. Trate de pensar si me beneficiaria intentar realizar una reconciliación con ella. Me di cuenta que no me interesaba mucho los beneficios, simplemente me sentía mal por haberla enfurecido.

Pero había sido tan abrumador ese momento, que Nelly simplemente fue un daño colateral que me permití asumir. Mi ira contra Axel, el libro de nombres, Fei Rune.

—Vamos, entonces. —dije levantándome y dejando el dinero en la mesa. -Veamos si la suerte nos sonríe.

[...]

Arion estaba tan horrorizado que resultaba cómico.

— ¿No sabes dar un pase, Gene?

Genoveva lo miró ceñuda. Miró el balón como si se tratara de algo que le molestara en su visión.

Una cosa era jugar a escondidas, solo por curiosidad, solo por saber que era eso que llamaba a lo jugadores a correr y entrenar por horas. Otra era dejarse llevar en ese espantoso circo de fútbol.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora