Capítulo XLII

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Baje el ritmo hasta que fuera un trote suave y giré, deteniéndome y esperé con paciencia a que Axel me alcanzara.

— ¿Unos cuantos kilómetros son suficientes para dejar sin aire al jugador de fuego?

Él se detuvo, llevando las manos a sus rodillas y respirando a bocanadas. Una vez, dos veces.

—Cállate. —dijo cuando pudo volver a respirar lo suficiente para formar palabras. —El trabajo administrativo me esta matando.

Me largué a reír, le extendí la mano y le permití apoyarse en mi mientras terminaba de recuperarse. Él me abrazó por los hombros y negó con la cabeza.

—Ocurre que tienes mejor resistencia que antes. —dijo Axel.

—Ya. —dije. —Ocurre que has dejado de entrenar mientras que yo no.

Él gruñó y no dijo nada más. Yo sonreí satisfecha. Nos detuvimos a tomar descanso en un puesto de comida al aire libre justo al lado de la ciclovía que seguía la rivera de Inazuma.

Axel se desplomó en uno de los asientos mientras yo ordenaba un par de limonadas y algo para comer. El amanecer estaba desplazándose con lentitud por el horizonte, los primeros rayos anaranjados pincelaban las aguas del rio en tonos dorados y rosados. La brisa se levantaba con suavidad y se deslizaba entre las mesas, enfriando el sudor de mi cuerpo.

Miré con una sonrisa de medio lado a Axel ya recuperado por completo. Miró con los ojos entrecerrado el menú para ordenar algo más. Su remera negra y pantalones cortos del mismo color estaban empapados de sudor.

Extendió sus brazos por sobre su cabeza y esperó que volviera la muchacha para pedir más comida. Luego me miró, atrapandome observándolo.

—¿Vez algo que te guste, Whitelaw?

Apoyé mis codos en la mesa entre nosotros y luego reuní mis manos para apoyar mi barbilla en ellas. Lo miré juguetona.

—Mucho. —admití. —Pero estaba pensando que realmente tendré que preguntarle a Edgard si él ha continuado entrenando. Parecías como si fueras a infartarte hace un momento.

Axel entrecerró sus ojos y me lanzó una mirada de advertencia.

—Graciosa. —murmuró.

Le guiñé un ojo y me aparté cuando la chica del local llegó con la limonada.

Axel esperó a que la chica se fuera para inclinarse sobre la mesa y levantar una ceja.

—Supongo que no puedo estar al cien por ciento en el día si te ofrezco todo por la noche. —sus dedos largos giraron un mechón de mi cabello y lo observó con toda la atención del mundo, antes de volver a acomodarlo detrás de la curva de mi oreja. La mirada franca de deseo me atravesó por completo. — ¿No estás de acuerdo?

Luego, se las arregló para levantarse por sobre la mesa y besarme, su boca jugando con la mía en una cadencia lenta e insinuante que me dejó sin aliento. Solo él podía vencerme solo con un beso.

— ¿Tess? – insistió, separándose y sonriéndome.

—Muy de acuerdo. —admití, derrotada ante él.

Axel regresó a su asiento y sonrió con orgullo, completamente satisfecho con mi reacción. Resoplé sonrojada, ignorando las miradas de curiosidad de mesas vecinas.

— ¿Qué planes tienes para después? – preguntó Axel.

—Ocupada. —mentí, negándome a seguir cayendo en sus perversas y atractivas tentaciones. —Muy ocupada.

Redención (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Where stories live. Discover now