Capítulo 22. Advertencia

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~Leonardo~

Esperaba ansioso a que Genave me devolviera el correo y aunque debía concentrarme en el trabajo se estaba volviendo imposible. En unos días me convertiría en el dueño de este imperio, sin embargo lo único que tenía en la cabeza era la conversación que había tenido con aquel hombre y las consecuencias que traería la misma. Pero no estaba dispuesto a doblegarme. Era la primera vez en mi vida que sentía que valía la pena luchar por algo y no permitiría que nada se interpusiera en mi camino.

—Señor—escuche decir a mi asistente Denisse—Su primo Alessio está en la línea—aparte mis ojos de la pantalla y tarde un momento en levantar el teléfono.

Tenía la certeza de que Alessio sabía que algo estaba pasando, era muy probable que estuviera enterado de cosas que yo no y por eso era muy importante que fuera muy cauteloso respecto a lo que iba a decirle. Mi primo era demasiado meticuloso y aunque me fastidiaba no pretendía hacerle ningún reclamo al respecto.

Ya te crees demasiado importante—dijo con sorna y tuve que respirar profundo—No importa, acabo de enviarte un correo necesito que lo revises.

— ¿Sobre qué?—pregunte y lo escuche resoplar con fastidio.

Solo ábrelo y lo descubrirás—Desbloquee la pantalla y dude por un segundo.

Aquel correo tenía imágenes adjuntas y aquello no podía ser nada bueno. Muy en el fondo esperaba que no se tratara de lo que ya me imaginaba, sin embargo Alessio siempre estaba un paso adelante y sabía que solo intentaba protegerme. Él tenía demasiada experiencia en este asunto, yo apenas y me estaba adaptando a escuchar la palabra "mafia" así que era mejor escucharlo. La primera imagen era de mí en el río Hudson, la segunda y lo que ya me temía era la misma imagen pero ahora frente a mí se encontraba ese hombre.

—Alessio—dije, pero este ni siquiera me dejo hablar.

Por mucho que aprecie a mi cuñada, tú eres mi sangre ¿qué pensabas?—cuestiono y sabía que nada de lo inventara cambiaría las cosas. Así que decidí decirle la verdad.

—No voy alejarme de Genave. No quiero hacerlo y no dejare que me intimiden—dije con firmeza y lo escuche maldecir.

—A penas y comienzas a sentar cabeza. Y admito que yo te orille hacer este trato, pero ya las cosas se están tornando peligrosas. Demasiado Leonardo—escuche la voz de Gina de fondo y sabía que él terminaría la llamada en aquel momento—Nos vemos esta noche tenemos que hablar seriamente sobre este asunto—Alessio se escuchaba realmente serio y sabía que buscaría la forma de mantenerme alejado de Genave.

***

Me despedí de todos aquella tarde y no pude evitar encontrarme con mi padre en el estacionamiento del edificio. No habíamos hablado después del atentado en la fiesta y es que no podía mirarlo sin recordar que él me había engañado respecto al paradero de aquella mujer aunque sabía que algún día tendría que tener aquella conversación. Simplemente que ahora no estaba de humor para escuchar sus asquerosas excusas.

—Alessio me comento que aunque faltan algunos detalles vas a estar listo para hacer frente a la compañía—lo mire por un segundo sopesando si hablarle o no.

—Estoy dando lo mejor de mí, solo para que tú y mamá entiendan que no criaron a un inútil—lo observe contraer el rostro, sabía que mi actitud lo incomodaba.

—Eres un Lombardi, eso nada lo va a cambiar. Llevas el poder en la sangre—Sabia lo que estaba tratando de hacer, pero su juego no iba a funcionar.

—Se lo que soy papá, no me lo tienes que recordar—me subí al vehículo y le pedí al chófer que se pusiera en marcha.

Me deje caer sobre el asiento y me afloje la corbata. Las calles de Milán eran algo concurridas aquella hora así que siempre usábamos una ruta alternativa. El chófer giro a la izquierda y mire solo por un momento el paisaje que me regalaba aquella parte de la ciudad recordando a la chica del otro lado del mundo a la que le había prometido regresar y a la cual comenzaba a extrañar con locura. Y no entendía de manera clara porque quería aferrarme a Genave Stevens, solo sabía que no estaba dispuesto alejarme de ella.

—Señor—llamo el chófer sacándome de mis pensamientos—Creo que nos están siguiendo—mire por un segundo atrás y un jeep en color negro nos seguía muy de cerca.

—Aumenta la velocidad—demande, pero el vehículo detrás de nosotros también acelero y de la nada nos impactó provocando que el vehículo se tambaleara.

Tuvimos que frenar de golpe cuando otro jeep que había salido de la nada se interpuso en el camino. Mi chófer saco su arma de la guantera y yo saque la que guardaba debajo de mi chaqueta. Nos miramos por el espejo retrovisor, luego los dos observamos al grupo de hombres que se acercaban a la camioneta. Eran demasiados y quizás no sería muy inteligente de nuestra parte defendernos, las probabilidades de sobrevivir eran muy bajas por no decir nulas.

—Salgamos sin las armas—me miro con asombro.

—Pero señor...—trato de razonar, pero tenía que confiar en mí, no teníamos otra salida.

—David confía en mí. Salgamos sin las armas.

Uno de los tipos abrió la puerta del conductor y saco a David a la fuerza. Sin mediar palabras lo noqueo con su arma y este cayó al suelo noqueado. Yo abrí la puerta y salí con las manos en alto por voluntad propia, mientras aquellos hombres me rodeaban. Traían la cara cubierta con máscaras y uno de ellos haciendo un gesto con su mano señalo donde se encontraba el jeep.

Ni siquiera tuve que esforzarme para darme cuenta de quién era la persona que había salido del vehículo y por el arma que sostenía en su mano sabía que estaba dispuesto a todo, pero no tenía miedo. Y agradecía aquello a que mi padre me había obligado hacer servicio militar cuando entre en mis veinte, una parte de mí que trataba de mantener en las sombras solo para mantener ventaja sobre mi enemigo.

—No pesaba que te gustaba jugar con fuego, entendía que eras más inteligente Lombardi.

—Y yo pensaba que tú eras menos estúpido, sabes que mi familia si algo me sucede no los dejaran en paz—hizo un gesto con la cabeza y dos de sus hombres me tomaron por los brazos.

Mire al hombre frente a mí con furia, pero este no era el momento de medir fuerzas con él. Porque cuando ese día llegara le enseñaría lo que era ser un hombre de verdad. Es fácil llegar en grupo y atemorizar, lo difícil es cuando te toca enfrentar las consecuencias de tus actos sin nadie de quien escudarte.

—Solo vengo hacerte una advertencia—dijo mientras le colocaba el silenciador a su pistola. Levanto el brazo y me apunto directamente a la cabeza, aunque desvió la trayectoria del disparo y apretando el gatillo me rozo el brazo.

La bala me quemo la carne y la sangre comenzó a gotear por debajo de la manga de mi chaqueta. Apreté los dientes por el dolor, pero me mantuve firme y con la mirada fría. Pude ver la contradicción en sus ojos, aunque trato de ocultarlo detrás de una sonrisa maliciosa. Ellos habían firmado su sentencia de muerte, le hubiese valido mejor haberme matado.

—Es la única advertencia porque no existirá otra. Aléjate de Genave Stevens y de su hija—lo escuche decir mientras uno de sus hombres me golpeaba en la nuca y todo a mí alrededor perdió sentido.

Lo claro y oscuro del placer (Libro #3 serie Oscura +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora