Capítulo 32. No se ira

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~Genave~

Un extraño sonido me despertó y abrí los ojos despacio para acostumbrarme aquella oscuridad. Busque a tientas sobre la cama, pero estaba sola y en aquel momento repare que el ruido procedía del teléfono móvil que descansaba sobre una de las pequeñas mesas de noche. Tome aquella llamada sin siquiera mirar el nombre en la pantalla y coloque la mano que tenía libre sobre la cabeza para tratar de apartar el martilleo que tenía en ella.

—Si—conteste aun adormilada.

¿Genave?—cuestiono la voz del otro lado de la línea, aunque no parecía para nada confundida sentí que querer afirmar que se trataba de mí.

— ¿Alessio?—dije algo confusa, pero tenía la certeza de que aquella era la voz de mi cuñado.

Si—afirmo cortante y sentí que se estaba conteniendo—Debes venir al hospital San Raffaele ¿lo recuerdas?—recordaba el lugar, porque era donde Gina había estado ingresada, sin embargo no comprendía porque debía ir allí.

Me quede en silencio por un segundo mirando todo a mí alrededor, solo para terminar de despertar con la realidad de donde me encontraba. Sentí una gran presión en el pecho y pensé en mi hija; Leonardo también llego a mi mente y entendí que algo malo había pasado.

—Alessio...—le llame con voz inestable.

Debes venir Genave, tú hija está bien pero—su voz cambio totalmente en aquel momento—Leonardo está herido de manera grave—deje el teléfono sobre la cama y escuche a mi cuñado decir mi nombre unas cuantas veces para al final terminar con aquella llamada.

Me sentí perturbada, no sabía dónde había quedado la ropa que Leonardo me había quitado anoche. Más la encontré doblada de manera perfecta sobre la cómoda y lo más rápido que pude me vestí y salí de aquella habitación. Me encontré de frente con uno de los del equipo de seguridad y al mirar mi cara de angustia me guió a través de la casa, no sé si sabía a donde me dirigía; su silencio era perturbador.

—El señor Alessio me indico donde llevarle—expreso en aquel momento como si me hubiese leído el pensamiento y miro mis pies descalzos—Tenga, para que no se lastime—me entrego unos tenis al tiempo que me abría la puerta del vehículo para que yo entrara.

Subí apresurada y me coloque el calzado en lo que aquel hombre se ponía en marcha. El corazón se me iba a salir del pecho y sentí la respiración cada vez más dificultosa; debía calmarme, tenía que mantenerme serena, aunque los pensamientos en mi cabeza me mostraban el peor escenario. La angustia y desesperación de nuevo se apoderaban de mí.

***

Cuando llegamos al hospital me encontré con una escena que de verdad fue perturbadora. Rubén sostenía a la niña sobre sus brazos y esta se aferraba a él como si le conociera de toda la vida, ni siquiera repare en que Alessio y Gina se encontraban allí; en cuanto ella se percató de mi presencia salió de los brazos de aquel hombre y corrió a los míos. La abrace con fuerza, mientras una mezcla de alivio y desesperación me invadían. Me percate en aquel momento de que todos me miraban con atención.

— ¿Qué te paso en la cara?—me cuestiono mi hermana con preocupación y no pude evitar mirar a Rubén.

Alessio se acercó a él de manera amenazante, pero Gina lo tomo del brazo para que no hiciera un escándalo. Sabía que Rubén no había tenido que ver de manera directa con lo que paso, sin embargo lo había permitido y no sé porque aquella verdad me dolía. Tenía esta mezcla de rabia, confusión y dolor; con solo verlo sentía que se removían cosas dentro de mí y el que me mirara de aquella forma no ayudaba aclarar el desorden en mi mente.

—Leonardo—dije al fin y el silencio fue sepulcral.

—No sabemos nada todavía—mire al lugar de donde había provenido aquella respuesta y nunca antes había visto aquella mujer. La mire con sospecha—Somos parte del equipo de fuerzas especiales comandados por Leonardo—Alessio pareció molesto al escuchar aquello y murmuro algo que no entendí.

— ¿Qué fue lo que paso?—pregunte a nadie en particular, aunque sabía que solo Rubén podía darme aquella respuesta.

—Emiliano nos tendió una trampa. Nos esperó en el cuarto donde estaba la niña—aparto la mirada de mí y la llevo a sus pies—Leonardo la protegió hasta el final—abrace con más fuerza a Rubí solo por puro instinto y la incertidumbre me invadió en aquel momento.

— ¿Donde esta Emiliano?

—Escapo—dijo uno de los hombres con uniforme negro—Hemos lanzado una alerta máxima internacional para su captura—pero saber aquello no me tranquilizo. Él estaba ahí afuera esperando el momento de atacar. Esperando para atraparme entre sus garras.

El medico salió en aquel momento y su mirada no fue para nada alentadora. Gina se aferró Alessio y yo abrace mucho más a mi hija, mientras que el hombre junto a nosotras parecía no ser más que un extraño. Era tan difícil para mi estar en el mismo lugar que Rubén después de pasar cinco años de mi vida sufriendo su perdida y sintiéndome culpable por lo que había pasado, ahora no era tan simple asimilar su presencia.

— Perdió mucha sangre, pero lo bueno fue que logramos detener la hemorragia—hizo una pausa y observe a mi cuñado ponerse tenso.

— ¿Qué pasa?—pregunto Alessio con ansiedad—Sé que algo mas está pasando—Sabia que a pesar de todo Leonardo era demasiado importante para Alessio.

—La mala noticia señor Lombardi es que sufrió un paro cardíaco y aunque lo trajimos devuelta entro en coma—sentí que se me corto la respiración y un escalofrió de esos que provienen del miedo me recorrió todo el cuerpo.

— ¿Cuáles son las probabilidades de que despierte?—me atreví a preguntar con la voz temblorosa.

—Cómo puede despertar mañana, puedo que lo haga dentro de un año. Es incierto—cerré los ojos por un segundo sin poder creer que esto estaba pasando. No podía creer que otra vez estaba perdiendo algo que me importaba.

***

No quería moverme del hospital, pero no podía sacrificar a mi hija así que al final me fui con Gina a su casa. Rubén nos acompañó y aunque quise oponer resistencia Alessio nos aconsejó, que por el momento íbamos a estar más seguras con él a nuestro alrededor. Mi hermana me regalo una mirada triste y me sentí como mierda en aquel momento. Acaricie el rostro de Rubí y deje un beso sobre su frente. Y no pude evitarlo lleve la mirada junto a mi donde se encontraba Rubén.

—Es realmente hermosa—expreso con admiración acariciando el rostro de la niña.

—Es idéntica a ti—conteste mirándole a los ojos; porque era verdad. Rubí era el vivo retrato de su padre y eso nadie podría cambiarlo.

—Genave—dijo con voz suplicante y no sé porque mi maldito corazón se empeñaba en latir de aquella manera; sentía que quería salir corriendo de mi pecho y estaba molesta conmigo misma por desear estrecharme entre sus brazos en este momento—Te amo mi musa, nunca he dejado de hacerlo y nunca lo haré—afirmo y lo entendí en aquel preciso momento. Rubén simplemente no iba a irse.

Lo claro y oscuro del placer (Libro #3 serie Oscura +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora