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Capítulo sin editar.

Josefa. 


Estaba sentada en el living de mi casa con una bolsa de gel azul sobre la cara, en el lugar donde me había golpeado el Cristóbal mientras mi hermana, el Axel, el Mateo y la Romi me miraban fijamente.

—Dejen de mirarme, no voy a desaparecer de un momento a otro —suspiré, me incomodaba mucho que me escrudiñaran tanto, creo que pensaban que en cualquier momento me pondría a llorar.

—Perdón —dijo el Mateo en voz baja.

—¿Quieren un té? —les preguntó mi hermana—. Por favor no digan que no, mi papá ya viene en camino y va a querer hablar contigo —se dirigió al castaño.

Ellos asintieron y vi cómo él le tomaba la mano a la Romi, que, si bien estuvo mirándome mucho tiempo, parecía perdida en su mente.

Estuvimos en un incómodo silencio hasta que el Axel lo interrumpió estableciendo una conversación con el Mateo acerca de cómo nos conocíamos y de dónde veníamos, pero dejé de prestarles atención mientras miraba por la ventana a un pajarito sobre la reja de la casa.

—Jo, ¿querís un té? —moví mi mirada hacia mi hermana, que estaba parada a mi lado.

Asentí con la cabeza y devolví mi vista a la ventana, pero el parajito ya se había ido.

Me levanté del sillón y las tres personas en la sala me miraron—. Voy al baño —murmuré y caminé por el pasillo hasta llegar al lugar.

Me encerré dentro y me paré frente al espejo. Mi pómulo izquierdo estaba rojo en su mayoría, pero se podía vislumbrar ya un tono medio azul cerca de mi ojo, probablemente en la noche ya sería un moretón. El final de mi ceja tenía un pequeño parche que mi hermana había puesto luego de limpiar el pequeño corte en la ceja.

Contrario a lo que la mayoría puede pensar, esta era la primera vez que recibía un golpe del Cristóbal. Sé que nuestra relación era tóxica y que la mayoría de nuestras discusiones las comenzaba él a causa de sus ganas excesivas de controlar todo a su paso y los celos irracionales que presentaba; sé que me manipulaba para que yo terminara disculpándome y asumiera la culpa de errores que no eran míos, pero nunca me levantó la mano, ni siquiera alguna vez hizo el ademán de hacerlo.

Y mierda, no quería justificarlo ni defenderlo, pero él no me quiso golpear.

Suspiré e hice mis necesidades y lavé mis manos para luego salir del lugar. Caminé de nuevo al living y me senté en mi antiguo lugar. Mi hermana ya había regresado con las tazas de té y recargaba su cabeza en el hombro del Axel, quien la rodeaba con un brazo. Me daban ganas de sonreír solo de verlos.

Tomé mi taza de té de hierbas y le di un pequeño sorbo antes de que se escuchara el auto de mi papá afuera y lo viera por la ventana salir con rapidez del auto. La Carla se levantó y le fue a abrir la puerta antes de que él tuviera que buscar la llave. Mi papá le dio un beso en la frente a modo de saludo y luego caminó rápidamente hacia mí. Dejé la taza de té en la mesa de centro y él me rodeó con sus brazos.

Conocía perfectamente a mi papá y sé que en este mismo momento debe estar martirizándose sobre el Cristóbal y el porqué no se dio cuenta de que él no era como hacía ver y creer a los demás.

—¿Cómo estás, Jojo? —preguntó en voz baja.

—Mejor ahora —le sonreí—. Te lo prometo, ya me siento mejor —seguí hablando al ver su cara de duda.

—Ya, tómate tu tecito —dejó un beso en mi frente y luego se levantó para saludar al Mateo y a la Romi.

Mientras entre ellos le explicaban a mi papá lo que había sucedido yo seguí tomando mi te y mirando por la ventana, no tenía ganas de seguir reviviendo ese momento.

Péscame poWhere stories live. Discover now