ƁƦ | ❝Nada es más doloroso para la mente humana que un gran y repentino cambio❞
Flashpoint ha desafiado las reglas de la realidad, creando un mundo donde la magia sólo se ve opacada por la maldad que ésta trae consigo.
Camila Rojas, una joven perio...
'No', dijo el rey. 'Prefiero morir a que te expongas a los peligros tan grandes que encontrarás durante el viaje'. ════════════════════════
Viajar en autobús cada mañana era lo habitual para él. Pero no que tardara tanto. Comenzando a frustrarse, giró sobre sus talones con la intención de pedir un taxi, mas el chirrido de unas llantas al detenerse lo hizo volver soltando un suspiro de alivio; honestamente, no tenía dinero para gastar en un taxi hasta su oficina.
Cuando subió, se abrió paso entre la gente, pues estaba repleto. Una vez logró acomodarse, permaneciendo de pie, observó por el rabillo del ojo a un tipo alto de abrigo y una gorra que ocultaba la mitad de su rostro, bajando una mochila de su espalda. Ésta era muy abultada, y al momento que quiso sacar algo de ella; sus sentidos se activaron, pareciéndole que sacaría un arma.
Quiso tomar la mano del extraño para detenerlo, pero el otro fue más rápido y sacó el objeto de un jalón. Tuvo que aferrarse al respaldo del asiento de enfrente por el impulso y volteó para darse cuenta que tan sólo se trataba de una bocina. Enseguida se reprodujo "YMCA" y todos en el autobús comenzaron a bailar la coreografía.
Le pareció tan extraña la situación, la forma en que todos estaban tan coordinados alzando los brazos y avanzando a penas un paso al costado debido a estar casi encima del otro... En definitiva algo estaba mal, casi podía olerlo. No obstante, ya que estaba fuera de servicio; el animado ambiente lo motivó a unirse al baile.
Todos estaban apretujados dentro del autobús, pero eso no fue impedimento para que continuaran hasta terminar la canción. Y entonces se repitió. Él se encogió de hombros y siguió bailando, moviendo los brazos. Fue hasta mitad de la tercera ronda, cuando notó que el autobús estaba tomando una dirección equivocada. Gritó al chofer para avisar, pero la música sonaba tan alto que parecía no llegarle.
No podía permitirse perder un día de trabajo por seguir a un extraño Party bus secreto.
Presionó el botón de la puerta trasera para bajar, ésta se abrió hasta la mitad y ahí quedó. Siguió presionando el botón, pero estaba estancada. Miró al frente, estirándose en dirección al chofer y por el espejo retrovisor, juró apreciar una diminuta sonrisa en su rostro, bajo sus gafas oscuras. La expresión le provocó un escalofrío y retomó su misión de abrir la puerta, usando más fuerza esta vez. Consiguió abrirla un poco más, y con un vistazo hacia los pasajeros que seguían agitándose como locos; supo que sería en vano advertirles. Y él tan sólo quería bajar de una vez. Así que, sobre la velocidad, se lanzó fuera del autobús.
Las rodillas de Ralph chocaron contra el suelo de la carretera, rasgando su pantalón en el proceso. De pronto, escuchó el autobús detenerse a unos metros de donde había caído, con la puerta trasera abriéndose en un crujido. Y sin quedarse a pensar en el por qué, se levantó para salir corriendo.
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