ƁƦ | ❝Nada es más doloroso para la mente humana que un gran y repentino cambio❞
Flashpoint ha desafiado las reglas de la realidad, creando un mundo donde la magia sólo se ve opacada por la maldad que ésta trae consigo.
Camila Rojas, una joven perio...
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—Sólo quería un hogar. —Eso es lo que trato de darle. —Sé que lo harás, Bruce. ¿Dónde van a vivir? —Albania. —¿Albania? ¿Tienes familia allá? —No, sólo mi madre. —Sólo tu madre... ¿Y vas a vivir con tu madre? —Oh, no, eso sólo sería el primer año.
Las voces de la televisión retumban en mi cabeza, lo que me obliga a abrir los ojos. Mi mirada va directamente al aparato, pues se encuentra frente a mí, veo las imágenes borrosas y algo distorsionadas. Poco a poco me cuesta más escuchar lo que dicen, ya que un persistente zumbido se instala desde mi cabeza hasta las orejas.
—¿Camila? —logro escuchar ligeramente una voz de fondo. Tan suave, tan familiar que me obligo a concentrarme en eso—. Cariño, en las compras se te ha olvidado traer café. Ni siquiera hay un poco para mí, y sabes que me gusta tomar uno a esta hora.
Aquel zumbido se ha esfumado ya, tan rápido como llegó, y caigo en cuenta que estoy en el sofá de la sala.
—No te preocupes —aclaro mi garganta y me levanto de un salto, acto que me provoca un pequeño mareo—. Iré rápido a la tienda.
—¿Segura? Ya es algo tarde, podría despertar a tu padre para que él...
—No, no, no —me pongo mi chaqueta y me dirijo a la puerta—. Estaré bien. Vuelvo en unos minutos.
La veo asentir y salgo del departamento.
Camino hacia al elevador, pero noto que tiene un cartel y unas cintas en señal de que se encuentra averiado. Genial, ahora tengo que bajar tres pisos de escaleras. Si de por sí sentía mis piernas pesadas, esto sin duda me lo complica más.
Una vez fuera del edificio, siento el frío viento golpear mi cara. Eso parece hacerme despertar y vuelvo a sentir mi cuerpo más liviano.
En el transcurso del camino comienzo a plantearme algunas cosas; como que los edificios a mi alrededor lucen... de forma diferente. Todo el recorrido en sí. Me encuentro caminando sin reconocer mi entorno, aunque mis piernas me guían como si estuvieran programadas para llevarme a mi destino.
«Deja de pensar, por favor.» Suplica mi subconsciente y decido hacerle caso.
Una canción acapara mis pensamientos poco después, por lo que el resto del camino me dedico a tararearla.
Cuando llego a la tienda voy directamente a buscar un frasco de café, sin prestar mucha atención al establecimiento, elijo la mejor opción a mi parecer y camino hacia la caja.
A pesar de ser poco más de las nueve de la noche, unas seis personas se encuentran delante de mí en la fila. Mientras me dedico a observar las revistas a mi izquierda, hasta topar con un periódico de un grave accidente en la planta nuclear, uno al que afortunadamente llegó alguien para sacar a las personas, pero cuando estoy a punto de ver su nombre... siento la mirada de alguien sobre mí, junto con una ligera onda de calor que me recorre el cuerpo.
