15. El reino en el bosque

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–Me ha mandado a buscar un panecillo en específico.

–Oh, ¿al rey Taehyung le gusta nuestra repostería?

–Si, estoy buscando un brioché con forma de conejo-la dueña de la posada soltó una carcajada-. ¿De qué se ríe?

–No puedo creer. ¿A un monstruo como él le gusta algo tan adorable?

Jungkook no entendía por qué todo el mundo hablaba de su hermano como si fuera lo peor del mundo. Es decir, solo es un chico muy joven con una carga muy grande sobre sus hombros. Era normal que cometiera errores. O eso pensaba él.

–¿Después de hacer tanto daño, decide darse un lujo? ¿Cómo puede dormir en la noche?

–Por favor, sólo dígame donde lo puedo encontrar –dijo perdiendo la paciencia.

–Es en la panadería que queda a dos cuadras, luego camina tres calles a la izquierda y ahí está.

–Muchas gracias.

Puede ser que Jungkook sea el gemelo más tranquilo, pero lo que se hereda no se roba. También había algunas cosas que sacaban el carácter de su madre en él. No le gustaba que hablaran mal de Taehyung. Es verdad, era un malcriado, pero Jeon creía en que nadie es cien porciento bueno o cien porciento malo. Su mal comportamiento debía tener una razón, ¿no?

Iba sin prisas, se dió un poco de tiempo para conocer el lugar, que realmente parcía sacado de un cuento de hadas. Todo era verde, había plantas hasta por donde creías que no era posible. Estaba lleno de flores de diferentes colores, enredaderas, y arbustos. Parecía que en cada esquina podías encontrar un manzano o un naranjo.

Iba tan distraído por las calles que no se daba cuenta por donde caminaba y chocó con alguien. Ambos cayeron de espalda al suelo, pero Jungkook fue más rápido en levantarse.

–¡Ah, perdóname! –dijo el extraño.

–No, no, yo lo siento, no veía el camino–al extender su mano, solo podía ver la boina café que cubría el rostro de este extraño. Su cuerpo era pequeño, por lo que intuyó que se trataba de una dama, pero por el sonido de su voz, y el hecho de que estuviera usando pantalones en vez de falda, dedujo que se trataba de un varón. ¿O tal vez podría tratarse de una señorita que había huido de su casa y decidió vestirse de joven para que nadie la reconozca? –¿Estás bien?

Finalmente, la persona levantó la mirada. Se trataba de el joven más puro que había conocido en su vida. Su mandíbula estaba muy marcada, pero no se veía tosca. Su piel parecía de porcelana, tan frágil como si se fuera a quebrar con el mínimo roce. Sus ojos, oh, sus ojos, el mundo entero estaba contenido en ellos. Brillaban tanto, que cualquiera diría esa es la mirada de alguien que está a punto de estallar en llanto, pero no. Él sonreía, sonreía con la mirada. Sus ojos desaparecían cuando él sonreía, pero era bello.

–Sí, no te preocupes– Luego de que se levantara este chico, hubo un momento de silencio, Jungkook había quedado petrificado por la belleza de esta criatura. Definitivamente no es humano, definitivamente es un ser fuera de este mundo. De seguro estaba alucinando por la falta de sueño y en realidad estaba hablando solo.–¿Bueno, cómo te llamas?

–¡Mucho Jungkook, me llamo gusto! Ah, digo...–no podía más del nerviosismo y la vergüenza. El chico se puso a reír. Le parecía tierna la reacción de Junkook. "Que risa más bella" pensó.

–Bien, Jungkook, es un gusto conocerte también. Mi nombre es Jimin.

–Que bonito nombre– dijo casi babeando.

–Gracias, qué amable eres.

–No, no, no, no... yo, eh... no es nada... eh... ¿Te encuentras bien? –no podía hacer nada más que repetir lo mismo una y otra vez.

–Relájate, estoy bien –dijo limpiando su pantalón pues tenía algo de polvo por la caída–¿Es mi idea o no eres de aquí?

–No, yo... vine a comprar algo.

–¿En serio? ¿Qué es?

–No... no me malentiendas, no son para mí, vine a comprar briochés con forma de conejo –dijo ocultando su rostro con su cabello.

–Es algo extrañamente específico –Jimin no dejaba de tener esa sonrisa un tanto burlona pero sobre todo inocente en su rostro.

–Órdenes del rey–musitó

–¡Oh! ¿Así que trabajas para el rey Taehyung?

–Si, bueno yo... ¿Por qué es tan obvio que se trata del rey Taehyung?

–Ustedes dos son similares. Físicamente, claro.

Definitivamente este lugar tenía un problema con Kim, ¿Será porque siempre pide los panecillos con forma de conejo tan seguido que los estaba dejando desabastecidos?

–¡Hey, Jimin, ya nos vamos! –llamó la voz de un hombre.

–Fue un placer conocerte Jungkook pero me tengo que ir.

–¡Espera!– sin pensarlo tos veces le tomó la mano para evitar que siguiera avanzando–¿Cuándo volveré a verte?

–Pues cada vez que vengas a comprar briochés, –se acercó al oído del sirviente y sususrró – te estaré esperando.

–¡Jimin!–Instistió la voz.

–¡Nos vemos!

Jungkook se quedó perplejo. ¿Qué exactamente acaba de pasar? No lo podía creer. Había caído un ángel frente a él. Aún podía sentir el agarre de su mano, cáido. Le daba miedo pensar que quizás lo agarró demasiado fuerte. Ahora quería más que solo tomarle la mano, quería tenerlo para si mismo. ¿Estaba enamorado? No, apenas lo había conocido, eso no era amor. No era amor, pero si atracción. ¿Le había atraido un chico? Lo iban a mandar a la horca si alguien se enteraba, lo iban a quemar vivo, lo iban a arrojar al mar... Pero, nadie debía enterarse. Si nadie se entera, no pasa nada.

Asi que Jungkook llegó a la panadería a comprar los panecillos, usó todo el dinero que le habían dado para eso, él no quería nada, solo quería ver al chico de cabello menta. Quería verlo una vez más, y otra vez, y otra más. Quería verlo todos los días. Se había ilusionado. Pero a pesar de que el joven sirviente sabía que podría estar engañándose a si mismo, le gustaba vivir esa fantasía.

Al regresar al castillo, como dijo Taehyung, el sol recién comenzaba a esconderse tras el horizonte. Entró con su bolsa y una sonrisa en la cara que iluminaba cada rincón de la sala.

–¡Jungkookie! ¡Volviste! –dijo su hermano–.¿Por qué estás tan feliz?

Jungkook se lo preguntó a si mismo ¿Por qué estaba tan feliz? Solo conoció a un chico extraordinario. ¿Era eso suficiente como para que tuviera una sonrisa plasmada en su cara?

–¿Sabes qué? Ni yo sé que me ocurre.

–Vaya hermanito, por ir a meterte al establo te dio fiebre de heno. Voy a mandar a la enfermera para que te prepare un té. Ahora recuéstate, tu cara está rojísima –dijo poniendo su mano en la frente de su gemelo.

Y si, de seguro le había dado fiebre, pero fiebre de amor. ¿Quizás?

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Perdonen el atraso ;-;

Sí, su alteza [Vkook AU]Where stories live. Discover now