7. Deberes de rey

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–Su majestad, debe recibir al pueblo.

–Antes, córtenme la cabeza.

Han pasado cuatro meses desde el entierro de la reina, y el inicio del reinado de Taehyung. Podría decir que la partida de su madre lo hizo reflexionar, que lo hizo cambiar para bien, que le abrió los ojos y lo convirtió en una mejor persona. Pero no, este no es el caso de nuestro príncipe. La muerte de Ji-Sook lo dejó destrozado, y aquel dolor que no pudo liberar, lo corrompió, lo hizo una persona fría–y más de lo que ya era– y avara que únicamente vela por su bien y por sus derechos como monarca, sin darle importancia a todo el reino que ahora depende de él.


–¡Por favor! Su madre nunca habría dicho que no a tan noble tarea.

–Katja, no tengo idea de como funcionan las cosas allá en Alemania. Pero, ¿recibir a unos pordioseros a que te pidan que lo arregles todo como por arte de magia? ¿Que tiene de noble eso? –se puso la capa y dejó que las empleadas le arreglaran el cabello para luego ponerle la corona.

–Solo hago esto por obligación. Mi madre era débil y sucumbía ante las plegarias de la plebe. ¿Por qué crees que el reino está como lo ves?

Se abrieron las puertas, dejando ver el trono que antes su madre solía ocupar.

–Tan solo pensar en eso me da náuseas –masculló.
–¿Dijo algo, su majestad?
–Solo no me sirvan vino. Sabes que no lo tolero.

Sentado al trono refunfuñó un par de veces antes de que le dieran una copa con un líquido oscuro dentro.

–Um... Katja, te dije sin vino –dijo con voz de fastidio.
–Es jugo de uva sin fermentar.

Hicieron el brindis por la larga vida al rey y comenzaron a entrar de a uno los súbditos. Algunos pedían más animales, otros querían mejores sueldos, habían unos cuantos que se ofrecían hasta de escuderos.

–Por última vez, ¡no puedo hacer nada con tu casa! Van a tener que mudarse.
–¿Pero a dónde? No tenemos dinero suficiente.
–Ármense otra. ¡Siguiente!

La campesina se fue con la cara llena de lágrimas. A nuestro rey no le importaba. Solo quería irse al establo y montar su caballo, lejos, muy lejos de allí.

La persona que entró en ese momento, tenía un aspecto familiar. No sabía de donde, pero lo conocía. Reconocía esa cara.

–Psst. ¡Katja!
–¿Sí, su majestad?
–¿Y él quién es? –murmuró para que el hombre no lo escuchara.
–Ya lo conocerá.

El campesino se arrodilló frente al rey, alto, serio, un par de años mayor que Taehyung. De todos los miserables que han pasado por esa sala, ¿por qué este le era familiar?

–Su majestad, mi nombre es Kim Namjoon.

¡Ah! Este atrevido de igual apellido, era imposible que continuara con vida–por lo pobre que era, no parecía tener grandes expectativas de vida– mucho menos ahora.

–Tú eres el campesino que se acercaba a la reina como si fuera alguien de su familia.
–Exactamente.
–¿Qué haz venido a mendigar?
–Necesito mas trigo por parte del castillo.
–¿¡Pero como se te ocurre!? –exclamó indignado. Primero se cree mejor que el resto del pueblo y ahora exige...¿Aumentos? –¿Con qué derecho me pides esto?
–Con todo el respeto del mundo, su alteza, pero ¿usted no está aquí para escuchar mis necesidades?
–¡Insolente!

Su institutriz tuvo que intervenir para mantener al rey en su trono, evitando que el mismo le cortara la cabeza allí con sus propias manos.

–Mi rey, por favor le pido clemencia por este trabajador humilde, escuche sus razones.
–Bien, pero hazlo rápido, no me quites más tiempo.
–Verá, no nos alcanza para la producción de pan y mi gente se está muriendo de hambre.
–¡Siempre piensas solo en tí! He visitado, lamentablemente, tu granja y no vives más que tú y tu hermano...
–Mi primo.
–Ese chico. Estás aprovechandote de la buena voluntad de mi madre.

Namjoon sobrepasado en ira se levanta y pone un pie sobre la escalera que hay frente al trono.

–Escúchame bien, podrás ser muy rey, pero solo eres un mocoso arrogante.

–¡Cómo te atreves maldito mundano! ¡Guardias!

Tiró de la cuerda letal y en seguida entraron a la sala, hombres en armaduras con escudos y espadas para llevarse a Namjoon. No sin antes cumplir con el protocolo, el ciudadano tenía derrcho a ser perdonado si imploraba piedad.

–Ahahaha, ¡Ya, arrodillate ante mi!

Y gritando maldiciones, los guardias se llevaron de la sala al campesino que molestaba a su alteza. No sin antes pronunciar sus últimas palabras hacia el rey:

"Caerás, y ni muerto conseguirás descanso"

Sí, su alteza [Vkook AU]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant