Capitulo III: Raell Al Rescate

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¡Bendito sea el fin de semana!

Por fin tendría algo de descanso, entre las clases y las actividades diarias me sentía colapsada. Sin agregar, que la inquietud de Aaron y Andrea me atormentaba día a día. Ahora era peor, recordar esa escena en el restaurante era Fatal, eso sin contar las otras escenas que se imaginaba mi mente con ellos juntos.

Bloquee mis pensamientos, antes que se amargara mi sábado y me levanté de la cama para comenzar mi día. Una vez arreglada y aseada, me senté en el taburete a tomar café completamente sola.

La soledad me pudo...

El apartamento se sentía tan vacío sin Aaron. Aveces la crisis existencial me atacaba y solo quería dejar todo esto atrás y comenzar de nuevo, con alguien que no me causará tanto dolor, pero no es fácil volverse acostumbrar a otra persona, besar otros labios, ser capaz de sentir ese hormigueo hermoso en el estómago, ni esa emoción que sientes en el pecho.

Sinceramente dudaba que alguien más pudiera causar esos efectos en mí, Aaron se logró meter en lo más profundo de mi ser y de allí sería difícil sacarlo, o si quiera reemplazarlo.

Terminé mi café con un nudo en el estómago y le escribí un mensaje de buenos días a Tito, quería con urgencia tener vida social hoy y que me sacará de este encierro. Le dije para salir a desayunar y me escribió un gran si. Como que también quería salir de la rutina.

Quedamos de vernos en un sitio que nos gustaba mucho, hacían unos sándwich de tocino con huevo riquísimos y unas malteadad de ensueño. Esperé un Uber y cuando llegué al lugar ya Tito me esperaba en una mesa. Tomás no lo acompañó y me extrañó.

—Buenos días turrón de azúcar —saludó mi alocado amigo cuando llegue a la mesa.

—Igual, rulitos —dije, acariciando su mata de pelos.

Se parecían mucho a los de Harry styles, solo que con el cabello negro azabache.

—¿Y Tomás? —pregunté extrañada.

—Durmió con su noviecita —rodó los ojos impertinente como siempre—.  Deben andar en su idilio todavía.

No le agradaba Pamela, la novia de Tomás. La verdad es que a Tito no le agradaba nadie, no sé cómo me soportaba a mí.

—Que bien por él, al menos no anda solitario como nosotros —ladee una sonrisa sin ánimos.

—¡Ningún solitarios! Nos tenemos el uno al otro —me dio un guiño.

—Eso es cierto bebé.

Pedimos la comida y me deleite con mi sándwich, ojalá pudiera casarme con él. Fielmente delicioso y estaría disponible cada vez que me lo quisiera comer... ¿Qué más quería?

Comí y comí y para cuando terminamos, me sentí feliz. Como dicen por alli: barriguita llena, corazón contento¹.

Esta pequeña salida me subió el ánimo, aveces escapar de la realidad y salir del encierro ayuda mucho al corazón.

—Tomás y yo queremos salir esta noche a un club —dijo Tito bebiendo su malteada—. Obviamente vendrás con nosotros.

Torcí los labios, no muy segura.

—Ya sabes que Aaron pasa la noche conmigo y si salgo se me arma la buena.

Tito hizo un ademán de fastidio con la mano, —odio cuando te pones dependiente de Aaron, que salgas con tus amigos no tiene nada de malo.

—Es que se pone a pelear y prefiero evitar eso.

—Entonces dile que salga con nosotros.

Me lo pensé un poco, Insegura. Aaron no era de clubes ni discotecas, a duras penas iba a los cócteles que hacía su familia y si acaso había una fiesta con sus amigos tiquismiquis, iba por cortesía. Dudaba mucho que quisiera ir a un club con gente sudorosa y ebria.

Arriésgate Liz. Место, где живут истории. Откройте их для себя