Capitulo VI: Mala Idea

63 22 79
                                    

El nudo en el estómago no se me quitaba desde que me levanté, solo pensar que pasaré dos días en un yate viendo como Aaron es el novio perfecto con Andrea y yo fingiendo, que soy la novia ideal de Raell me tiene de los nervios.

No dejé de pensar tonterías hasta la madrugada y de llorar por mi miserable realidad. Aaron se encargó de robar todas mis ilusiones en el amor, por su culpa ya no puedo creer en los hombres.

—Lizie a mi no me parece buena idea que vayas a ese yate —Thomas estaba cruzado de brazos, reposado en el marco de la puerta viendo como arreglaba la ropa que usaría en un bolso.

Gracias a Dios me las arreglé para escabullirme en el edificio de mi antiguo apartamento y sacar el resto de mis cosas con ayuda de Tito. No fue sencillo, Carlos el recepcionista se rehusó a dejarme entrar sin que estuviese Aaron. Me importó un bledo Igual entré y recuperé todo lo que era mío.

Ya no quedaba nada en ese frío apartamento que me uniera con Aaron, más que recuerdos.

—Yo pienso que esta bien, así le demuestra a ese traidor que no debe jugar con las mujeres —Tito si me dio su apoyo—, es más, hasta debería aceptarle la invitación a la Andreita yo también.

Lo miré seria, —De ninguna manera, esto lo tengo que hacer sola —le espete.

—Bueno calma, yo solo bromeaba.

Bajé un poco la guardia, —Lo siento, es que estoy algo histérica por como resultará todo —le dije a mi alocado amigo.

—Por eso digo, es mejor que te quedes la venganza nunca trae nada bueno —siguió aconsejando Tomás.

No negaré que estuve apunto de arrepentirme muchas veces, pero no podía ser cobarde, tenía que levantar mi honor y mi orgullo haciendo sufrir a Aaron de alguna forma.

—Ya es tarde para cancelar la invitación, Raell debe estar en camino —cerré mi bolso y miré a mis amigos—, ¿me veo bien?

Les pedí opinión, me había puesto un vestido playero largo blanco, y recogí mi cabello en una coleta alta. También usé zandalias marrones.

—Si, estas acorde a la situación —elogió Tomás.

—Pero yo siendo tú, me pinto los labios de rojo —Tito dio un guiño.

—¿Seguro me quedaría bien?

—Si, te vez muy pálida así.

Por primera vez le tomé el consejo a Tito, quería verme lo más despampanante posible. Quería hacer sentir envidioso a Aaron y todos sus amigos presumidos en ese yate. Me apliqué el labial y Tito tuvo razón, me dio ese toque de color que necesitaba.

Ahora si estaba lista para meterme en ese pozo de caimanes.

Mi celular sonó y cuando vi el nombre de Raell en la pantalla contesté.

Buenos días —canturree un poco para sonar amigable y no tan nerviosa.

—Buenos días Liz —mi nombre en su voz me resultaba familiar ya—, ¿estas lista?

—Si todo está listo.

—Bueno, resulta que no logro dar con la dirección de tus amigos ¿les puedes decir que expliquen como llegar exactamente a su calle?, Porque según mi GPS estoy cerca pero no estoy seguro donde queda el edificio.

Pidió y rápidamente le di el teléfono a Tito, él le explicó con detalle y para cuando cortó, ya Raell estaba afuera porque si, literalmente estaba cerca.

—Muy bien chicos ya me voy —fui a darle un beso en la mejilla a ambos como despedida.

—Cuidate mucho ¿si? —Tomás pidió preocupado, como si me fuese a la milicia o algo parecido.

Arriésgate Liz. Where stories live. Discover now