Epílogo

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Y si, el día por fin había llegado.

Estaba a solo minutos de entregar lo que soy al hombre que amo y con quien estaré muchos días de mi vida si Dios lo permite. Estaba en la habitación de mujeres que había en el salón de fiesta donde será la ceremonia, en la boda hebrea los novios debían pasar una semana antes de la boda sin verse, y las mujeres en un cuarto y los hombres en otro antes de comenzar el acto matrimonial.

—¿Estas lista Lizie?? —preguntó mi mamá apunto de llorar. Estaba más emotiva que yo.

—Si, mami. Más que lista —mi seguridad era increíble.

Estaba ansiosa por unir mi vida a la de Raell.

—Tú papá y yo no nos casamos mi cielo, pero me alegra mucho que tú si cumplas ese sueño.

Sonreí, —Aún no es tarde para ustedes.

Reconforte y sonrió aún más.

—¡Ya me dieron la señal que llegó el Pastor Elías! —dijo Val emocionada.

—Llama al papá de Raell para que venga a romper el plato —avisó la mamá de Val.

Ellas se encargaron de eso y a lo poco tocaron la puerta, le dimos permiso al papá de Raell y sonrió al verme.

—Liz, te vez tan preciosa —elogió y se me derritió el corazón.

Vino a darme un abrazo y luego se acercó a mi mamá y juntos sostuvieron un plato de porcelana, dejándolo caer al suelo para que se rompiera. Todos celebraron alegres luego de eso. Esto se hace como símbolo de que si algo va a romperse que sea ese plato y no la unión de nuestro matrimonio. Usualmente se hace con ambas madres de los prometidos, pero como la mamá de Raell falleció entonces le corresponde a su padre con mi madre.

—Es hora de que Raell venga a bajar tu velo Liz, ya le mande un texto —avisó Val y mi corazón bombeo fuerte. Era primera vez que lo vería después de esta semana que se me hizo eterna.

En los matrimonios hebreos es el novio quien le coloca el velo a la novia, como símbolo de que el amor es mas profundo que la belleza física. Sin importar que yo no sea virgen o pura. Y si, nos veremos antes del acto rompiendo todo paradigma de que si el novio ve antes de la boda a la novia hay mala suerte. Aquí no es así porque con Cristo no existe mala suerte. A este acto se le conoce como Badeken, que es bajada de velo en hebreo.

La puerta volvió a sonar y Raell hizo acto de presencia en la habitación, todas comenzaron a celebrar al verlo y se me puso un nudo en el pecho cuando lo vi vestido con su traje. Sus ojos le brillaron al verme y me sonroje.

Se acercó a mí, frente a frente y se me engroso la bilis.

—Estas hermosa —dijo y sentí las lágrimas atorada en mis pupilas.

Sostuvo el velo y lo puso encima de mi rostro, cubriendome.

—Ya llegó el día —dije igual de enamorada que él.

—¡Mucho por hoy, ya después tendrán toda la vida para verse! —nos cortó Val enseguida.

Quise quejarme pero era momento que él saliera con su padre a esperarme en el altar. A los minutos que se fueron ellos y las otras invitadas mujeres mis padres fueron conmigo afuera, para caminar hacia la Jupá.

En el exterior (porque quisimos hacerlo en un jardín muy bonito), los invitados ya estaban sentados y el camino hacia la Jupá estaba listo con la tela blanca estirada en el suelo todo el recorrido. Mis padres y yo nos dirigimos hacia Raell y su padre, que nos esperaban junto al Pastor Elías. Durante el camino no dejaba de imaginar mi vida junto a Raell y que este día maravilloso al fin había llegado. Mi chico estaba tan precioso ahí esperándome.

Arriésgate Liz. Where stories live. Discover now