Capitulo XXVIII: Mi Luz

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Mi semana se podía resumir en una palabra: desastre

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Mi semana se podía resumir en una palabra: desastre.

Desde que Raiden rompió mi maqueta pareció romper mi estabilidad emocional, profesional y espiritual con ella. No estaba bien, mi interior estaba siendo tambaleado y no de la mejor manera.

El lunes tuve que explicarle a mi jefe lo que había pasado y simplemente no le importó, me puso presión y dijo que no podía atrasar la presentación del diseño. Que debía tener todo listo en la fecha prevista.

Eso me desestabilizó, porque me gusta tener todo bajo control.

El martes empecé a trabajar de nuevo con el proyecto, comprando más material con dinero que no tengo. Gracias a Dios Val me prestó y pude avanzar, Liz también me apoyó con el dinero de su paga y no solo eso, se quedaba conmigo hasta tarde para ayudarme a continuar. Aún así, estábamos atrasados y yo seguía colapsando.

Solo podía pensar en Raiden destruyendo mi trabajo y las ganas que tuve de romper sus huesos con mis manos ese día. Luchaba por quitar todo pensamiento de odio y resentimiento hacia mi hermano, porque sé que no está bien. Pero era bastante difícil, considerando que seguía aquí en la casa solo para molestarme.

Mis días estaban siendo oscuros y difíciles. Era una lucha mental entre el bien y el mal. Porque luchaba con todas mis fuerzas por reprimir mi odio y recordar el perdón.

El miércoles fue el peor día de todos, cuando pensé que nada podía ser peor Aaron se presentó en mi oficina y me dio un golpe descomunal en la cara. Ya se había enterado que Liz y yo nos dimos una oportunidad. Quise controlar la situación pero él se alteró demasiado y llamó la atención de todos, mi jefe apareció en escena y me dio un ultimátum. Liz estaba muy avergonzada e intentaba compensar mi mal rato siempre que podía.

Pero yo seguía en piloto automático, sentía unas fuertes ganas de gritar y golpear algo, pero al mismo tiempo me daba calma para no explotar. Era demasiado agotador hacer el bien a pesar de tanta maldad recibida.

El jueves en la iglesia me pidieron apoyo para ayudar a personas ciegas y fui, ese fue el único momento de tranquilidad que tuve. Ayudar a otros me ayudó a olvidar mis propios problemas, pero luego fui a casa y mi ansiedad volvió. Liz estaba en clase ese día y no pude abrazarla ni besarla esa noche, salió tarde y yo me dormi temprano...

He aquí ahora, ya era viernes y estaba cansado, no había dormido casi nada por trabajar en la maqueta y apenas iba por la cuarta parte de lo que tenía adelantado.

Esas ganas de llorar y reventar seguían en mí, pero algo me impedía hacerlo. Nunca he sido de perder la calma.

Comprobé la hora en mi celular y ya eran las ocho, Liz tenía clases hoy hasta las once de la noche y me encontraba solo en casa. Sentí un vacío en mi corazón, todo estaba mal. Tenía días que no oraba, ni le pedía perdón a Dios por todos los malos deseos que me inundaban hacia Raiden.

Arriésgate Liz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora